Puv Itzae
Comencé a llamar a todos mis informantes dentro y fuera de México, me sentía desesperado, alguien debía haberla visto, conocía a todos los coyotes, los mayores traficantes, distribuidores y los mejores equipos de seguridad, todos habían trabajado conmigo o sabían cómo pagaba mis favores, con mucho dinero, alguien debía saber algo.
Trabajar en el cartel no era nada fácil, todos podían torcerse cuando menos lo esperabas, y lo había aprendido de la forma incorrecta, Papá siempre decía que el dinero no era suficiente, para sobrevivir en este trabajo se necesitaban agallas, necesitabas que las personas te respetarán e incluso más importante que eso, te temieran, la aprensión profunda mantenía a las personas a raya, era transcendental que las personas conocieran su posición.
Me había vuelto muy blando.
Y finalmente alguien contesto a mis plegarias, antes que perdiera la Cabeza.
-Itzae, carnalito- eso me hizo girar los ojos, no me gustaban las confianzas innecesarias de personas que buscaban congraciarse conmigo para obtener algo.
-Vuelve a llamarme así y terminaras colgado en las rejas de la frontera, como un mensaje a los gringos de respetó-Debía seguir estableciendo mis limites, ya había tenido suficiente con que me dispararan como para que ahora cualquier persona, me llamase como quisiera, estaba perdiendo lo último de cordura que me quedaba - ¿Cuéntame que sabes? -
Su risa resonó en el teléfono, me sentía muy molesto.
Respire profundo.
-Eres el mismo listillo de siempre, esta vez tengo buena información para darte...-y lo dejo sonando, odiaba las vueltas, la falta de detalles estaban matándome.
-El precio no es problema, di un número y comienza hablar- No me gustaba que las personas me subestimaran- Siempre cumplo mi palabra-
-De acuerdo...un millón de dólares- en cinco segundos iba a colgar, la suma era exorbitante, era necesario que la información tuviera algo de oro en ella para pagar esa suman, no necesitaba este aburrimiento, casi nunca valía la pena para la cifra absurda que me pide-Tu chica Charlotte está recluida en un complejo cerca de Houston-
-¿Un millón?- ahora mi turno de reír, amaba a mi chica, pero no quería que se aprovecharan de mí vulnerabilidad-¿Cómo puedo estar seguro?-
-Te enviare las coordenadas, yo mismo ayude con su trasladó-
Reí de nuevo su cinismo era angustiante, si realmente tenía una pista no quería arruinarlo.
-¿Y qué te garantiza que no meteré una bala en tu cráneo por esas confidencias?-
-Entonces no obtendrás las coordenadas-
Puse una mano en el puente de mi nariz debía calmarme, analizar las circunstancias y sacarle provecho a la situación, si realmente quería recuperar a mi chica.
-De acuerdo, no vas a enviarme nada, vas a llevarme ahí, entonces te daré medio millón y cuando me asegure que está de vuelta conmigo, te daré el resto- sabía que me acercaba a una trampa o a mi chica, en ambas circunstancias haría todo lo que pudiera para que resultara bien.
Debía proteger a mi amor.
El viaje a Houston fue agotador, no había dormido, me sentía irritable, desesperado, angustiado y tenía un humor de perros, si fuera un alacrán moriría con mi veneno, nos encontramos en un estacionamiento de un centro comercial, en una zona central, mientras esperaba, una zozobra me invadió, encendí un cigarrillo viendo como el sol iluminaba esta tarde, aun teníamos como dos horas de luz antes que cayera la noche.
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Mafia |EDITANDO|
Teen FictionCharlotte Rock acaba de cumplir sus 18 años, es una famosa corredora en carreras ilegales, tiene un expediente sellado con la policía y tuvo una relación, con el ahora líder del cártel del Pacífico, pero busca escapar de su pasado y reformarse de su...