Capítulo 86: Fríos recuerdos

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Fueron unas palabras tan simples, y los dos sabían que el sentimiento con el que lo decían, contenía más intensidad que con la que se escuchaba.

Mostraron una media sonrisa y el resto del viaje no volvieron a sacar el tema.

20 de enero- 12:50 am

Llegando a "casa", casi entrando la madrugada, los recibió una temperatura baja. Los brazos descubiertos de Anyara se erizaron al apear del vehículo. Pasó sus manos frotando su piel expuesta para intentar regular su temperatura.

Al verla así, Martín no lo pensó dos veces y ya se estaba quitando la sudadera, la misma que había causado tanta lata por haberse perdido.

Cuando menos se dio cuenta, la chica ya tenía la prenda en los hombros y continuamente, en sus brazos desnudos.

- Toma- dijo Martín mostrando una dulce sonrisa.

- Gracias- lo imitó, aunque por dentro gritaba de felicidad. Lo miró agradecida y empezaron a ayudar a bajar las cosas al edificio.

Unos minutos después, cada quién ya se encontraba en su departamento, y Anyara aún con la sudadera del baterista, pues él le había insistido en que se la quedase por más tiempo.

Estaba sorprendida de ella misma, ¿cómo había sido capaz de hablar con él sobre ese tema? No lo entendía, pero agradecía de que no se hubiera enterado de algo más. No sabía cómo reaccionaría Martín si se enterara que la persona de la que estuvieron hablando, era él.

Martín

Todos estaban cansados, y en la mañana debían de despertarse temprano, ya que irían a un programa de televisión y a algunas entrevistas, según le había quedado claro. Pero el cansancio se esfumaba cuando recordaba lo sucedido en ese día. Su fiel sonrisa de mantenía ahí, estampada en su rostro, intacta; pero entonces sus sublimes pensamientos eran frenados por el terrible recuerdo de que Anyara estaba enamorada. Y ¡bam! Adiós tranquilidad y paraíso.

Tal vez, de haber reconocido sus sentimientos antes, las cosas serían distintas. O tal vez no, y sólo intentaba echarle la culpa a una cobardía inexistente. Era eso, seguro.

Para qué buscar culpables cuando en realidad el tiempo era el causante. Anyara simplemente era la persona correcta...en el momento equivocado. Los sentimientos de él hacia ella habían nacido demasiado pronto...o muy tarde.

Entonces de acordó de Isaza, la persona que desde un inicio le dijo lo de Anyi y que había insistido tanto en la actual y dura verdad. Suponía que debía contarle que, al fin, había logrado darse cuenta de sus sentimientos.

Pero él se le adelantó.

- ¿Marto? ¿Puedo pasar? - preguntó esa voz ronca desde la puerta de su cuarto.

- Claro, Isa. ¿Qué pasó?

- Nada, quería saber cómo le fue con Anyara- articuló soltando un suspiro y tomando asiento en la cama.

Pero masoquista que eres, Juan Pablo pensó el del sombrero.

- Bastante bien, me gustó mucho pasar más tiempo con ella.

- ¿Y ya se dio cuenta de lo que siente, weón?

Ahora Martín miró al suelo, listo para confesar.

- Sí, y tenía razón, Isaza, sí quiero a Anyi.

Juan Pablo, lentamente mostró una sonrisa ocultando sus dientes.

- ¿Y le va a decir? Tome en cuenta el tiempo que nos resta aquí, Marto.

Cuando La Rosa MueraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora