Capítulo 37: Ángel

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Pagaron sus entradas y pasaron al museo dinámico.

Dentro de la enorme construcción se encontraban bastantes juegos con el tema de fútbol. Todos les llamaban la atención, en lo personal, a Dian le interesó mucho un juego en el que tenías que mover un balón de fútbol con la mente colocándose una diadema que se conectaba al juego.

Se estaban divirtiendo muchísimo, las risas inundaban su ambiente, claro, no demasiado como para que los demás visitantes del museo se molestaran, es más, hasta ellos se reían.

Una que otra persona los volteaba a ver y sonreía ante las acciones que realizaba nuestro querido par. De hecho, Villa juró a haber escuchado a una voz femenina decir: "quiero una relación así".

Él simplemente sonrió, le brillaron los ojos, estaba feliz por algo que ni siquiera aún sucedía.

Después de aproximadamente una hora de cumplir el propósito del particular museo, Dian y Villa, conducidos por el mismo apetito, se dirigieron a un restaurante para comer algo.

El lugar estaba abarrotado de gente, era una buena señal. Bien lo sabía Villa.

Tomaron asiento en la mesa que se les fue asignada, ordenaron su comida. Dian pidió algo especial.

- ¿Segura que quieres eso? Dijeron que era demasiado picoso- dijo el chico mirándola con escepticismo y conteniendo la risa.

- Yo lo aguanto, no te preocupes.

- ¿Segura?- ahora lo dijo más como retando que dudando. Dian lo notó.

- ¿Estás retándome?- (xd *insertar plantilla de meme*) arqueó la ceja y se cruzó de brazos. De nuevo esa faceta desafiante.

- Tal vez, ¿te parece que lo estoy haciendo?- imitó la postura de la chica.

- ¿Cuánto a que sí aguanto?

- Mmm sólo pido que vayas mañana a despedirme al aeropuerto.

- Ja eso con o sin apuesta lo hago, Villamil. ¿Algo más?

- No, sólo eso.

- Okey.

Pasaron unos minutos, trajeron su comida.

Por un momento, pareció que Dian había ganado, su comida no le picó, al menos en un principio. Después de unos segundos... su orden había causado que sus ojos se humedecieran.

Se pasó el bocado, ya habiendo hecho eso, empezó a agitar sus manos sobre su boca para intentar imitar la función de un abanico. Sentía que esa vaina le estaba quemando la lengua.

- ¡Dios mío!— exclamó ella.

- Te lo dije - dijo satisfecho y

- Jajaja pareciera que me quema la bocaa— no sabía si reír o tomar agua.

- Jajaja lo noto, ¿quieres agua?- preguntó acercando el líquido.

- Sí jaja por favor. Dioos, jaja es como si tuviera un infierno.

- Si es así, entonces yo tengo a un ángel al frente de mí.

Dian no supo si fue por el efecto del picante pero, sintió como una ola de calor y un leve color rojizo recorrían su rostro, además de las mariposas en su estómago a las que ya se estaba acostumbrando desde que Villa llegó a su vida. Era imposible no sentirlas teniendo a ese hombre a pocos centímetros de ella, sobretodo cuando decía ese tipo de cosas.

Después de que se hubiera tomado un largo trago de agua, dijo:

- ¿Te habían dicho que eres muy cursi, Juan Pablo?

Cuando La Rosa MueraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora