Pasé las pruebas y me habían aceptado la solicitud de empleo. No había requerido entrenamiento. Llevaba ya dos meses trabajando para la OLFD. En ese transcurso de tiempo, no había pasado mucho con respecto al grupo de Izumi. Algo de actividad paranormal en ciertas zonas, pero la verdad nada que valiera la pena contar. Hasta ese día.
Me di cuenta de ciertas diferencias entre ambos bandos. Los demonios llevaban la magia negra en las venas. La OLFD, con la más reciente tecnología, creaba nuevos artefactos para combatir. Los demonios, justo como las viejas creencias y escrituras decían, poseían seres humanos para diferentes propósitos. Mientras tanto, la OLFD, exorcizaba. Durante el tiempo en que trabajé para ellos, varias personas habían llegado en dichas condiciones. Los demonios construían el caos. La OLFD destruía el cataclismo.
En ese momento me encontraba sentada frente a una amplia mesa de cristal, con forma redonda. Alrededor de ella, incluyéndome, había seis personas. Lo que teníamos en común en aquella reunión era que estábamos planeando un ataque contra Izumi. Según algunos infiltrados en el grupo, el nombrado estaba planeando una ofensiva contra los civiles, puesto que el grupo había empezado a debilitarse sin mi presencia activa. Los cadáveres les otorgaban fortaleza, y era posible que ya hubieran reclutado a algunas personas y estuvieran tramando otras transformaciones.
En la OLFD había tres puestos principales: Estrategas, Atacantes, y de Piso.
Los Estrategas, eran aquellos que hacían cálculos para ubicar las zonas en que se encontraban atacando los demonios, y evidentemente creaban las mejores estrategias para atacar o defendernos de algún movimiento.
Los Atacantes, como decía el nombre, eran los que ejecutaban las acciones, las investigaciones y el trabajo de campo.
Los de Piso eran los que se quedaban en las oficinas y atendían ciertas emergencias, por ejemplo, exorcismos.
En aquél momento nos encontrábamos: Sara, la jefa de los Estrategas, Alfonso, mi jefe directo, el encargado de los Atacantes; Enrique, jefe de los de Piso, André, el jefe general, Wayre, quien desempeñaba dos roles: Uno era de subjefe en el área de Atacantes, y por su estrecha relación con el jefe general (una relación parecida a la de padre e hijo), era la mano derecha del mismo. Y por último, estaba yo. No era encargada en nada, pero como conocía algunas de las tácticas de Izumi, ahí me tenían.
—Generalmente atacan en un solo punto. —declaré, mirándome el esmalte negro de las uñas. —Por ejemplo, en los entrenamientos estaban en una misma zona, el día del ataque a este lugar...
—Bueno, según los cálculos que hemos hecho con la información que recibimos por parte de los infiltrados, parece ser que tienen nuevas estrategias. Todo indica a que van a atacar varias partes de la ciudad.
— ¿Qué áreas, Sara? —cuestionó Alfonso.
La mujer de tez morena suspiró y sacó un mapa. Lo puso sobre la mesa. Era de la ciudad. Alguien había marcado con plumón rojo los puntos donde pensaban atacar. Todos nos dimos cuenta del patrón de inmediato, pero fue Wayre quien lo dijo:
—Los suburbios, áreas que nos tomaría algunas horas llegar ahí.
—Exactamente.
—Tenemos que dividirnos en grupos. —declaré.
—Exacto. Jefe, que cada grupo cuide de las comunidades más propensas a los ataques. —dijo Wayre mirando a André. Le tomé la mano y se la apreté. Él me devolvió el apretón, y me dedicó una perfecta sonrisa de lado, la cual, si hubiera tenido sangre corriendo por mis venas, me habría hecho sonrojarme de vergüenza. A pesar de que ya éramos pareja, aún no se me quitaba esa manía de ponerme nerviosa por él.
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Sombras Traicioneras | COMPLETA
خيال (فانتازيا)-¡Crist, tenemos que bajar! -dijo él. ››-¿Estás loco? ¡Esas llamas nos quemarán vivos! (...) ››-Crist... Esa es la cosa... No lo estamos...›› Cuando el padre de Cristina debe irse a un viaje de negocios, parece que el único desastre será vivir tem...