Capítulo 16

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Narrado por Amanda a 17 de Septiembre de 2016:


Apago el despertador nerviosa por si lo he despertado y lo compruebo abriendo un ojo, así como si fuera una detective. No lo he despertado. Sonrío triunfal pero se me quita la sonrisa al ver que por los agujeros de la persiana, se ve el día.
Me levanto veloz intentando no hacer ruido pero bueno, soy yo, hago todos los ruidos posibles en siete pasos que doy.
Cierro la puerta de mi habitación por fuera y me voy directa a la cocina. Preparo café y caliento una jarra mediada de leche en el microondas. Mi hermana me engancha para abrazarme y pego un brinco por el susto.

   -Joder Amelia- Le digo en tono cabreado pero bajito.

   -Lo que me vas a echar tú de menos a mí y a mis sustos mañaneros- Me dice con una sonrisa.

Ruedo los ojos para que parezca que no estoy de acuerdo pero por dentro le estoy dando toda la razón. La veo ir a la nevera a coger el brick de leche y beber a morro.

   -Amelía por favor, que hay gente en casa-.

La riño mirando hacia la puerta por si alguien la ha visto. Ella sigue durante unos minutos más y, cuando acaba, me pregunta con los ojos muy abiertos:

   -¿Has dejado al chiquillo dormir aquí?-.

Agacho la cabeza un poco aturdida y mi hermana entiende el mensaje. No sigue por ahí y me coge una de las magdalenas que me había pillado para desayunar. Preparo una taza de café con leche y el restante lo meto en el termo.

   -¿Vas a salir ahora?-.

Mi hermana menor mira sorprendida y le contestó bajita:

   -Ayer no fui...-.

   -Ya.. Ayer bailaste en casa-.

Acabo por caer con su risa y le comento:

   -Fue raro...-.

Ella deja de reírse y sé que tiene mil preguntas pero no hace ninguna, sabe mejor que nadie que yo cuento lo que quiero y que un interrogatorio solo me pondrá de mala leche.
Bebo el café de un trago y me levanto. Le doy un beso a mi hermana y salgo de la cocina.
Al llegar a la habitación intento caminar con el mayor sigilo hasta que tropiezo con una zapatilla y me caigo sobre Andrés.
Mierda.

   -Buenos días preciosa-.

Doble mierda.
Al ver que no reacciono tira de mí para besarme y me aparto de él empujándolo.

Me mira totalmente perdido y me pregunta:

   -¿Qué te pasa?-.

   -Tú ayer tampoco querías besarme Andrés ¿será que sabes tan bien como yo que esto es una gran cagada?- Le contesto dolida.

Me mira impasible durante unos segundos y se pone en pie. Recoge su ropa del suelo y empieza a vestirse. Yo sigo en la cama, mirándolo con rencor y pena y no sé como seguir actuando.

   -Si te preocupa que me vaya de la lengua con mi madre, no lo hagas, estaré muy callado. Se merece que le rompan tanto el corazón como a mi hermano y a mí cuando nos dijo que se iba a separar de papá-.

La furia que emanan sus ojos me hace ponerme en pie para encararlo pero todo lo que tengo para decirle me suena muy incoherente.

   -¿No vas a decir nada?-.

Me mira con dolor y yo solo consigo despedirme:

   -Adiós-.

Él asiente con la cabeza, totalmente decepcionado y sale dando un portazo. Cierro los ojos con fuerza ante el pedazo estruendo que hace la puerta y me rompo en pedazos.
Respiro hondo un par de veces hasta que entra mi hermana y me recoge en un abrazo.

   -Tranquila cariño, estoy aquí-.

Comienzo a llorar por sus palabras como una descosida y me aferro a ella, creyendo que esta complicidad de hermanas que tenemos se ausentará pronto. Amelia me separa de ella unos segundos para secarme las lágrimas y se acerca a mi silla para coger mi mayot.

   -Venga va, desnúdate- Me dice guiñando un ojo pícaramente.

Su gesto me hace reír pero es una risa amargada y le pregunto:

   -¿Que tengo dos años ahora?-.

   -Te recuerdo que con siete todavía te ayudaba a elegir la ropa y te peinaba-.

Vuelvo a reír y me seco las cuatro lágrimas que todavía me bañan la cara para preguntarle:

   -¿Te apetece peinarme?-.

Ella me sonríe y asiente. Me manda vestirme y se sienta en la cama a esperar. La veo de reojo por el espejo mientras visto el mayot y cuando acabo me da el tutú. Le sonrío agradecida y me lo pongo. Me hace sentarme en la esquina de la cama con las piernas cruzadas y se pone de pie detrás de mí.
Comienza a trenzarme el pelo con cuidado de no darme tirones como cuando era pequeña y, al acabar, besa mi cabeza con cariño.
Mi hermana me hace levantarme para que vaya hacia el espejo y me mire. Observo con dulzura las trenzas, de pequeña adoraba estas cosas.
Me doy la vuelta y abrazo a mi hermana. Ella se echa a reír nerviosa y la aprieto más fuerte, supongo que esta acción mía no es muy esperada por ella.

   -Para muchacha, que me va a salir el estómago por la boca-.

Dejo de abrazarla y cojo una mochilita con todo lo necesario para irme a bailar.

   -Amelia, me voy- Me despido con una media sonrisa.

Ella lo hace con la mano, todavía sentada en mi cama y yo salgo para ir en busca del termo a la cocina. Le hago sitio en la mochila y lo meto.
Me encamino hacia la entrada hasta que me encuentro a Lucas de cara.

   -¿Cómo estas?-.

Me lo dice con un tono dudoso, supongo que teme mi reacción después de todo aun hay redecillas entre nosotros pero estoy de buen humor.

   -Me encuentro mejor, ya me dijo mi hermana que habías preguntado por mí-.

Él se siente satisfecho con lo que le contesto porque me echa una sonrisa de oreja a oreja y me da un toque en la espalda.
Nos despedimos y sigo el pasillo que me lleva hasta el jardín delantero. Me doy cuenta de que mi hermana probablemente ayer no regó las macetas y agarro la manguera para hacerlo yo misma pero mi vecina me interrumpe:

   -Tranquila Amanda, como no te vi ayer por aquí les eche yo agua-.

Esa mujer es un encanto, al principio, cuando nos mudamos aquí era muy amiga de mamá y cuidaba muchas veces de nosotras cuando mamá iba a trabajar pero con el tiempo y al ver como se empezó a comportar mamá, decidió dejar de estar tanto en nuestras vidas. No la culpo.

Asiento y le doy las gracias. Salgo en dirección al parque. Cuando llego al colegio camino un poco más deprisa, tengo ganas de llegar ya a mi rinconcito de una vez. Levanto la mirada y me quedo sorprendida al ver que una chica me mira desde un banco. La chica me baja la mirada y, en ese mismo momento le cae un balonazo. Corro a socorrerla de inmediato y le pregunto:

   -¿Estas bien?-.

No me contesta y la ayudo a levantarse.

   -¿Estas bien? ¿me escuchas?- Le repito.

Asiente y ya me tranquilizo.

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