CAPÍTULO XXXVI

501 71 25
                                    

GIDEON

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

GIDEON.

Es entrada la noche cuando finalmente regresamos a nuestra casa. Y tal y como la primera vez que entramos a nuestro nuevo hogar, cargo a Gaia en mis brazos a través del umbral de la puerta y hasta nuestro dormitorio.

—Estás deslumbrante —susurro, dejando a mi esposa sobre sus pies frente a mí. Aunque la verdad es que la palabra "deslumbrante" no alcanza a abarcar su aspecto en estos momentos.

Sonrío cuando la veo ruborizarse, el color rosado cubre sus mejillas y baja por su cuello hasta la curva de sus pechos en el escote de su vestido blanco. Desde que la vi rodear nuestra casa luciendo su vestido de novia, supe que estaba bastante jodido. Esa prenda iba a ser mi muerte esta noche.

Tomó todo mi autocontrol no deslizar mis manos sobre el suave material de su vestido para poder sentir las curvas de su cuerpo debajo en medio de la ceremonia, y debo decir que fue una agonizante tortura el mantener mis manos quietas durante las últimas horas.

Pero ahora, no hay nada que me detenga.

Llevo mis manos a su cintura y beso un lado de su cuello, la necesidad de tener mis labios sobre su piel me gobierna en este momento.

—Pues tú no te quedas atrás —dice ella contra mí, su mano detrás de mí cuello acariciando suavemente atrás y adelante.

Me obligo a apartar mis labios de su cálida piel y me enderezo. Sujeto un sedoso rizo negro para colocarlo detrás de su oreja mientras inhalo un poco más de su embriagador aroma, permitiéndome la aceptación y satisfacción de saber que realmente lo hemos hecho. Que verdaderamente lo hemos conseguido.

Finalmente nos hemos casado.

Ahora somos marido y mujer.

Tenemos un bebé en camino y somos propietarios de una casa jodidamente maravillosa y acogedora.

Aún me es difícil creer que todas estas cosas están bajo mi nombre; pero aquí estoy de pie frente a la prueba tangible de ello.

Gaia tira de su labio inferior entre sus blancos dientes y lo muerde en un lado a la vez que desliza sus manos desde mis hombros hasta el interior de mi chaqueta. Tengo que ahogar un gemido al verla hacer eso.

Sujeto su rostro entre mis manos y me inclino, poniendo mis labios sobre los suyos, empujando mi camino hasta el fondo de su dulce sabor mientras mi mujer desliza la chaqueta por sobre mis hombros para deshacerse de ella.

Ambos estamos más allá de la capacidad de parar las cosas en este punto.

Me aparto de sus dulces labios y me deshago rápidamente de mi traje hasta estar completamente desnudo frente a ella. Sus peculiares ojos heterocromáticos se deslizan lentamente por cada centímetro de mi cuerpo en un camino descendente que termina en mi muy erecto y listo miembro esperando por ella. Me mira completamente hipnotizada, perdidamente enamorada, con lujuria ciega de la misma manera en que yo la veo, memorizándola como ella parece memorizarme.

TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora