Narrado por Amanda a 26 de Septiembre de 2016:
Mi teléfono suena y lo cojo antes de que todos los que estan en la parada de bus se den cuenta. Solo me da tiempo a ver que es un número desconocido.
-¿Diga?-.
-Soy Carlos, el dueño del veinticuatro, pásate por aquí para hablar un poco contigo- Me deja caer y, al ver que no contesto, prosigue- nos dejó tus datos Sue-.
Asiento torpemente sin darme cuenta de que no me puede ver y me apresuro a contestarle:
-Si, perdone ¿a qué hora le viene bien que me pase?-.
-Pásate ahora, así no tengo que volver luego-.
Me quedo en blanco y miro la parada del bus.
-Deme media hora para llegar y lo hablamos-.
Acepta y cuelga.
Hago un gesto de victoria y dejo a todos los presentes flipando. Me avergüenzo al instante y freno mis impulsos. Paso lo que resta de tiempo intentando pasar desapercibida después de todo y me alegro de que el bus no tarde tanto como cuando lo cogí.Me subo y me siento junto a la puerta, para salir lo más rápido posible.
Un hombre con un carrito de bebé me guiña un ojo descaradamente y yo giro la cabeza hacia la ventana, lo que debí de hacer desde el principio.Llego a mi destino al poco tiempo y salgo disparada del autobús. Camino más tranquila cuando estoy a unos pasos del veinticuatro para que me bajen las pulsaciones y no verme tan agotada.
Al entrar Sue me guiña un ojo y llama a su jefe para que sepa que he llegado. Este me llama por mi nombre y me invita a entrar a un pequeño despacho.
-Sue me ha hablado muy bien de ti y Paolo también, mis otras dos empleadas no te conocían- Me comenta un poco extrañado y prosigue- además Sue me comentó que trabajabas de camarera y yo necesito el aguante de esos profesionales, aquí vienen muchos subnormales-.
Su último comentario no me entusiasma pero estoy segura que si pude con los otros babosos, podré con estos.
-Si, fui camarera muchos años y vi mucho mundo-.
Alardeo un poco, casi rozando la exageración pero parece entusiasmado con mi respuesta.
-Eso es lo que quiero-.
Le sonrío esperando que me haga alguna pregunta más pero todo lo contrario, saca unos papeles de un cajón y me empieza a explicar mis funciones en el pequeño local.
-... Y eso es todo- Me dice al terminar de leer todos los papeles.
Le sonrío incomoda tras haberle escuchado contarme los horarios, qué haceres y un montón de opiniones sobre como iría la tienda mucho mejor.
-¿Entonces? ¿Cuento contigo?-.
-Si ¿cuándo empiezo?- Le pregunto entusiasmada.
Él parece estar muy feliz por mi respuesta y se explaya durante otros diez minutos como mínimo para decirme que puedo empezar el lunes de la semana que viene.
-Me alegro de que nos hayamos entendido-.
Mi intento de acabar la conversación suena un poco cortante pero no parece darse cuenta y sigue:
-Si, tómate algo-.
Pienso rápidamente una buena excusa y miro hacia todos lados para inspirarme, hasta que veo un reloj.
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El Banco
Roman d'amourEn la noche desierta, de la vieja Coruña, se encuentra una calle que a su vez se pierde entre una multitud de languidas calles y a juego con ellas, forma parte de su adusto mobiliario, con porte señorial, un antiguo banco. Sus tablas han recibido e...