Capítulo 5

12 2 0
                                    

Narrado por Carlota a 12 de agosto de 2016:


Me despego de Alba lo más despacio posible, un movimiento en falso podría despertarla y eso no me beneficia. Salgo de la cama con sigilo y enciendo la luz del tocador. Abro el armario para sacar un body blanco aterciopelado con escote en v y una falda plisada negra. Me miro con la ropa por encima y me imagino como me puede quedar. Me lo pienso dos veces y voy a volver al armario cuando la puerta se abre y veo a Abril.

   -¡Quieta ahí! Eso te está bien- Dice con un tono demasiado elevado para la ocasión.

   -Baja la voz, vas a despertar a Alba- Le riño.

Ella mira hacia mi cama y me pregunta un poco preocupada:

   -¿Sigue durmiendo contigo?-.

Alba tiene su propia habitación pero últimamente tiene muchas pesadillas y no quiere dormir sola. Yo lo entiendo, así que, la dejo dormir aquí y así también me hace compañía y nos lo pasamos bien algunas noches con nuestras tonterías. Aunque me preocupa lo que vaya a pasar cuando en Septiembre tenga que irme.
Asiento y ella me mira con pena. No lo entiendo pero no le hago caso y me pongo a vestirme. La veo toqueteando todo lo que hay sobre mi tocador y me enerva pero sigo a mi rollo hasta que necesito su ayuda para calzarme las sandalias.

   -Estas ideal- Me dice con una sonrisa.

Ahora que lo pienso, ella está impresionante con su vaquero corto y el top de encaje negro.

   -Tú también- Le digo con cariño.

Me siento en el pequeño taburete y Abril me suelta la melena y me la cepilla. Yo mientras me echo una crema y la base, me lo extiendo bien y me pongo de pie para maquillarme los ojos. Una larga ralla del ojo y una buena capa de máscara de pestañas.
Le enseño dos labiales a Abril que me señala el rojo y me lo echo con cuidado mientras la veo a ella con el otro pintarse. Me hace sonreír y me salgo un poco.

   -Mierda- Digo para mis adentros.

Con una toallita me limpio y vuelvo a pasarme la barra de labios.
Abril me mira para comprobar cuanto me queda y sale al pasillo a hacer una llamada.
Escucho algo moverse tras de mí y me doy la vuelta. Alba se ha despertado.
Me levanto para ir hasta la cama y arroparla de nuevo.

   -Tata, no te vayas- Me pide Alba.

   -Cariño, volveré antes de que te des cuenta- Le digo.

Miro el reloj y la puerta para crearme una idea del tiempo que tengo para convencerla. La arropo y beso su frente con dulzura.

   -No te puedes ir tata- Me dice.

La miro dubitativa, sin saber que hacer pero todos mis pensamientos quedan eclipsados por la voz de Abril:

   -Carli ya están aquí-.

Miro a Alba y ella me engancha la falda. Suelto su manita y la vuelvo a arropar. Le dedico unas dulces palabras y me voy.
Doy dos toques en la puerta de la habitación de mis padres a forma de despedida y salgo de casa.
El coche de Brais está en frente de mi casa con la música a todo trapo y Marco y Brais nos miran sonrientes. Miro hacia todos lados comprobando que no hay nadie cerca y suspiro aliviada, lo último que necesito es una charla con mis padres.
Entramos en el coche y Brais arranca.

   -¿Trajiste la mezcla?- Pregunta Abril.

Marco le contesta y se forma una conversación entre ellos, dejándome a mí de lado. Me cruzo de brazos y echo la cabeza hacia atrás hasta que noto que alguien me roza la pierna con la mano.

   -¿Como estás nena?-.

Su dulce voz eclipsa todo lo que pasa a mi alrededor y veo su mirada a través del retrovisor buscándome.
Le sonrío y le contesto un poco cortante:

   -Bien-.

Abril me da una pequeña patada y la miro con mala cara pero ella me mira igual de mal. Yo también soy consciente. de que ha sonado muy borde pero ya no tengo qué hacerle.
Se forman en el coche dos conversaciones bien distintas hasta que de pronto Brais me propone:

   -Tengo que llevar el coche a aparcar al prado ¿te apetece venirte?-.

Me quedo callada ante la proposición y Abril me vuelve a dar una patada.

   -Joder Abril para-.

Mi cabreo hace que Brais se ría y yo enrojezco.

   -Abril no la presiones que coge miedo- Dice riendo.

¿Miedo de qué?

   -No tengo miedo- Aclaro.

Mierda, he sonado totalmente absurda. Rezo para que nadie se haya dado cuenta pero si lo han hecho, lo sé.
Al cabo de unos metros, Brais para el coche y Abril y Marco se bajan a toda velocidad. Ni si quiera soy capaz a percatarme hasta que ya están fuera.

   -Por fin solos- Me dice con una sonrisa pícara.

   -Si- Respondo un poco embobada.

Espero que esto resulte bien.
Observo como me mira por el retrovisor hasta que hace un gesto para que me cambie al asiento de delante. Antes de que ni si quiera me haya terminado de abrochar el cinturón acelera y me pone la mano en la rodilla. Algo me recorre la espina dorsal y me muerdo el labio.

   -Te ha gustado- Me acusa satisfecho.

Me quedo muda y, entonces, comienza a hacer círculos el dedo índice, cosa que me altera aún más y le agarro la mano instintivamente.

   -Tranquila, estoy atento a la carretera- Me asegura.

   -No lo creo yo tanto-.

Me doy cuenta del tono cortante y me muero de la vergüenza. Solo quiero que la tierra me trague.
Él aparta la mano y aparca en un descampado con más coches. Voy a abrir la puerta cuando me agarra para que no lo haga y cierra el coche por dentro.

   -No tan deprisa princesa- Me dice.

Que me llame princesa me repugna, aunque mil veces lo hubiese deseado atrás.

   -Brais nos están esperando- Le aviso.

   -No lo creo yo tanto- Me dice repitiendo mi frase.

Parece hacerle gracia pero, de pronto, cambia el semblante y me pone la mano en la pierna. Camina con ella hasta que hago amago de ir a agarrársela y me deniega la acción.

   -Acabaremos lo que empezamos- Dice muy seguro de si mismo.

Su seguridad me acobarda y me echo atrás pero parece no entenderme porque se sigue acercando y subiendo su mano. Cierro los ojos y rezo para que algo lo frene hasta que se aleja y quita la mano de mi pierna.
Estoy llorando.
Ni si quiera me había dado cuenta del miedo que tenía encima y le pido que me lleve a casa con la voz entrecortada.

Él arranca y se centra en conducir. Yo pego mi cabeza a la ventanilla y observo el cielo.
Todo esto, no me puede estar pasando.
Cuando llegamos, me doy cuenta de que no hemos abierto la boca para nada pero también pienso que no teníamos nada que decir.

   -Carlota, ven conmigo a la fiesta, prometo que nada va a pasar que tú no quieras. Iremos a tu ritmo- Me asegura.

No le creo.
Abro la puerta del coche y le doy las buenas noches.

   -Carlota por favor, vuelve a la fiesta conmigo-.

Niego con la cabeza ante su propuesta y cierro la puerta del coche dejándolo allí. Corro hasta mi habitación y me meto en la cama.

   -Ojalá nunca hubiese salido- Le susurro a mi hermana que duerme plácidamente.

Me abrazo a ella y cierro los ojos.

El BancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora