Daemoniourum Spell

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— ¡Aplaudan a la nueva! —gritó el hombre de pelo blanco alzando mi mano, como si yo hubiera ganado algo. Con este gesto, las personas empezaron a aplaudir. —Ven, acompáñame a mi oficina, Cristina. Vamos a hablar acerca de cómo es el proceso de aceptación aquí. Mi nombre es André, y como ya habrás notado, soy el jefe aquí. Acompáñenos también ustedes. —les dijo a Max y a Wayre.

Subimos las escaleras mientras que el jefe me ponía una mano sobre el hombro.

—De ella le había hablado, jefe. Le aseguro que mi hermana es increíble. Es un demonio categoría 9. —declaró Max, y André se detuvo súbitamente. Me observó con brío.

—Entonces será un magnífico elemento para nosotros. Y la verdad, con esa categoría dudo que necesite entrenamiento. Es por aquí. —dijo señalando una puerta de madera, la cual me resultó conocida. En unos cuantos segundos, recordé que Wayre había entrado por esa misma puerta a entregar un informe el día en que Leticia y sus otros dos hijos me dijeron de la muerte de mi padre.

Al pensar en él, una rabia y una gran tristeza me invadieron el cuerpo, más aun al recordar que desperdicié varios meses en esperar a que Izumi hiciera algo para investigar su muerte. El últimamente constante nudo en la garganta se apretó, pero me esforcé en no demostrar todo lo que estaba sintiendo en ese instante.

Seguimos subiendo hasta alcanzar la puerta. Una vez ahí, el jefe la abrió y me cedió el paso. Se trataba de una oficina llena de papeles y archivos. Algunos estaban pulcramente ordenados en gavetas, mientras que otros se hallaban desparpajados por el suelo. En medio de la oficina había un escritorio de madera (igual, lleno de papeles). Alrededor de la habitación había otros tres escritorios.

Se adelantó y se sentó en una silla con pequeñas ruedas, que se hallaba detrás del escritorio principal. Nos ofreció asiento en las dos sillas que estaban frente a él. Max y yo nos sentamos, mientras que Wayre se quedó parado detrás de nosotros.

—Okey, primero que nada, te voy a dar esta solicitud de empleo, la cual quiero que llenes y la traigas para mañana. En cuanto a ustedes dos —dijo hablándoles a los chicos. —, ya que la conocen, necesito que hagan una carta de recomendación. Obviamente no se la pediremos a Izumi, así que hay que trabajar con lo que tengamos. Ahora. Hablemos de las pruebas y del entrenamiento que recibirás. —dijo dirigiéndose nuevamente a mí. — Considerando tu categoría, y el hecho de que ya recibiste entrenamiento con Izumi, probablemente puedo hacer que se reconsidere el hecho de que tengas que tomarlo. Claro, todo tendrá que ver también en cómo sales en las pruebas.

— ¿Cuándo serán? —pregunté.

—Mañana mismo, cuando vengas a entregarme tu solicitud de empleo. ¿De acuerdo? —Preguntó y asentí. — ¿Alguna duda o comentario?

Una pregunta estaba rondando en mi cabeza, y exigía ser escuchada.

—Yo... Bueno, mi papá fue asesinado hace aproximadamente un año. Le pedí ayuda a Izumi para investigar su muerte, puesto que me había dicho que era una empresa de seguridad. Pero nunca hizo nada. Me dijeron que había sido un "accidente de trabajo", pero estoy segura de que eso fue homicidio.

— ¿Dónde trabajaba tu padre?

—Con Izumi. —declaré, y el hombre me miró con brío.

— ¿Cuál era su nombre?

Abrí la boca para responder, pero alguien lo hizo por mí.

—Alberto Rivera. —masculló Wayre seriamente. Empezó a dar vueltas por la habitación.

Silencio.

—Sí...

André se aclaró la garganta.

—Sí, por supuesto que te ayudaremos. Claro que sí, pasaremos esto a casos de investigación. Cuando te aceptemos formalmente nos darás detalles.

Max se quedó en la oficina porque aún tenía que pasar reportes. Wayre en cambio, pidió un permiso, y me acompañó a casa. Caminábamos sin decirnos nada. Me encontraba reflexionando sobre todo lo que me había pasado desde el año anterior. Y de pronto, una duda muy ruidosa se amplificó por toda mi cabeza.

—Wayre... ¿Supiste lo de mi madre?

—Sí, Max me enseñó y me contó varias cosas. ¿Por qué?

— ¿Por qué ella nunca intentó recuperarme? Es decir, muchas veces me quedé sola en casa y jamás trató de entrar y explicármelo todo.

Wayre carraspeó.

— ¿Has escuchado del Daemoniourum Spell? —le di a entender por mi expresión que no. — Bueno, según los diarios de tu mamá, cuando eras pequeña, Izumi te roció ese hechizo. El "Hechizo de Demonio". No sé muy bien las bases, pero parece ser que los demonios pueden desarrollar la habilidad de hacer hechizos, con práctica y eso. ¿Nunca te tocó? —negué con la cabeza. Tal vez, si me hubiera quedado más tiempo con Izumi pude haber aprendido acerca de eso. —En fin. De lo que he leído e investigado, el hechizo sirve para proteger a los Sucesores y a humanos pequeños, para que determinadas personas no se acerquen a ellos.

— ¿Pero por qué nunca la llegué a ver si me tomaba fotografías desde ángulos un tanto cercanos?

—Hm, al parecer el hechizo incluye que no podías verla.

—Oh. —contesté, nostálgica.

— ¿Quieres que revisemos sus diarios para ver qué onda? —dijo, y yo asentí, mirando el piso. —Hey, no te sientas abatida. Todo va a mejorar, te lo aseguro. Y te lo dice alguien cuya vida también ha sido una reverenda mierda.

Le sonreí de lado. De pronto, se adelantó y se paró frente a mí. Acto seguido, me abrazó. Me quedé sorprendida por un instante, pero al cabo le devolví el gesto. Le agradecí por estar conmigo. No respondió, no al menos de esa forma. Apretó el abrazo. Después me soltó.

—Vamos, sigamos caminando.

Seguimos haciéndolo, hasta que llegamos al conjunto de departamentos donde Max y yo vivíamos. Entramos a este, y estuve plenamente consciente de que ambos estábamos solos. No pude evitar sentir vergüenza. Ingresamos a la habitación de Max, pues él tenía los diarios, y documentos de mamá. Nos pusimos a buscar en silencio, y de pronto, Wayre me llamó:

—Tienes que ver esto.

Me acerqué a él, quien estaba hincado en el suelo, leyendo. Me tendió una libreta que reconocí de inmediato: El diario de mi madre. Miré la página que estaba leyendo.

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Decimo tercer cumpleaños. Doceavo año sin ti. Te extraño mucho mi nena hermosa, es como si me faltara una parte de mí. Haría lo que fuera por verte, pero el Daemoniourum Spell me obliga a mantenerme alejada de ti. Si me acerco demasiado, podría morir o terminar muy dañada por la maldición, y no puedo arriesgarme, no teniendo a Max. Es pequeño, un año menos que tú, cariño. Te juro que te sigo amando.

-Mamá

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Le devolví la libreta. La tomó y la dejó en el suelo. Miré mis pies. Mi vida sí que había sido una porquería. 

Sombras Traicioneras | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora