~Capítulo 24~ La operación

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Puv Charlotte

La sangre corría por mis manos.

Demasiada sangre, cerraba mis ojos y no podía borrar la imagen, me sentía inquieta, sus ojos estaban algo rojos, como si los vasos se hubieran reventado por demasiado esfuerzo, la sangre no paraba de brotar, temía que tuviera una hemorragia y mi imprudencia lo hubiera condenado a morir, no podría perdonarme eso.

Cuando llegamos al complejo/bodega, Jeremiah cargo a su hermano mayor hasta situarlo en la camilla, cuando los médicos ingresaron nos obligaron a darles espacio, insistieron en que su estado era de gravedad y debía ser operado inmediatamente, no podía soportar estar lejos, rogué y llore por quedarme a su lado, si iba a morir, rogaba por qué no lo hiciera, quería estar ahí para despedirme, sus ojos azules ya no estaban iluminando la habitación, todo se sentía vacío sin su energía, se veía tan frágil acostado, con tantos aparatos conectados a él, las bolsas de sangre iban y venían, me pregunte ¿De dónde sacaban tanta? ¿Tenían un proveedor?, tal vez la compraban a los bancos de sangre, ¿Eso era legal?

En algún momento del procedimiento tome su mano, los médicos decían que él no podía sentirlo, pero no podía dejarlo solo, no importaba cuanto se demorara yo permanecería su lado, no había agotamiento o cansancio que me permitiera alejarme, pensé en el día que nos conocimos, la primera vez que bailamos juntos, cuando me apunto por primera vez con un arma, cuando se quedó a dormir en mi habitación y nos asustó papa disparándole a una ardilla, pensé en todas esas veces que me beso furtivamente en los pasillos, cuando tomaba mi mano en clase, y desee repetir aquellas cosas.

No tenía suficiente de él, ni siquiera había cumplido los 20 años, poseía una vida por delante.

No habíamos siquiera llegado a acostarnos juntos.

Me sentía terrible.

Un sentimiento visceral brotaba de mi cuerpo, me sentía protectora con él, había arriesgado su vida para salvar la mía, y aun no sabía porque, ¿Por qué estaba en el bar esta noche? ¿Por qué lo hizo?, pensaba que aun que sintiera algo por mí, me estaba usando para llegar a Itzae, ya no me interesaba si pudiera o no hacerle daño, porque un hombre capaz de tal abnegación era uno que valiera la pena, esto valía más que cualquier promesa de amor, porque solo por amor se hacía una locura así.

En la antesala del quirófano, el medico se quitó los guantes de látex y los arrojó a un contenedor. Le debía doler la espalda después de pasar horas inclinado sobre Trevor, cosiendo el intestino del guerrero que había sido perforado y arreglando su hígado. Su cuerpo era resistente, con una extraordinaria voluntad. Había estado a punto de morir, cuando de un momento a otro le dio un paro, eso hizo que todos en la habitación tuviéramos miedo, después de eso nadie quiso seguir hablando. Aunque no habría sobrevivido sin la sangre casi pura que tenían ellos. O quizá sin la presencia de sin me presencia. Había estado su lado durante toda la operación. Y a pesar de que el guerrero había estado inconsciente, su cabeza siempre estuvo dirigida hacia mí. Le había estado hablando durante horas, hasta casi quedarme ronca. Y aún así me encontraba allí con él, tan agotada que apenas podía sentarme erguida, pero me había negado a que me revisaran mis propias heridas.

Me levante y, tambaleándome, me dirigí hasta los fregaderos del laboratorio. Me aferre a los grifos de acero inoxidable y me quede mirando fijamente los desagües. Sentí ganas de vomitar, pero mi estómago estaba vacío. Sus hermanos estaban fuera. Esperando que les llevara noticias, aun que la operación había terminado, el resultado era incierto, debíamos esperar hasta que despertara para saber si había sido un éxito o no.

No quería hacerlo.

Cuando salí de la sala de operaciones todos se pusieron de pie, era obvio que no se habían movido ni un solo minuto, el peso de la noche hizo presencia haciéndome sentir agotada, pase saliva tomando algo de valor, todos me veían con ojos desorbitados esperando la mejor respuesta, pero ciertamente no la tenía, solo podía esperar lo mejor, rezaba en mi mente para que todo pasara.

-Él ha sobrevivido a la operación- una mano tomo la mía, pude ver los ojos de mi hermano, le di una leve sonrisa, habíamos vivido tantas emociones en 24 horas que sentía que todo se salía de mí, como si fuera un mal sueño del que quisiera despertar, pero sabía que no lo era.

Mauro fue el primero en abrazarme, mi cuerpo se tardó un momento en reaccionar, aunque no éramos cercanos y por mi culpa su primo estaba en aquel peligro, estaba feliz de que estuviera a salvo.

-Hey, el mérito es de él y el médico- todos le restaron importancia, envolviéndome en abrazos de ¿Consuelo?, un ruido tras de mí, me hizo dejarlos solos una vez más en el pasillo, no podría descansar hasta que el estuviera bien.

Apoye la cabeza en la esquina más alejada de la almohada de Trevor. Lo habían trasladado a una cama desde la mesa de operaciones, aunque, de momento, no lo llevarían a una habitación normal. El medico había decidido mantenerlo en el quirófano en previsión de que necesitara ser operado de nuevo por alguna emergencia. El edificio de paredes blancas era frío, pero alguien le había puesto encima una pesada manta de lana. No podía recordar quien había sido. Cuando escuchó un chasquido, se volvió a mirar al montón de máquinas a las que su italiano estaba conectado. Las examinó una a una sin tener mucha idea de lo que aparecía reflejado en ellas. Mientras no se activara ninguna alarma, tenía que pensar que todo estaba bien, el cansancio debía estarle jugando una mala pasada.

Un esbirro ruso movio su hombro, y de mala gana tuvo que mirarlo, era aquel cuyo rostro distaba tanto de este mundo peligroso, podría verlo haciendo comerciales o películas en Hollywood, tenía una sonrisa pesarosa, se levantó alejándose de la cama, quería que nada perturbara el sueño de su amado, El vientre lo tenía envuelto en gasas y compresas de algodón, con drenajes saliendo de la herida. En uno de sus brazos habían conectado un suero que le suministraba la medicación, y un catéter colgaba a un lado de la cama. También le habían enganchado un montón de cables de un electrocardiograma en el pecho, y un sensor de oxígeno al dedo corazón. Pero estaba vivo, al menos de momento.

-Lamento molestarte, pero Dimitri desea hablar contigo- asentí sin ánimos, no me había preocupado por mi amigo, estaba corriendo un peligro mortal y yo estaba acaparando a su equipo médico, nunca terminaría de pagarle todos estos favores.

Me tendió un teléfono.

-¿Mi niña?- se escuchaba tan agotado como yo me sentía.

-Estoy aquí- miraba la cama de hospital, esperando que se mantuviera estable.

-Me alegra que estés a salvo- estaba dando vueltas a lo que quería decirme realmente –no sé, si es el momento para decirte esto, pero a Itzae le han disparado- mi corazón se detuvo por segunda vez esta noche.

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Queridas lectoras, me emociona ver cuantas han votado y agregado la historia, espero que les guste, hay muchas sorpresas viniendo, sé que en esta cuarentena quieren entrar a este mundo de la mafia e intento complacerlas.

Me gustaría saber ¿Cuál es su parte favorita?

¿Han odiado algún personaje?

¿Qué creen que le pasara a Itzae?

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