Capitulo 3

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-deje algunas solicitudes, solo debo esperar que me llamen.

Tania llamo, le platique que buscabas trabajo y me dijo que están ocupando en la mueblería, se que no es lo tuyo pero...

Tania era mi amiga, la conoci antes de entrar al ayuntamiento, ambas trabajabamos de secretarias en una oficina de correos, solo estuve un tiempo corto en ese lugar, ya que el sueldo era muy malo y el trabajo era demasiado. Ambas renunciamos y yo encontre el trabajo en el ayuntamiento y ella en la mueblería.

-mamá, en estos momentos no puedo ponerme exigente, además ya no quiero trabajar en lo mismo, quiero hacer otras cosas.

-sabes que tengo dinero guardado, yo puedo hacerme cargo de los gastos.

-gracias mamá, pero ese dinero es para tu retiro además yo debo de darte a ti, no al revés... ya encontraré algo.

-como digas amor, ya casi esta la comida- besó mi frente y se levantó del sillón -¿Me ayudas a poner la mesa?- me dijo mientras caminaba a la cocina.

-claro- me levanté también del sillón y la seguí.

Me puse a colocar las cosas para servir la cena. Estaba muy agradecida con mi madre, ella siempre me a apoyado en todo y a estado a mí lado en todo momento. Cuando murió mi padre nos unimos más que nunca, siempre fuimos una familia unida, pero con su pérdida los lazos entre ella y yo se hicieron más fuertes. Mi madre me ayudó a superar la muerte de mi padre y yo la ayude a ella. El tenía cáncer, así que sus últimos días fueron en un hospital y nosotras a su lado.

-estos días te he visto muy triste- su voz me sacó de mis pensamientos -¿Se puede saber por qué?

-porque creí en personas que no debía- sonreí triste -a veces esperamos mucho de algunas personas y cuando nos defraudan...

-¿Esa persona a la que te refieres es tu jefe?- nos sentamos a comer mientras seguíamos platicando.

-si mamá...- baje la mirada apenada -yo- dije dudosa -yo tuve una relación con el y resulto que era casado.

-ay mi niña- se levantó de la mesa y se acercó a mí -no bajes la mirada amor, a veces nos enamoramos del hombre equivocado, pero pronto llegará el correcto.

-fui una idiota mamá- mi madre me abrazó -pensé que él era distinto, jamás podré volver a confiar en un hombre.

-no eres idiota y claro que volverás a confiar, solo que tardaras un poco en hacerlo. No debemos reprocharnos por enamorarnos, debemos agradecer por conocer el amor.

Las palabras de mi madre me daban un poco de consuelo, escuchar a otra persona decir que no soy idiota me hacía pensar que a lo mejor era cierto. Estaba tan avergonzada con ella, no quería decirle porque pensé que se avergonzaría de mí, pero fue todo lo contrario, aunque no sabe toda la verdad. Bese su mejilla y continuamos comiendo. La mesa se sentía enorme, solo para mí madre y para mí. Mi padre había muerto hace dos años atrás, el padecía cáncer de pulmón. El era un trabajador y cuando murió dejó asegurada a mi madre, pero ella y yo nos negamos a tocar ese dinero, ella porque es su único recuerdo y yo porque quiero que mi madre lo disfrute cuando ella ya no quiera trabajar. No era mucho, pero le daría una buena vida cómoda a mí madre.

Tenía que cambiar mi estado de ánimo, si mi madre noto que me pasaba algo, creo que las demas personas tambien lo harán y así nunca conseguiré trabajo. Pero me sentía mal mentalmente, las pesadillas continuaban. ¿Algún día se detendrán? Quisiera ser valiente y poder decirle a mi madre lo que pasó para que ella me consuele como suele hacerlo siempre, pero tengo miedo de que no me vuelva a ver igual, de que me mire con asco y desprecio, de que deje de amarme.

Aprendiendo a confiar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora