Capítulo 18

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Narrado por Amanda a 22 de Septiembre de 2016:


Tras unos segundos de incertidumbre asiente con la cabeza, esta roja como un tomate.
Le agarro con dulzura el rostro para mirar si tiene algún golpe pero no veo ninguno muy llamativo.

   -Carlota- Se presenta sin venir a cuento.

Dudo unos instantes si decirle la verdad o crear una mentira acorde con la situación pero decido presentarme con mi nombre real, esperando que ella si se llame Carlota:

   -Amanda-.

Ella me dedica una preciosa sonrisa de oreja a oreja y yo tengo una idea.
Me saco la mochila y busco mi termo para dárselo.

   -Creo que tú lo necesitas más- Le digo con dulzura.

Estoy a punto de dárselo cuando, de pronto, escucho a una mujer gritar su nombre y venir en nuestra dirección.
Me quedo petrificada unas milésimas de segundo hasta conseguir darle el termo y echar a correr en dirección contraria.
Corro sin parar hasta que me doy cuenta que estoy fuera del parque y, entonces, respiro hondo para tranquilizarme.

Abro los ojos con el corazón a mil por hora y me encuentro sentada en el parque como aquella mañana, aunque ahora es de noche. Rozo la madera con cariño y pienso qué será de ella.
Han pasado ya unos días y he venido mañana, tarde y noche para volver a concidir con ella. Ahora que Tamara me ha despedido tengo muchísimo tiempo libre y mi deseo es solo volver a verla.
Miro el reloj y me doy cuenta de que ya es hora de volver a casa, mi hermana debe de estar ya desquiciada.
Me pongo en pie e instintivamente me despido del banco. Camino rápido hasta salir del parque y sigo hasta casa sin pararme, hace demasiado frío.
En casa están las luces encendidas y estoy casi segura que me va a caer bronca.
Meto la llave con todo el cuidado para abrir sin hacer ruido y me adentro en el pasillo con total sigilo. Miro hacia la izquierda para comprobar que mi hermana esta dormida en el sofá y la veo sentada con la cabeza encima del brazo de Andrés.

   -Mierda-.

He debido decirlo demasiado alto porque Andrés, que también estaba dormido, abre los ojos con torpeza.

   -Amanda-.

Mi hermana se despierta y se pone en pie totalmente despejada para mí sorpresa.

   -Mira que hora es-.

Esta bastante enfadada.

Me ruedan los ojos y acabo por ponerlos en blanco sin quererlo. Mi hermana me pone mala cara y Andrés intercede para que no tengamos pelea:

   -Solo estábamos preocupados pero ahora que estas en casa, ya esta-.

Mira a mi hermana para que le confirme que todo esta bien pero ella en vez de hacerlo se despide:

   -Me voy a la cama-.

La observo mientras se va y me doy la vuelta para ir tras ella pero Andrés me engancha del brazo y me frena. Lo miro mal pero él se defiende con un discursito motivacional:

   -Mañana se le habrá pasado, no te agobies-.

Andrés siempre esta con la misma canción, a veces siento muy presente la diferencia de dinero entre nosotros. La verdad es que me encantaría tener la vida tan solucionada como él.

   -Andrés es mi hermana no puedo dejar que se vaya a dormir habiendo discutido así-.

Intento tirar de mi mano para soltarme pero él sigue sin dar su brazo a torcer e insiste:

   -Porfa ven conmigo a la cama y mañana ya lo solucionáis en frío-.

Siendo sincera tiene razón en frío será más fácil, así que decido hacerle caso aún siendo consciente de que ha sido mi culpa.
Me acerco a Andrés y me dejo caer en sus brazos.
Es verdad que empezamos con mal pie pero es muy tierno.

   -¿Te llevo a la cama?- Me pregunta en bajito.

Sonrío por la sorpresa y pego un pequeño grito cuando me coge en brazos. Camina con mucho cuidado hasta mi habitación y me suelta en la cama con menos cuidado del que me gustaría.

-Oye- Me quejo.

Él vuelve a la puerta y la cierra. Corre hasta la cama y se tira a mi lado. Me hago bola para no resultar herida pero acaba por meter sus manos y hacerme cosquillas. Empiezo a reírme a carcajadas e intento defenderme sin ningún resultado, él es superior a mí en esta batalla. Acaba por meterme mano bajo la camiseta y jadeo intentando tener una respiración normal tras todo el esfuerzo de zafarme de él.

   -Esto te gusta más que las cosquillas ¿verdad que si?-.

Con su rodilla se abre paso entre mis piernas y, aunque, intento hacer fuerza para ponérselo difícil, creo que no lo estoy consiguiendo.

   -Amanda ¿me estas intentando decir que quieres jugar?-.

Quitándome la mano de la boca busca una respuesta que no le voy a conceder y forcejeo con fuerza para soltar mi mano pero él me entierra con fuerza la muñeca en el colchón.
Gimo fuerte y me dejo llevar. Dejo que avance con su rodilla entre mis piernas y muevo mi cadera hasta quedarme en una posición un poco ladeada y más accesible. Deja caer parte de su peso sobre mi abdomen y la otra parte sobre su codo para poder arrastrar mi brazo hasta juntármelo con el otro bajo su mano. Voltea la cabeza con ansias buscando algo pero no parece encontrar lo que busca.
Introduce su mano en mi camiseta y me acaricia con delicadeza los pechos pero la calma solo precede a la tormenta. Y acaba por pegarme las dos manos al torso y ponerme boca abajo en un movimiento brusco. Pego un chillido por la sorpresa y sé de más que tiene una sonrisa de oreja a oreja. Lo ha conseguido y se siente satisfecho.

He aprendido en estas veces a sobrellevar el hecho de que no quiera besarme mientras lo hacemos, aunque, si lo miro bien me sigue molestando.
Baja mis mayas y me azota. Suena mucho pero no ha sido para tanto.

-Amanda estas muy mojadita- Me dice orgulloso mientras roza mis bragas con la mano.

Me introduce uno de sus dedos y agarro la sábana con fuerza. No quiero gemir pero con lo entrecortada que tengo la respiración es complicado no saber que me esta gustando.

   -¿Quieres que te la meta?-.

Odio ese tipo de preguntas que me hace saboreando su victoria y tardo en contestar lo que lo lleva a volver a azotarme pero esta vez con fuerza. Me reprimo de nuevo a contestarle y me vuelve a preguntar:

   -Amanda ¿quieres que te lo meta?-.

Me agarra del pelo y tira hacia atrás haciendo que doble la espalda.
Chillo y me agarro el pelo para soltarlo de sus manos. Deja de hacer fuerza y se pone de pie. Me doy la vuelta y me seco las lágrimas antes de gritarle a pleno pulmón:

   -¿Se te ha ido la olla?-.

Me vuelvo a secar las lágrimas y lo miro dolida. Él no sabe como ponerse, se mira las manos y las esconde tras su espalda.
Mi hermana entra en la habitación acompañada de Lucas y él se asusta.

   -Vete- Le digo y al ver que no se mueve le grito- que te vayas joder-.

Mi hermana lo mira pero no dice nada. Él me mira una última vez y baja la mirada. Se va con la cabeza gacha y a grandes pasos. Amelia se acerca a la cama y todo ápice de disgusto y cabreo se le ha borrado. Me abraza y besa sin mediar palabra. Y veo como Lucas mira hacia el pasillo como si eso le fuese a dar a entender algo.

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