La sorpresa me invadió, ¿Quién se atrevería atacar la casa?
-Quédate aquí- puse una mano sobre su pecho mientras me levantaba, intentó retener una de mis palmas, pero me libere rápidamente, busque tras del cuadro sacando mi arma y quitándole el seguro, cerré la puerta suavemente, buscando en cada esquina al intruso, rastree un ruido en la cocina.
Entonces lo vi, a mi padre sentado en las sillas de jardín, me acerqué a su lado aun apuntando hacia el posible intruso.
-¿Qué ha pasado papá?- genuinamente preocupada, mientras él tenía un café en su mano y un plato vacío en la mesa a su lado, su arma estaba sobre la mesa.
-Una maldita, ardilla, me robo mi dona- baje mi arma, riendo sobre lo absurdo que me decía, efectivamente había un agujero de bala en un árbol, no podía ver a la ardilla, pero sabía que mi padre cobraría venganza, mi padre me dio una mirada atenta, de repente recordé que solo llevaba una camiseta negra que apenas cubría mis nalgas, me sentí ruborizada-¿De quien es la camisa?-
Abrí mucho mis ojos.
-De Charlie- respondí demasiado rápido, papá juntó un poco sus ojos, buscando quebrarme y dio un largo trago a su café.
-¿También de tu hermano es el deportivo estacionado en nuestra entrada?- me vio burlonamente, poniéndose de pie tomando su arma, parecía un chiste la situación, pero con mi padre nunca se sabía-No recuerdo haberle comprado un auto asi-
Se acercó forma acusadora y pase saliva.
-¿Itzae a vuelto?- dijo muy cerca de mí, en un tono en que solo yo podía escucharlo, aunque no hubiera nadie más en el patio.
Negué con la cabeza, sin ser capaz de mentirle a mi progenitor.
-Entonces saca al muchacho que tienes en el cuarto, porque si lo encuentro al volver conocerá los calabozos de la prisión- no era una amenaza en sus labios, era exactamente lo que haría, era una advertencia.
En el momento que abandonó la casa, respire apoyada en la pared, con el arma aún en la mano, no estaba segura de la hora pero pronto amanecería, de repente escuche el ruido de la grama siendo pisada, apunte hacia donde el ruido provenía, viendo a un muchacho trigueño, con tatuajes en su cara, con una camisa blanca y un par de vaqueros clásicos, era parte del cartel, debía ser quien estuviera al mando de mi cuidado.
Asintió a modo de saludo y lo devolví.
Ingrese a la cocina tomando el café que papá había dejado preparado, tener la tasa en mis manos, me dejó un sentimiento de desasosiego, todos sabían que Trevor se había quedado en mi cama, a ninguno se le escaparía el detalle de su camisa, ¿Qué pensaría Itzae?
Deje la dicha de la inquietud, sin saber que hacer, servi gran parte del café en una tasa llevándola a mi habitación, al momento en que cerré la puerta, lo primero que vi fue su espalda desnueda, mis sabanas negras se aremolinaban en sus caderas, dejando entre ver el borde de sus boxer, mordí mi labio, deseando pasar mis manos sobre su cuerpo.
Deje el café en mi mesa de noche.
Me acerque a la cama, poniéndome sobre sus caderas, pase mis manos sobre sus fuertes brazos, seguí con el recorrido hasta el borde de sus boxer, ¿Qué se sentiría estar con el? ¿Seria todo su cuerpo igual de poderoso que sus músculos? ¿Con cuántas mujeres habría estado? ¿de qué forma le gustaría amar?, bese su hombro, y deje suaves besos sobre su piel.
Giro mi cuerpo, cambiandonos de posición.
-Esa es una buena forma de despertar- dijo dándome un pico y pegandome mas a su pecho -podría acostumbrarme a esto- di una sonrisa burlona, sabiendo que buscaba utilizarme, no había otra explicación para su comportamiento.
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Mafia |EDITANDO|
Teen FictionCharlotte Rock acaba de cumplir sus 18 años, es una famosa corredora en carreras ilegales, tiene un expediente sellado con la policía y tuvo una relación, con el ahora líder del cártel del Pacífico, pero busca escapar de su pasado y reformarse de su...