—Estamos divididos en dos grupos —explicó Adam —Sergio, Laila, Hanna, y en cierta forma Toño, recogen armas y atacan a los segundos objetivos. Espera, en un momento te explico eso. —dijo al ver que abría mi gran boca para hacer una pregunta. —Mientras, Alexa, en cierta forma Toño, (al parecer tú), y yo atacamos a los "primeros objetivos". Como ya te habrás dado cuenta, los primeros objetivos son las personas de otros pelotones. —Asentí —Al marcarlos quedan eliminados del juego, tienen que volver a su zona y no pueden volver a jugar, lo cual deja en desventaja a su pelotón. Debo añadir que, los que tienen por encargo los segundos objetivos también deben cuidarse las espaldas, pues cualquiera es susceptible a ser marcado. Por lo general, nuestro pelotón lleva consigo a uno de los que se encargan de cazar a los primeros objetivos junto con los del otro grupo, para evitar que estos últimos sean atacados y no puedan defenderse. El encargado de eso es Toño.
>>Y bueno, si se complican las cosas para el grupo cazador de los segundos objetivos, tenemos que acudir en su ayuda, o viceversa. Al final el grupo que tenga más segundos objetivos... Hm... "Marcados", gana. Los primeros objetivos sólo suman puntos.
—Entiendo, pero, Adam... ¿Qué son los segundos objetivos?
—Oh, eso... —empezó, pero se interrumpió al oír su celular sonar. —Debo contestar, es Hanna. —y lo hizo. La voz de la líder gritando apareció al otro lado de la línea. Adam ni se inmutó. —Okey, okey, voy para allá. —la tranquilizó y colgó. —Lo siento, Crist, es que es urgente.
Antes de que yo pudiera añadir algo, salió corriendo del espacio que compartíamos, dejándome sola con la infinita oscuridad y la mitad de lo que debía conocer.
Estaba sentada en cuclillas, con el arma en ristre, examinando mis posibilidades. De pronto, vi una sombra cruzar la puerta del edificio de enfrente con paso lento y torpe. Era una silueta masculina. Por un momento, me cruzó por la cabeza que podría tratarse de Adam. Después lo dudé, y luego la curiosidad irrumpió mi cerebro.
Gatee. Me acerqué a la puerta que estaba abierta. Cuando saliera (y si no era Adam o alguno de mi pelotón), haría uso del factor sorpresa. Dispararía, y una bonita X marcaría alguna parte de su cuerpo. Esperé a que asomara la mínima parte. Pero no lo hizo.
Nuevo plan: Ir yo por él.
Me levanté de un brinco y crucé el viejo asfalto, rápido y con cuidado. Entré al edificio y encendí la linterna que me había encontrado en la otra construcción. Recorrí la habitación con la luz y entonces lo vi... Estaba en decúbito, y alrededor de él... Había sangre. Me senté de rodillas junto a él y noté que algo incongruente y puntiagudo sobresalía de su desgastado chaleco negro. Con esfuerzo, le di la vuelta al cuerpo y ahogué un grito al notar que su filo me devolvía la mirada: Una daga. Una daga que me resultaba extrañamente familiar. El filoso artefacto se hallaba clavado en sus pulmones cual bandera en una recién colonizada tierra. Traté de medir su pulso, pero ya no había corazón latiente en ese inerte cascarón humano. Estaba muerto.
De repente, escuché voces. Me levanté de un brinco y volteé a todos lados, buscando un escondite. Lo encontré en las escaleras. Subí velozmente. Eran iguales a las de la casa de Leticia, por lo que al torcer a la izquierda, quedaba oculta.
— ¿Estás segura de que se fue por aquí? —preguntó alguien.
—Sí que eres idiota. ¿Acaso no ves el rastro de sangre? —dijo una inconfundible y fastidiosa voz autoritaria.
—Oh... Ya lo veo —terció alguien más. Toño. Mi corazón aceleró el motor. —El rastro va hacia el edificio.
Pasos apresurados sobre el asfalto. Luego, se detuvieron.
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Sombras Traicioneras | COMPLETA
Fantasía-¡Crist, tenemos que bajar! -dijo él. ››-¿Estás loco? ¡Esas llamas nos quemarán vivos! (...) ››-Crist... Esa es la cosa... No lo estamos...›› Cuando el padre de Cristina debe irse a un viaje de negocios, parece que el único desastre será vivir tem...