El relato de Wayre

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— ¡Uff, creí que nos iban a descubrir! —exclamó Max una calle después. Wayre había bajado la velocidad, manteniendo una constante de 40 km/h.

—Ya sabes que no iba a pasar. La OLFD es mejor que el grupo de Izumi. Sin ofender. –dijo Wayre, mirándome de soslayo.

—Te dije que nunca estuve del lado de Izumi realmente. Lo hice para investigar la muerte de mi papá. Él trabajaba ahí. Supuse que me podían dar una respuesta, o al menos investigar qué había ocurrido o quién era el responsable.

— ¿Y qué te hizo creer eso?

—Tu familia me hizo creer dos cosas. La primera era, que la última voluntad de mi papá fue que yo siguiera sus pasos en la empresa.

Wayre hizo una risa breve y burlona.

—Tu papá no habría querido eso para ti, te lo aseguro. Es un mundo horrible y lleno de violencia. Tú misma lo comprobaste. —Hizo una pausa —. ¿Y la segunda cosa que te hicieron creer?

Me pasé una mano por el cabello, descubriéndome la cara.

—Al principio me hicieron creer que se trataba de una empresa de seguridad. —me sentí como una completa estúpida.

— ¿Qué hicieron qué? –Preguntó Wayre, incrédulo, sonriendo a medias. —Wow, entonces te mintieron abiertamente. —asentí, molesta conmigo misma por no haberme dado cuenta antes. —Vaya, esa estrategia no me la esperaba. ¿Y tú, Max?

No contestó. Nos volvimos y lo descubrimos en medio de un profundo sueño. Entonces sentí el deseo de estar en su lugar. De hecho, estar en el lugar de cualquier otra persona me parecía una idea bastante seductora. No tener la conciencia tan turbia, no estar huyendo de algo y poder dormir bien. Todo eso sonaba sencillamente encantador. Pero bueno. El chiste es que quería dormir, pero necesitaba mantenerme alerta. Apenas había conocido a Max, y Wayre odiaba a los de mi especie, así que no podía bajar la guardia. Miramos al frente de nuevo, y nos quedamos en silencio un buen rato.

—Entonces... Empresa de seguridad, ¿eh? –dijo Wayre de pronto. Seguía sonando un poco sorprendido. —Creo que para cuando logré entrar a la casa por la fuerza sólo alcancé a escuchar que te ofrecían trabajo en una empresa, pero no llegué a escuchar de qué, por lo que supuse que se trataba de Izumi.

—Sí, así fue.

— ¿Y cómo lo llevaban? ¿Qué hacían o qué?

Suspiré. No quería hablar con él, pero al menos eso me mantendría alerta.

—Entrenamientos. Al principio era yo sola con la líder del pelotón... Hanna. Sólo era físico. Sentadillas, y demás. Después de unas cuantas sesiones haciendo la misma mierda, me enseñó a disparar. Cuando lo tuve bien manipulado, me uní al entrenamiento que llevaban los demás.

— ¿Y en qué consistía? —preguntó con curiosidad. Satisfice su duda. —Interesante. —comentó, pensativo. Hizo una pausa. Luego siguió preguntando. — ¿Y cómo es que te convirtieron en un demonio?

—Fue muy simple. Nos llamaron a una reunión de último minuto, y sin más, sin consentimiento mío, y supongo que sin el de muchos otros, nos incluyeron en un ritual satánico.

— ¿Y luego qué más? —cuestionó. Le dije todo lo demás que había ocurrido, omitiendo los detalles de Adam. Estaba muy segura de que ninguno de los dos queríamos saber de él.

—Sabes muchas cosas. Cosas que ni yo con un largo historial de familia lleno de demonios, y con un trabajo en la OLFD, sabía.

— ¿En serio? Porque la verdad es que tengo la impresión de que estoy muy lejos de saber lo que realmente está pasando. Creo que ya no me importa tampoco. Sólo quiero zafarme de todo esto. —me sinceré.

Sombras Traicioneras | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora