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Tras haber recogido a sus dos amigos en el aeropuerto, los tres adolescentes salieron del lugar y subieron al coche del adulto, para poner rumbo a la sede japonesa de fútbol juvenil.

Cuando llegaron a aquel enorme edificio, la rubia acompañó a los extranjeros hasta las habitaciones donde dormirían el par de días que pasarían en Inazuma.

Cuando llegaron a la sede, eran ya las diez y media de la noche, por lo que los tres adolescentes se cambiaron, poniéndose el pijama y se reunieron en la habitación de la rubia para poder ponerse al día.

Que tal lo pasasteis en Roma? -preguntó la rubia con una sonrisa divertida en su rostro-

La chica de cabellos dorados se encontraba sentada en la cama, con la espalda apoyada en el cabecero y abrazando un cojín, mientras que la morena se encontraba tumbada en la cama, con sus pies colgando de un extremo de esta y su pelo cayendo por el otro; y el rubio se encontraba sentado sobre el escritorio.

Pues muy bien, la verdad -respondió el rubio con una enorme sonrisa- La ciudad es increíble y el equipo de Orfeo es una auténtica pasada.

Deberías haberle visto, se le ponía cara de niño ilusionado por cualquier cosa -dijo la morena soltando una carcajada-

Vi las fotos que me enviaste Alex -dijo la rubia riendo- Se le notaba

Le mandaste fotos de mi? -preguntó el rubio poniendo un puchero-

Solo una o dos -dijo la de ojos verdes retándole importancia con la mano-

Uno o dos millones -dijo la de ojos azules deslizando el dedo sobre la pantalla de su móvil haciendo que las fotos avanzasen- Sales muy guapo

Traidora -dijo la morena soltando una carcajada-

Oh eso es juego sucio Bianchi -dijo el rubio rodando los ojos-

Vamos, no vas a dejar de quererme por esas fotos -dijo la morena burlona-

Tienes suerte de que eso sea cierto -dijo el rubio sonriendo-

Los dos chicos se miraron con unas dulces sonrisas en sus rostros, cosa que hizo que la rubia levantase una ceja curiosa y divertida para luego carraspear.

Al escuchar el carraspeo, ambos chicos miraron a su amiga y un notorio sonrojo se hizo presente en las mejillas de ambos.

Creo que se os está olvidando contarme algo, no creéis? -preguntó la rubia divertida-

Puede que pasase algo mas en Roma... -dijo la de ojos verdes mordiéndose el labio cada vez mas sonrojada-

Puede que hayamos comenzado a salir... -dijo el rubio avergonzado-

Me parece fatal que no me lo hayáis contado antes, pero no pasa nada, me alegro muchísimo por vosotros -dijo con una enorme sonrisa mientras sacaba su móvil y comenzaba a grabar un audio- Hi Dylan, te acuerdas de la apuesta? Me debes veinte dolares, te quiero!

La rubia envió el audio y sus dos amigos la miraban con los ojos abiertos como platos y caras de pura indignación.

Que? -preguntó la rubia-

Has apostado con mi padre sobre nuestra relación? -preguntó el rubio ofendido-

Dylan dijo que no pasaría nada entre vosotros y yo que acabaríais liados, así que si, apostamos -dijo la rubia riendo a carcajadas-

Como podías saberlo? -preguntó la morena-

Vamos, era evidente, si no os liasteis antes fue porque estáis los dos ciegos -dijo la rubia burlona-

Bienvenida al RaimonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora