-Capítulo 39- Penúltimo capítulo

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Puv Trevor

Baja california no era nada de lo que estaba esperando encontrar, el clima era agradable, había varios lugares de recreación al aire libre, las personas parecían estar siempre alegres, era tan diferente a mi patria, extrañaba Italia, pero mi chica me necesitaba, la nostalgia que me invadía al ver tanta diferencia de cultura me recordaba mi última conversación con mi padre, la familia no me estaba poniendo las cosas fáciles, pero uno siempre regresa con ella, habíamos estado en Mexicali y ahora nos dirigíamos a Tijuana, las cosas en la carretera se mantenían tranquilas, pero los Mexicanos no era dados a suministrar información sobre los Carteles, y menos cuando su heredera estaba en la ciudad.

El café más conocido de la ciudad como era de esperarse se encontraba totalmente abarrotado de personas, era un edificio de cuatro pisos, quedaba una posición esquinera perfecta entre una avenida y calle, los ladrillos le daban un aire antiguo a su fachada, pero no había engañarse el interior tenía una decoración vanguardista, ingresamos un total de ocho hombres, mis allegados y otros cuatro hombres de seguridad, sabíamos de antemano que nos triplicarían en número, llegar fuertemente armados y en cantidades solo lograría que una lluvia de balas terminará sobre nosotros.

La disposición del lugar nos fue de mucha ayuda, la zona VIP se encontraba al fondo del establecimiento sobre una plataforma elevada, lo que era algo ventajoso y peligroso, hacia sopesar en las opciones que daba de tener una gran vista de la situación, así como convertirse en un blanco sencillo, pese a nunca haber visto a la dama de los tormentos.

Ahí estaba.

Rodeada de tantos hombres, sentada tomándose un café de forma despreocupada revisando su móvil. Era más joven de lo que había imaginado, rondaba tal vez con suerte los diecisiete, su cabello castaño bañaba su espalda, su tez bronceada hacia un precioso contraste con sus ojos verdes, conocía a las de su clase, las mujeres nacidas en este mundo siempre tenían algo que probar, tenían dos opciones, eran unas esposas trofeo sumisas o nos desafiaban, ella claramente quería probar que obtenía todo lo que quería.

Estaba cegada por la ambición y su ego herido.

Si lograba casar al mexicano, uniría ambos carteles, sería más importante que la primera dama del presidente, tendría su propia corona como reina de la droga, pero en un negocio tan machista como este necesitaba también la imagen de poder de su futuro esposo, sin contar con que su padre no tuviera un sucesor hombre que ocupara su lugar.

Me acerque a ellos. Sus guardias no dudaron en aprenderme y requisarme, sacando mis cuchillos, las estrellas arrojadizas, mis dos pistolas, entre otras cosas. Mientras esto pasaba su mirada se conectó con la mía, sus ojos inquisidores querían saberlo todo, era una niña jugando con nosotros, ahora conocería al "Diablo", le regale mi mejor sonrisa, no pasó por alto el efecto que esto le causó, se estremeció ante mi atenta mirada, la tenía justo donde la quería, conocía el efecto que tenía sobre las mujeres y haría todo para aprovechar esta ventaja.

-¿Te dolió?- dije con mi voz ronca por la ansiedad, eso hizo que me detallara más, se veía perpleja- ¿el haberte caído del cielo?, porque eres un ángel- era una pésima frase para ligar, pero comenzó a reír como una tonta- Desde que llegué al lugar no pude evitar verte, debía conocer tu nombre-

Su sonrisa arrogante hizo lugar, debía admitir que era algo lindo de mirar, como una baratija en una tienda de chucherías, tan corriente como cualquier chica, solo que con más poder, pero sin el cerebro necesario para ejercerlo correctamente, ella estaba hiriendo a quien amaba y pagaría cara tanta bobada.

Hizo un movimiento con su mano para que sus guardias me dejaran subir a su lado.

-María-dijo dulcemente.

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