Cuando La Rosa Muera

Capítulo 85: Soleil

El concierto inició y transcurrió como había sido planeado. Al terminar, lanzaron flores, las cuales Villa recogió junto con una bolsa que le dieron. Entonces fue el momento indicado. Cumplió su parte de la apuesta.

- ¡Villamil!- exclamó Martín después de que recibiera una nalgada con la bolsa.

- Por chistosito.

Entraron junto a los demás del equipo. Inmediatamente, Martín empezó a buscar a alguien. Pero esa persona lo encontró antes.

- No te la quitaste.

- Cambié de opinión, Anyi- dijo sonriente.

- ¿Y qué fue lo que te hizo cambiar de opinión?- preguntó la chica.

- Mm temía que se me fuera a perder- respondió nervioso.

"Tú te la pusiste, temía que se me fuera a perder; son la misma cosa ¿no?"

- Está bien. Ven, vamos con los demás- Martín asintió con la cabeza e hizo caso a Anyara. Fueron con los demás.

- ¿Entonces cuándo nos vamos?- preguntó Simón

- En un par de horas- respondió el chico del sombrero.

- Hay que ir a comer- sugirió Villa.

- ¿Es que usted ya tiene hambre?- inquirió Isaza, aunque ya sabía la respuesta. Más bien hablaba para molestar.

- Sorpréndete cuando no- comentó Dian, a lo que Villa respondió despeinando su cabello.

- ¡Juan Pablooo!

Al final, todos aceptaron ir a comer, y fueron a buscar un lugar para hacerlo. No debía de ser muy lejos, ya que sólo contaban con dos horas, dos horas en las que debían de comer y regresar al hotel por sus cosas.

Cuando entraron al lugar seleccionado, tomaron asiento en una mesa, y se sentaron como solían hacerlo, bueno, no por completo.

Villa y Dian juntos, los chicles de Simón y L también; pero Isaza estaba empeñado en juntar a dos personas. El chico del sombrero se sentó a un lado del ojiverde, y así, el Vargas menor y su mejor amiga estarían juntos.

Anyara se daba cuenta de los planes de su amigo, y lo volteó a ver. Éste se encogió de hombros y le mostró su típica sonrisa mientras ella lo señalaba con su dedo índice y después dibujaba una línea horizontal en su cuello, imitando que era degollada.

Juan Pablo se le acercó y susurró en su oído.

- Me lo vas a agradecer.

Narra Isaza:

¿Debía dejar de intentar juntar a Martín y a Anyara...? ¡Nah!
Conocía a Martín de toda la vida y era de mis mejores amigos. Conocía a Anyara desde hace medio año, y se había vuelto la persona más importante de mi vida, mi mejor amiga; y aunque lo detestara, la seguía queriendo, pero mis sentimientos por ahora no eran los importantes, o más bien, no era de lo que me debería de preocupar.

Ante mis ojos, yo tenía a dos personas que se querían, pero que desperdiciaban su tiempo cuando bien podían tener la felicidad que yo no.

Siento que otras personas no tendrían el mismo pensamiento que yo. Pero sí quería eso, quería que tuvieran lo que yo no pude. Porque no sabían lo afortunados que eran.

Quería verlos felices.

Todo esto me está ayudando a darme cuenta lo mucho que puedo llegar a querer a alguien, o lo que una persona puede llegar a querer otra. Sea o no en un enamoramiento.