II Capítulo 4. El comienzo del fin

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PUV CHARLOTTE

Había comenzado el juego.

El ambiente se había puesto sumamente tenso por mis palabras, varias personas comenzaron a cuchichear, Carlos en el trono se removía incomodo entre las mujeres mirándome fijamente, me conocía perfectamente para saber que no lanzaba puntada sin dedal, tenía información privilegiada de la situación.

-Es una acusación muy seria...- hablo con calma arrastrando las palabras, ambos sabíamos que todo lo que dijera traería serias consecuencias, hice un gesto con mi mano a Zsa Zsa para que me pasara su móvil y lo acerque a él, en cuanto el aparato estuvo en su mano revisando la información, yo comencé a mirar a todos en la habitación.

Analizando su lenguaje corporal, vi a dos guardias comenzar a sudar, sus pupilas dilatándose como si temieran las consecuencias, ¿Conocerían a la agente? ¿Cuántos infiltrados tendrían en la organización? , Carlos hizo un gesto con su mano para que se llevaran a la rubia que me miraba lanzándome dagas, junto a ella al tipo y las demás muchachas que se encontraran con él, pude ver a los dos guardias compartir una mirada demasiado cómplice de un lado al otro de la habitación.

-A dónde vas llegan los problemas- soltó mirándome con un poco de molestia por arruinarle el rato.

-Tal vez estabas rodeado de ratas y necesitabas un aire nuevo- comenzó a reír fuertemente y a palmear su rodilla- quizás quieras detener a estos chicos también- los señale mientras pasaban saliva, cuando se los llevaron a ambos hice traquear mi cuello.

Mi amigo mexicano hizo que todos salieran de la habitación, cuando solo quedamos los dos con su anillo de seguridad, el contexto del ambiente había cambiado.

-Siempre...lucida en estas situaciones- se paró para tomar mi mano y guiarme fuera de aquel salón a unas escaleras ocultas que guiaban a un segundo piso secreto donde estaba su oficina- Lamento mucho lo de Charlie, estoy usando nuestras influencias con las autoridades, fiscales y demás pero ya sabes cómo es esto...mucha burocracia-

Zsa Zsa respiraba casi a la par de mi nuca, cuidándome.

Humm burocracia, pamplinas desde luego que no era así, había tenido que intervenir para sacarlo bajo fianza, no podía fiarme de él, si era tan despreocupado para que los federales estuvieran compartiendo a su lado una mesa, no sabía si había micrófonos en la habitación o tenían las líneas intervenidas.

-Que interesante tus palabras- dije recostándome en su escritorio de madera forjada, mientras él estaba de pie en medio de la habitación – porque he tenido que intervenir para buscar un abogado, pagar una fianza y encontrar la forma de darle una estabilidad- los enumere con mis dedos bajando cada uno mientras hablábamos.

Sus ojos inteligentes me miraban midiéndome, y entonces tuve una epifanía sobre porque el había decidido elegir ocuparse de mi hermano, viendo su ropa, su rolex en su mano derecha, los anillos de oro a juego, entonces estos lujos excesivos lejos de sus hermanos, con todos los fondos a su disposición, mientras se sentaba en el sillón de cuero cruzaba su pierna.

-Oye que particular que lo nombres, estaba justo por preguntar ¿Cómo supiste lo de tu hermano? Si su caso no es de conocimientos público- ahí estaba su duda, me creía una infiltrada.

Le di mi mejor sonrisa.

-Que te digo, un día estaba por ahí viviendo mi vida, cuando mi hermano me da una llamada de puta madre donde me dice la cagada más grande que ha hecho en la vida, no me ha quedado de otra que venir-conteste en español- cuando logro comunicarme con él, bueno ya sabes la clase de información que soy capaz de obtener...-haciéndolo recordar nuestro encuentro donde les entregaba la agenda roja, así como sus expedientes de los federales.

Mafia |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora