Dejaron salir a Adam del hospital después de algunas horas. Subimos al carro al atardecer, y llegamos a la casa por la noche.
A media noche, tocaron la puerta algunos miembros de la empresa. Leticia los dejó pasar y pude escuchar que la OLFD había calcinado el cuerpo de Yannick. La escuché llorar, y vi como una mujer la abrazaba. Luego, hablaron de que ella sabía lo que significaba perder a un hijo, pues el de ella había fallecido hacía ya un tiempo.
Los agentes se fueron. La casa se quedó sola con sus tres silenciosos habitantes.
Pasaron los días. Leticia llegó a casa con una prótesis para Adam, pero no solía ponérsela a menos que saliera.
Pasaron los días. No íbamos a la escuela. Nunca más pondríamos un pie ahí.
Pasaron los tortuosos días. A pesar de que no había cuerpo, Leticia convocó a la empresa.
Pasaron los días. El funeral de Yannick se celebró. Me negué a hablar. Me encontraría cara a cara de nuevo con mis sentimientos de culpabilidad.
Pasaron los días. Ya hacía una semana desde su muerte. La casa no era lo mismo sin Yannick. Sus bromas y sus risas estaban ausentes, y eso seguía siendo duro de asimilar. Leticia era un mar de lágrimas, y atrapé a Adam llorando a escondidas un par de veces.
—No quiero que mamá se preocupe. —dijo.
Esconder que algo te lastimaba sólo hacia más agudo el dolor. Por experiencia propia lo sabía. Así que empecé a hacerle compañía, en parte también porque sentía que todo aquello había sido mi culpa. Pensé que me alejaría, pero no parecía molestarle mi presencia. Nos volvimos muy cercanos.
—Las únicas tres razones por las que sigo aquí son mi mamá, tú, y ese sentimiento de venganza contra la OLFD. Voy a acabar con esa maldita organización, cueste lo que cueste. Por Yannick. —dijo solemnemente una noche.
Con gran autocontrol, entrelacé mi mano con la de él. Adam la apretó, como si temiera que me fuera a desaparecer de pronto.
Estábamos en la azotea, sentados, con los pies colgando. Eran casi las once de la noche.
—Pronto va a ser el ataque —comenté, tratando de animarlo. Esbozó una pequeña sonrisa. Me contenté con eso.
Miré al cielo: Las estrellas titilaban a lo lejos. Alguna vez había escuchado que cada estrella era un alma, y no pude evitar preguntarme si estaría viendo la de papá o la de Yannick.
Empecé a pensar en mi papá, y a pesar de que ya había pasado algún tiempo desde su defunción, me era difícil dejarlo ir. No podía dejar ir la rabia, el dolor, la melancolía... No quería ponerme a llorar en ese momento, así que miré hacia otro lado, intentando distraerme. Me topé con los ojos de Adam, y nos contemplamos unos segundos. Luego, los aparté, con vergüenza. Él empezó a zarandear mi mano, tratando de llamar la atención.
—Ni lo pienses. —dije, tajante. —No voy a voltear.
— ¿Por?
—Porque... —<<Me pones muy nerviosa>> pensé en decir, pero era la razón real, y me costaba expresar mis sentimientos abiertamente. Así que me quedé callada. Adam también cerró su gran boca unos instantes, expectante.
—No te gusto, ¿verdad? —preguntó al cabo, y yo sólo pude pensar que era un pendejo.
Le eché una mirada. Tenía la vista hacia el horizonte, mientras asentía, dolido.
—Oye —lo llamé.
—Eu —contestó.
—Mírame.
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Sombras Traicioneras | COMPLETA
Fantasia-¡Crist, tenemos que bajar! -dijo él. ››-¿Estás loco? ¡Esas llamas nos quemarán vivos! (...) ››-Crist... Esa es la cosa... No lo estamos...›› Cuando el padre de Cristina debe irse a un viaje de negocios, parece que el único desastre será vivir tem...