Capítulo 30

3 1 0
                                    

Narrado por Amanda a 1 de octubre de 2016:


Me miro por tercera vez al espejo y parece que esta vez me convence la ropa que llevo.
Cojo la mochila negra que me regalo mi hermana y meto la cartera y un termo de café en ella. Me acerco a la cocina y vigilo que el tendero este de pie. Cierro la puerta y voy hasta el salón. Acaricio a Adolfito y le pido que no salga del pequeño rincón que le acomodamos antesdeayer Carlota y yo.
Carlota... Estaba tan guapa haciendo de hermana mayor.

Beso la frente de Adolfito y me despido de él.
Camino despacio, he salido con tiempo de casa para no tener que correr. Disfruto del buen día que hace, aunque no tiene pinta de que vaya a durar, y me doy la libertad de charlar unos minutos con mi vecina que viene de la compra.

Al llegar Sue me saluda con una sonrisa de oreja a oreja y me da un pequeño abrazo.
Me encanta esta muchacha, es tan cariñosa y amable... Inocente sería la palabra supongo.
Me hace entrar al pequeño despacho y me da una chapa con mi nombre y publicidad del local. También añade un par de instrucciones y me pongo a ello.
Cuando me quiero dar cuenta son las seis de la tarde y la tienda esta totalmente desierta, fuera llueve a mares.

   -¿Te apetece un café?-.

Su voz y presencia tras de mí me asustan pero consigo contestar afirmativamente. Sigo reponiendo las estanterías esperando el café cuando escucho la voz de una chica:

   -Sue necesito todo el chocolate que tengas, tengo a una amiga rallada-.

Escucho también una risa tras el comentario que me es familiar... Es Carlota. Instintivamente me escondo entre las estanterías con miedo.
Intento razonar conmigo misma que no tengo por qué esconderme pero no consigo salir de mi estado de nerviosismo hasta que escucho sus voces muy cerca y me acojono.
Doy marcha atrás pero me choco con una estantería y me caigo.

Escucho muchos pasos venir hacia mí y sé que se han dado cuenta. Sue me ayuda agachándose para ver si estoy bien y, cuando miro a Carlota, sus ojos están totalmente abiertos.

   -Amanda-.

Asiento e interviene la otra chica:

   -¿Quién es? ¿De qué la conoces?-.

   -Es la chica del termo-.

Ellas se miran, la chica que no conozco pide más explicaciones a Carlota con la mirada pero esta le corta tirándole del brazo.
La chica parece mosqueada y llama a Sue, dejándonos solas.

   -Hola-.

Ella me mira con sus representativos coloretes y sé que esta avergonzada. También que no va a ser capaz de contestar y tengo que continuar:

   -He llevado de paseo a Adolfito antes de venir a trabajar-.

   -Te he llamado-.

Su tono cambia por completo con su comentario y me deja un poco rallada. La miro extrañada, porque no se ha molestado en llamarme hasta ahora y no se lo he cogido, no porque no haya querido cogerlo sino, porque estoy trabajando.

   -Estoy trabajando Carlota-.

Sueno quemada y miro hacia todos lados como dándole más sentido a mis palabras. Veo como sus ojos se clavan en la chapita que me dio Sue al entrar y baja la cabeza avergonzada de nuevo. No se había dado cuenta.
¿Me decepciona? No, ya nadie lo hace.

Las cosas se quedan estancadas ahí hasta que su amiga la llama y ella levanta la cabeza para contestarle y despedirse:

   -Vale, Abril... Oye cuando salgas llámame, Alba quiere ver a Adolfito-.

   -¿Y tú?-.

Quiero saber si ella también quiere verme aunque ha sido muy desesperada esa pregunta y encima ni si quiera he preguntado lo que quería saber.

   -Si y a ti también-.

Me alivia que sepa contestar a mis preguntas de mierda, mal encaminadas y su sonrisa me hace enrojecer a mí.

   -Carlota- Le chilla la amiga.

Ella echa a correr lejos de mí y me quedo ahí, quieta. Por unos momentos me cae muy mal la muchacha que la acompaña.
Escucho los movimientos que hacen y lo que charla con su amiga hasta que se van.

   -A Abril no le gustas-.

El comentario de Sue sin censura y su risa me hacen mirarla de reojo, dándome cuenta de que se ha percatado de toda la situación y creo que la juzgué demasiado pronto.

   -No se nota tanto tranquila, solo son unos años de conocerte-.

Me río con sus palabras y le doy la razón pero sin olvidar lo que ha dicho de Abril. A veces saca a relucir su ego y es imposible no reaccionar a ello.

   -Abril es una persona singular, muy buena pero es... Singular- Me acaba por contestar.

La miro con mil interrogantes en la cara y ella niega con la cabeza sin saber que decirme.

   -¿Carlota?-.

   -Carlota casi no viene, solo con Abril que es a quien conozco pero vaya, nunca la he visto con una chica ni hablar demasiado con nadie-.

Asiento dolida, supongo que esperaba que me contara algo bastante diferente y más información claro.

   -¿No habla con la gente?-.

Ella niega con la cabeza y creo que va a decir algo pero entra un cliente y se va a atenderlo. Mientras pienso en lo que me ha dicho y recuerdo la timidez con la que siempre actúa.
La espero volviendo a los estantes, siguiendo con el trabajo.  Se me hace eterna la espera, ya que han seguido entrando clientes. Parece que el último ya ha salido cuando escucho un ruido raro y salgo al encuentro de Sue.

Ella me mira y se echa reír. Es la máquina de café pero por unos segundos he corrido despavorida por si le había pasado algo. Se encoge de brazos y me acerca el café.

   -Me había olvidado-.

Su sonrisa nerviosa se acrecenta por su vergüenza pero no le doy importancia. Asiento y le sonrío para calmarla. Quiero preguntarle sobre lo que habíamos hablado de Carlota pero lo dejo en el aire tras darme cuenta de que sería un pelin obsesivo por mi cuenta y no querría darle esa visión de mí a Sue.
Acabo el café, para mi gusto, con un toque demasiado fuerte a quemado y poniendo una maravillosa cara de asco. Mi compañera se echa a reír y me anima:

   -Sabrá mejor la próxima vez y, quizás, algún día te acostumbres-.

Le sonrío y le pido unos minutos para ir a hacer una llamada. Ella asiente con una sonrisa y yo me voy dirección al pequeño despacho. Tiro el vaso desechable en una papelera que me queda de camino y entro. Al cerrar la puerta me doy cuenta de que, en esta, hay un mural. Casi seguro hecho por Sue en el que pone algunas normas a seguir en él:

"-Tienes un descanso de 5 minutos cada dos horas. En el que debes cerrar la puerta y poner el cronometro de fuera.
-Aquí se puede fumar pero debes de abrir la ventana durante ese tiempo para ventilar y ¡Recuerda! disponemos de un paquete en común, cortesía del jefe en el primer cajón."

Dejo de leer en ese preciso instante y corro al cajón.
Bingo, si hay paquete.
Lo abro y me saco uno. Lo enciendo con el mechero que hay al lado y corro a abrir la ventana. Saco el cenicero para encima de la mesa y me siento en ella para seguir leyendo:

"-Disponemos de tareas asignadas en el horario de debajo y deben quedar hechas. En caso contrario solo se borrarán las que hemos terminado."

Miro el horario y veo que todo lo que estoy haciendo yo es lo que tenía que hacer Sue.

   -Chica lista-.

Acabo el cigarro y cierro la ventana con cuidado. Cojo el teléfono y veo las llamadas de Carlota. Por unos segundos me pienso en llamarla pero sería raro y no sabría que decirle así que decido llamar a mi madre.

El BancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora