Capítulo 84: Para que nadie se entere

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A la mañana siguiente...

Simón

- Oiga, Simón- lo llamaban a la puerta mientras la tocaban.

- Shshsh, es que usted Villaco no entiende que hay gente descansando- ese fue Martín.

- Pero se hace tarde.

- Ah, es verdad...¡Simón, despierte!

A regañadientes abrió los ojos, se puso sus gafas y se levantó a abrir la puerta arrastrando los pies.

Abrió el acceso, donde lo estaban esperando Villa y Martín.

- No dejan dormir a gusto.

- Simón, ya es tardísimo- le dijo Villamil.

- No es verdad.

- ¿Sabe qué hora es, Monchito?- preguntó su hermano menor mientras jugaba con su sudadera.

Simón negó con la cabeza, a lo que Martín sacó su celular y lo prendió para que el Vargas mayor viera la hora.

El de gafas, abrió los ojos sorprendido, quitándose lo que le restaba de sueño de encima.

- ¡¿Las doce?!

Inmediatamente fue a darse una ducha y a cambiarse de ropa.

- No me sorprende, con eso de que llegó a las dos de la madrugada a su habitación- comentó el ojiverde.

- ¿Fue a las dos?- preguntó Vargas desde el baño.

- Sí, ¿pues a dónde fue con L, Monchito?

- Fuimos a la feria. ¿Y cómo sabe usted a qué hora llegamos?

Escuchó reír a Martín.

- Porque Dian me dijo que Anyi le contó que cierta persona de pelo azul tocó a la puerta de su habitación a las dos de la mañana porque había olvidado dentro su tarjeta para entrar.

Ahora fue Simón el que rio.

No tardó mucho en terminar de ducharse y vestirse, en menos de un minuto ya estaban en el elevador de camino a la planta baja del hotel. Tuvieron que entrar por otro acceso a la feria, ya que había ya mucha gente, y varios esperando ya para el concierto.

Al llegar, fueron a los camerinos, y se encontraron con un Juan Pablo bastante relajado ensayando y con Anyara de compañía.

- Perro, ¿y Dian?- preguntó Villa.

- Fue con L a comprar agua- respondió Isaza sin apartar la vista de su instrumento-. No han de tardar.

- Las voy a alcanzar- dijo dando la vuelta hacia la salida.

Pero Simón lo detuvo.

- Primero: no sabe dónde están. Segundo: ¿Vio la fila de fans que está afuera?

- Ay, no hay mucha gente, Moncho. Y lo del lugar se arregla, le preguntaré por mensaje.

- Hazle caso, Villamil. ¿No te acuerdas lo que te dije una vez sobre las fans y sus planes de secuestro con bolsas grandes, cinta y sogas?- dijo una voz femenina detrás de él.

El banjista volteó a ver a Dian y una sonrisa iluminó su rostro. Pasó su brazo por sus hombros mientras ella dejaba en una mesa lo que había ido a comprar junto con Michelle. La apegó a sí, y dejó un beso en su frente. Ella le devolvió la sonrisa.

- ¿Y Michelle?- preguntó Simón.

- ¡Bu!

- ¡Ah!- exclamó el bajista dando un respingo.

Cuando La Rosa MueraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora