Capítulo 3

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Narrado por Carlota a 2 de agosto de 2016:


Entro en mi habitación, directa a la mesita para coger mi diario.
Es hora de escribir un poco.
Lo cojo, agarro el bolígrafo que cuelga de él y lo abro por la primera página sin escribir. Muerdo la tapa del boli mientras pienso en lo que voy a escribir y comienzo: "No estoy segura de si estoy contenta o triste, la 'cita' de ayer con Brais me dejó un sabor... ¿Agridulce?" Dejo de escribir durante unos segundos para pensar bien lo que voy a escribir y me pongo de nuevo: "Brais estaba ansioso por llevarme a la cama, tanto que me llegó a incomodar. Eso me ha hecho pensar en lo que quiero, yo no quiero hacerlo pero Brais me gusta. Quizás si se lo doy... Igual así podamos empezar algo. De verdad parecía muy preocupado por mis pechos, gracias que lo convencí de que no hacía falta ir al hospital y el resto de la tarde, estuvo bien."
Cierro el diario y lo vuelvo al cajón.

   -Por lo menos ya no soy la amiga de Marco- Suspiro.

Me levanto sin mucho ánimo y voy hasta el espejo. Me miro de arriba a abajo y me quedo prendada de mi pelo. Esta muy enredado. Engancho el peine para peinarme y aliso mi pelo intentando deshacer los nudos. Son muy grandes pero no me es complicado, es lo habitual cada mañana.
Cuando termino paso mis dedos para comprobar que no me he dejado ninguno y abro el armario para coger ropa. Cojo una sudera cuando mi hermana entra en la habitación y tengo que volver a dejarla.

   -Hola princesa- Le digo con una sonrisa.

Miro a la mesita, preocupada, por si se me ha olvidado guardar el diario pero lo he guardado.

   -¿Tata?- Me pregunta sin dejar de mirar la mesita también.

   -Dime princesa- Le digo mirándola para que deje de mirar la mesita.

   -Papá me va a llevar a dar una vuelta por la montaña- Me dice con una sonrisa.

Se peina con la mano y me mira con su mejor cara de granujilla.

   -¿Y tienes alguna preparada?- Le pregunto con una sonrisa de oreja a oreja.

Esta claro que así es pero mi idea es enterarme de la travesura.

   -Va a ir Pablo y quería que me peinases- Me pide remolona.

   -Ay Pablita Pablita- Le digo riendo sin parar.

   -A mí Pablo no me gusta- Me asegura poniéndose toda seria.

Es tan igual a mí que a veces dudo si quien habla es mi hermana o mi yo pasado.

   -Anda, tráeme unas coletas- Le pido accediendo.

Ella corre fuera de la habitación y agudizo el oído para escucharla como rebusca para encontrar la cajita y vuelve con una sonrisa. Cojo la caja y recuerdo con cariño cuando se la llevaba a mi madre para que me hiciese las trenzas.
La hago sentarse en la cama y le cepillo el pelo con dulzura.

   -Quiero dos trenzas- Me dice.

Me reafirmo en mi pensamiento anterior, es mi yo del pasado. La miro através del espejo y sonrío.
Agarro dos mechones y lo separo, dividiendo uno de ellos en tres nuevos mechones. Hago la trenza derecha y luego la izquierda. Trenzo el pelo de raíz y escucho algunos quijidos de Alba por ello.
Cuando está lista le doy un toque en el hombro para que se levante y ella me dice poniéndose en pie:

   -¿Y si me gusta estar con Pablo? ¿pasa algo?-.

Me agacho para ponerme a su altura y le digo:

   -Cariño, es normal que te guste estar con Pablo, es un chico super majo y no, no pasa nada-.

Ella asiente con la cabeza y sonríe. Solo necesitaba un poco de comprensión, al fin y al cabo, es solo una niña aunque que aveces me resulte difícil creerlo.
Esta muy feliz y comienza a dar vueltas por la habitación hasta que sin querer se empotra contra el espejo y tira las fotos que hay pegadas en él.

   -Alba- La riño.

   -Perdón- Me pide echándose al suelo a recoger fotos.

De pronto agarra una de ella de bebé y me la enseña.

   -¿Quién es ese bebé?- Me pregunta.

   -Eres tú- Le digo rozando su nariz con mi dedo índice.

   -¿Yo?- Me pregunta incrédula.

Intento no reirme y contestarle con seriedad:

   -Si tú-.

Sigue mirándome como si le estuviese mintiendo y la cojo en brazos para enseñarle las fotos que tengo de cuando ella era un bebé.

Cuando encontramos una mía de pequeña ella me pregunta:

   -¿Por qué en esta foto no sales conmigo?-.

Le sonrío y le contesto:

   -Si salgo pero yo soy el bebé-.

   -¿Tú?- Me pregunta frunciendo los labios confundida.

   -Si, yo también fui chiquitita- Le digo poniendo mis dedos casi juntos para explicarle lo pequeña que fui.

   -¿Y dónde estaba yo? ¿era tan pequeña que no se me podía ver?- Me pregunta riendo.

Cuando voy a contestarle se abre la puerta y se ve asomar a Pablo.

   -Pablo pasa- Le invito.

Niega con la cabeza y Alba me explica:

   -Es porque somos chicas, es así de tonto- Me dice.

Sonrío y la acaricio.
Insisto para que Pablo entre pero él me dice enfadado:

   -No quiero entrar, yo no quiero que se me peguen cosas de niñas-.

Voy a hablar pero Alba me interrumpe:

   -Pues nosotras tampoco queremos que entres-.

Se levanta antes de que pueda reñirla y le cierra la puerta en las narices.

   -No Alba, eso no se hace- Le riño.

Me levanto para abrir la puerta pero ella se pone entre la puerta y yo para que no pueda abrirla. La cojo y la pongo detrás de mí aunque me haya dado dos o tres patadas al forcejear. La miro con mala cara y ella me responde cruzando los brazos. Abro la puerta y veo al muchacho allí esperando con cara de arrepentimiento.

   -Si me gustaría pasar- Me dice sin mirar a Alba.

   -Pasa cariño- Lo animo.

El niño casi no ha dado su primer paso cuando papá aparece y me pregunta por Alba.

   -Estoy aquí- Chilla ella.

El cambio de semblante de Alba que pasó de ser un "te mato tata" a un "te quiero mucho papi" me sorprende.
Se abre paso empujándome y mirándome mal para después poner una sonrisa de oreja a oreja para mí padre.
Suspiro y los veo marchar a los tres juntos.

Cierro la puerta de la habitación con cuidado y me lanzo hacia la cama. Estas subidas y bajadas de humor de Alba me agotan, a veces se me olvida que es una niña y que es normal pero me aflige que me haga pasar estos malos ratos.
Miro de nuevo las fotos de cuando era bebé y me hacen gracia sus poses.

   -Ojalá nunca hubieras crecido- Susurro para mí.

Un pinchazo en el pecho me hace gritar de dolor.

   -Mierda- Digo apretándolo.

Mi madre entra a toda prisa en la habitación para saber que ha pasado y pienso lo más deprisa una excusa:

   -Tranquila, me he arañado yo sola-.

Mi madre me mira raro como sin creérselo demasiado y se vuelve a ir sin mediar palabra. Yo me levanto sigilosamente y cierro la puerta con llave. Me quito la camiseta y el sujetador e inspecciono con cuidado mi pecho delante del espejo. Sigue rojo y está como en carne viva. Normal que me duela.

   -Debería ir al médico- Me digo.

Paso mi mano por encima, rozándolo suavemente... Y entonces veo las estrellas. Una lagrima resbala por mi mejilla y me apresuro a secarla.
Esto no puede ser nada bueno.

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