CAPÍTULO X

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GAIA

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GAIA.

Me despierto con el sol de la mañana brillando a través de las cortinas y automáticamente mis párpados se aprietan cerrados, rechazando la luz. Incorporándome sobre el colchón, le doy la espalda a la ventana antes de abrir mis ojos lentamente.

Trato de enfocar los muebles de mi dormitorio mientras me pongo en pie y camino al cuarto de baño para lavarme el rostro. Entonces regreso a la habitación, tomo del gancho de detrás de la puerta el albornoz y me cubro con él mientras desciendo las escaleras.

La casa está en completo silencio y me sorprendo al ver la sala de estar completamente vacía. Extrañada de no ver a mi madre con su rostro escondido detrás de un libro en su usual lugar en el sofá, camino hacia la cocina y me detengo en seco.

A través de la ventana sobre el fregadero, veo a mis padres hablando en el patio. Obviamente no quieren que escuche lo que sea que están discutiendo, pero aun así puedo comprender el nivel de seriedad por la mandíbula apretada de él y los ojos estrechos de ella.

—¿Tú quieres tener otra discusión con Lacey Silvestri? —Escucho a mi padre preguntar cuando camino silenciosamente dentro de la cocina—. Porque yo no.

Mi corazón cae y entro en estado de alerta rápidamente. Si la madre de Gideon es nombrada en su conversación, sólo puede significar una sola cosa.

—¿Pero tiene que ser hoy? Acaba de terminar su entrenamiento, Derek. —El viento sopla, provocando que un mechón de su brillante cabello castaño vuele sobre su rostro. Mamá se lo recoloca detrás de su oreja y se abraza a sí misma contra el frío clima—. Santo cielo, aprendió a disparar un arma hace sólo seis días.

Cierro los ojos y mi cabeza cae.

Era consciente que en cuanto aprendiera a disparar un arma me asignarían a una misión, pero no sabía que iba a ser tan pronto.

—Yo tampoco estoy contento con todo esto, Fern —le contesta él sin expresión—. Pero cada vez que Gaia no va a una de las asignaciones, Lacey enloquece. Si ella enloquece, su marido también lo hace. Y si Nika enloquece, todo se irá a la mierda.

Mamá asiente y puedo ver cómo su cuerpo se derrumba con un suspiro.

—Lo sé.

Cuando Derek envuelve a su esposa entre sus brazos y la acerca a su cuerpo, camino lentamente hacia la puerta junto a la ventana y pego mi espalda contra esta. Mi cara caliente y mis palmas sudorosas mientras escucho su conversación silenciosa.

—Ella estará bien, te lo prometo —susurra contra la cima de su cabeza.

—Si le llega a pasar algo...

—Detente —dice con voz ronca—. No hagas eso. Estará bien.

No estoy segura de a quién está tratando de convencer, si a ella o a él mismo. De lo único que estoy segura es que todos estamos asustados.

TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora