Capítulo 9

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Narrado por Carlota a 11 de septiembre de 2016:


Siento presión en los brazos y despierto.
Es Marco.

   -¿Qué ha pasado?- Le pregunto desorientada.

Estoy en la cama pero estoy sudando y Marco me sujeta los brazos con fuerza. Antes de contestarme me abraza:

   -Estabas gritando, como si tuvieses una pesadilla y he venido- Me contesta.

Lo aprieto contra mí e intento recordar la pesadilla pero no me sale nada. Aunque con el malestar que tengo, creo que no sabría ni por donde empezar.
Marco se levanta para irse a desayunar y yo intento levantarme. Me siento un poco mareada y noto mi estómago muy revuelto.

   -Mierda- Me digo agarrándome el vientre.

Salgo corriendo hacia el baño y me tiro frente al bater para vomitar. Mi vómito es solo agua y líquido pero aun así siento un dolor extremo en la garganta.
Me intento recomponer antes de que me vea alguien y voy a la cocina. Abril está en la punta de la barra, desayunando sus cereales con leche y Marco ya tiene más de cuatro envoltorios de magdalenas al lado de su Cola-Cao. Yo cojo mi taza y me preparo un café, de los de cápsula, no es lo mejor del mundo pero si lo más rápido. Pillo unas galletas y me siento al lado de Marco. Este me hace una pequeña muestra de cariño con una caricia y, a la vista de ello, Abril acelera el paso para irse lo antes posible.
Marco me mira extrañado pero yo intento quitarle importancia.
Abril se va al poco de yo haber llegado, sin emitir palabra y me doy cuenta de que no he sido capaz de acabarme ni la primera galleta. Por un lado es normal que este así, prometí que le explicaría todo cuando llegase y no le he dicho ni una sola palabra del asunto en estas semanas.

   -¿Estas bien? No has desayunado nada- Me dice Marco.

   -Si Marco, gracias por preguntar. Simplemente no he descansado como debía y ahora pues no tengo demasiada hambre- Le contesto.

No es del todo mentira, estoy bastante cansada pero eso no es lo que me impide comer.
Escucho la puerta del piso y me entristezco. El enfado de Abril es importante y no sé como gestionarlo.

   -Voy a vestirme- Le anuncio a Marco.

Cojo mi taza pero él se ofrece a fregar y se lo agradezco.
Marco es un chico muy simpático y siempre ha estado a mi lado, me alegro de haberme venido a vivir con él.
Vuelvo a mi habitación, cojo ropa del armario y me siento en la cama abatida.
Ya no puedo con todo esto, los malestares, el cabreo de Abril y el no saber qué hacer me están matando. Necesito un respiro.
Marco asoma su cabeza por el umbral de la puerta y lo miro desde la cama.

   -¿Seguro que está todo bien?- Me insiste.

Asiento porque sé de más que si hablo va a notar que le estoy mintiendo.

   -No quisiera meterme en donde no me llaman pero- Hace una pequeña pausa y me pregunta- ¿estas embarazada?-.

Abro los ojos como platos y me echo a reír. Él tiene una cara de preocupación que me da pena y le contesto:

   -Claro que no estoy embarazada-.

Él parece que se quiere excusar con gestos por la burrada que ha soltado pero lo dejo pasar. Se va para que me pueda vestir y, en cuanto acabo, abro la puerta para que vuelva a pasar. No quiero estar sola.
Él ya está listo, así que, salimos para coger el bus. Tras pasar la esquina vemos a Abril, esta con su novio.

   -Ves, ya te dije yo que estaría con su novio- Me repite.

Lleva desde que salimos del piso repitiéndolo. Ya me está empezando a doler la cabeza.
Nos cruzamos con un muchacho, un amigo de Marco, y se lo lleva. Me he quedado sola, estaba claro.
Camino para subirme al bus pero decido coger un sitio delante, junto a una niña pelirroja. La niña esta muy callada pero supongo que será por que es tímida. La he visto un par de veces en el bus pero tampoco nunca me había sentado junto a ella.
Saco mi libro para leer pero al levantar la mirada escucho risas. Me fijo un poco más y pongo el oído para enterarme de que se ríen de la pobre niña.

   -Oye perdona ¿tienes algún problema?- Le pregunto al chico de al lado.

Dejan de reírse pero no me contesta.

   -Te he preguntado si tienes algún problema- Le recalco.

El niño se pone blanco y le pregunto a la niña ahora:

   -¿Estas bien?-.

La niña asiente pero está muerta de miedo. Dejo el tema y me pongo con el libro hasta llegar al instituto. Al bajarme, vigilo que dejen a la niña en paz y entro.
Los pasillos son puro ruido a esta hora y no me doy cuenta de que me llama mi compañero de clase David hasta que se acerca.
Él habla como una cotorra, tiene mil temas que tocar y no da abasto. Cambia de conversación, enlaza una con otra hasta que conseguimos llegar al pabellón. Fin de la tortura matutina de David y comienzo de la tortura de educación física. Resoplo y él me acaricia la espalda, así es como me da ánimos.

Paso a los vestuarios de chicas encontrándome con pequeñas Cruelas Evil y agacho la cabeza. Esta no es la mejor forma de empezar el día.
Salimos a la pista y ya nos ponemos a correr. Odio correr, hace que parezca que mis pulmones se quieren ir de mi cuerpo y todos me miran cuando mis pechos empiezan a botar. No me había dado cuenta de que mis fuerzas fuesen tan mínimas pero se lo atribuyo a no haber descansado lo suficiente y a desayunar una miseria.

La hora en el gimnasio, se me hace eterna pero cuando llego a los vestuarios, todavía es peor.
Escucho risas a mis espaldas e intento no hacerles caso, aunque sé que van por mí.

   -A mí madre cuando fue que nació mi hermana, también le pasaba- Le dice una de ellas a las demás.

Me giro incómoda pero no les dirijo la palabra, sería peor. Sus risas no cesan y yo solo pienso en salir de allí. Doblo mi ropa para meterla en mi bolsa y, de pronto, veo unas manchas entorno a donde iban colocados mis pechos.

Me pongo frente al espejo y me veo las manchas amarronadas del sujetador.

-No- Chillo.

Me pongo la camiseta que me acababa de quitar y me echo a correr. Salgo del pabellón llorando y con David persiguiéndome. Subo los escalones de dos en dos hasta que me caigo. Me coloco boca arriba a toda prisa, estoy viendo las estrellas. David intenta socorrerme pero en cuanto puedo alcanzarlo me abrazo a él.
Él me intenta levantar y, de pronto, noto unas manos sobre mis hombros que me recogen.

   -¿Carlota qué pasa?-.

Me incorporo para poder verle la cara al que me ha levantado del suelo y veo que quien pregunta es Marco.

   -Marco, necesito que me lleves al hospital- Le susurro.

Él asiente y David nos mira espectante pero no pregunta, sabe que no es momento. Me despido de él y Marco me acompaña a la salida a la vista de todos. Por suerte nadie se da cuenta.

Caminamos hasta el bus urbano y nos subimos. Marco no deja de mirarme, esta muy preocupado. Yo, sin embargo, intento disimular las manchas de sangre con las manos.

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