La furgo avanzaba, y tomó muchos minutos por el tráfico, pero llegaron. Las manecillas del reloj de Villa ya rozaban veinte minutos para las diez de la noche.
Había sido un día muy largo para todos.
Ya habían llegado, la furgoneta se encontraba al frente de su edificio. Bajaron las cosas que debían y subieron en grupos por el elevador.
Michelle estaba ansiosa, ¿cuál era la sorpresa que Simón tenía preparada? Y mejor... ¿por qué?
Primero entraron al departamento de los chicos, acomodaron las cosas en sus respectivas habitaciones con prisa. ¿Por qué se apuraban tanto? Ella no había entrado al departamento, permanecía ahí afuera ante el "espera aquí" del escéptico chico de gafas y sorpresas.
— ¿Por?— preguntó mientras le regalaba unos ojos que no comprendían la razón.
Simón
— Mm no te diré— respondió divertido.
No había querido decir nada o tocar el tema estando en el Zócalo. Y no lo demostraba, pero moría de nervios. Sus manos sudaban.
Hace un par de semanas, había tenido una idea. No era la menos usada, pero sí algo que sabía le gustaría, además era algo que habían quedado hacer desde hace un rato.
Pidió la ayuda de los muchachos para que no molestaran, y después de que lo obligaran a decir sus razones y se burlaran de lo cliché y sentimental que podía llegar a ser, aceptaron.
— Suerte, Monchito. Yo había vuelto por algo, pero ya se me olvidó qué jajaja— le dijo Villa antes de salir por la puerta principal—. Mich, chao— se despidió de la chica que yacía recargada en el marco de la entrada.
— Adióóóós, Villa— respondió Michelle—. Momento, tú vives aquí, ¿a dónde vas?
Juan Pablo miró a Simón y después a la chica de pelo azul.
— Aaam, con Dian.
— ¿Y los demás?
— Eeeehh también. Isa, Marto y yo vamos a su apartamento.
L miró confundida a Simón.
— O sea que nos quedamos... ¿solos?— cuestionó, incapaz de ocultar una sonrisa en la que se asomaban sus dientes, al chico de gafas.
— No es a fuerza— le respondió él también sonriendo.
Michelle ladeó la cabeza a un lado.
— Adiós, Villa— le dijo al ojiverde que empezaba a sentirse incómodo con ese par.
— Chao, raros— se despidió aliviado de poder irse y cerrando la puerta tras sí.
Ya estando solos, Simón habló.
— Ven— dijo llamando a L a la sala.
Michelle avanzó, y en cuanto estuvo frente al chico, éste se acercó al sofá y levantó algo que estaba encima del mueble. Era una caja de zapatos, que no parecía de zapatos gracias al decorado que poseía. Lo tendió a la chica que lo miraba con curiosidad y emoción.
— Ábrelo, e ignora mi escaso talento en decorar cajas. Aunque bien se merece un aplauso el intento.
La chica sonrió y tomó la caja con ambas manos. Era blanca, y tenía extraños dibujitos en ella, como esos que ella había visto dibujar a Simón en la orilla de las hojas de sus libretas. Le gustaban mucho. Apreció que él se hubiera tomado el tiempo en intentar que se viera bonita la caja. Se lo imaginaba concentrado inventando dibujos surrealistas. Se sonrojó inmediatamente.
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Cuando La Rosa Muera
FanfictionEl último año no ha sido bueno para Dian, el pasado le pisaba los talones y los recuerdos la alcanzaban en las esquinas. Morat había sido esencial para que no se rindiera, aquella banda la hacía inmensamente feliz. Y... ¿Qué mejor manera de agradece...