Capítulo 23

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Narrado por Carlota a 25 de Septiembre de 2016:


Lloro como una descosida en el hombro de Marco mientras Abril presencia la estampa sin abrir la boca y sin entender nada. Me suelto y me froto los ojos con cuidado sin dejar ni una lágrima.

   -No lo entiendo ¿quién es entonces?-.

Si no es la enésima vez que me lo pregunta, no me lo ha preguntado ninguna. Resoplo y le contesto con un tono de obviedad absoluto:

   -Amanda-.

Abril sigue con su cara de interrogación y Marco parece estar más pendiente de que deje de llorar que de saber quién es.

   -Eso te pasa por contarle tu vida a desconocidos-.

Acaba por decirme Abril con mala leche, dándome a entender que soy una pringada. La miro muy mal hasta darme cuenta de que tiene razón y vuelvo a acurrucarme en el hombro de Marco. Sé de sobra que Marco esta mirando fatal a Abril pero al fin y al cabo tiene toda la razón.
Me desengancho de Marco y bajo la cabeza poniéndome las manos encima.

   -De verdad que no lo entiendo... La he visto dos veces y no puedo dejar de pensar en ella, es como si me viese reflejada-.

   -A ver Carlota... Que eso no tiene sentido alguno... No te das cuenta de que no sabes nada de ella, solo su nombre-.

Da por zanjada la conversación Abril.

Parece tan surrealista...

Asiento con la cabeza para volver a darle la razón a Abril y digo poco convencida:

   -Vale, esta bien. Tienes toda la razón-.

Abril asiente sin habérselo creído y se pone en pie diciendo:

   -Marco, acompáñala a casa-.

Sale del salón para entrar en la cocina y Marco se me acerca despacio para preguntarme:

   -¿Estas bien?-.

No Marco.
Finjo una sonrisa y asiento de nuevo sin mediar palabra. Sé que no me ha creido pero él siempre es paciente esperando a que este preparada para hablar.
Nosotros también nos ponemos en pie y lo veo abrigarse. Yo solo me puse una sudadera por la mañana temprano pero ahora que ha caído la noche no sé si tendré frío.

   -Coge la chaqueta de Abril, luego se la traigo yo-.

A veces Marco me sorprende, me siento tan igual a él. Siento que me lee la mente.

   -Gracias-.

Cojo la chaqueta de Abril y me la visto sobre los hombros. Salimos a la escalera del portal y nos miramos. Eso solo significa una cosa... Carrera de escaleras.
Marco me deja ganar como de costumbre y le abro la puerta del portal con una sonrisa.
El frío me frena y me quedo inmóvil.
Marco se da la vuelta serio y lo veo dudar. Se me hace muy raro verle esa expresión cuando él siempre desprende esa tranquilidad que tanto lo caracteriza.
Creo que al fin se decide porque abre la boca.

   -Carlota ¿esa chica te gusta?-.

Su tono parece más serio de lo habitual, no parece estar de broma.
¿Si me gusta Amanda?
No, claro que no.

   -No-.

Él parece dolido por haber sonado tan ofendida pero vuelve a su cara neutral y zanja la conversación así. Comenzamos a andar en un silencio incómodo que se va tensando cuanto más caminamos.
Al fin veo mi portal a lo lejos y doy zancadas hasta llegar a él.

   -Bueno, nos vemos mañana- Le digo fingiendo una sonrisa.

Me quito la chaqueta y se la devuelvo.

   -Creo que mañana ni saldré de casa, estoy con exámenes-.

   -Marco...-.

Sigue con su cara de pasotismo y me pregunta:

   -¿Qué?-.

Levanto la mirada para decirle que no entiendo nada pero me quedo a media voz y acabo por despedirme. Él besa mi frente y se va.
Se me encoge el corazón y siento que algo se ha roto entre nosotros.

Llamo al telefonillo y mi madre me abre la puerta. Subo las estrechas escaleras sin dejar de pensar en todo lo que me ha pasado. El por qué me molestó que Jenni se acercase tanto a Mario, que Amanda se fuese sin dar explicación, que Marco me preguntase si me gustaba ella y que se fuese así.
Me paro dos segundos ante la puerta hasta que mi hermana me abre, la cojo en brazos y la abrazo muy fuerte.

Esta sensación de miedo que me invade me recuerda que ahora ya es algo normal en mí, a lo que ya me acostumbré.
Miro el perchero y me doy cuenta de que papá no ha vuelto todavía.
Entro en la cocina y veo la cara de mala leche que tiene mi madre.
Mierda.

   -Carlota ¿tú entiendes algo de lo que te digo?-.

Bajo a mi hermana al suelo y le pido:

   -Alba, por favor vete a tu habitación-.

Mi hermana se da la vuelta para irse sin cuestionar ni una sola de mis palabras pero mi madre la frena:

   -No-.

La miro fijamente pidiéndole que por favor la deje irse pero no la va a dejar marchar.

   -¿Sabes Alba? ¿A qué tú siempre obedeces a mamá?-.

La veo asentir muerta de miedo y me empiezo a entristecer.

   -Pues tu hermana, últimamente, no sabe lo que significa la palabra obedecer. Se pasa el día fuera cuando necesita reposo, anda con malas influencias,...- Comienza a gritarme.

   -¿Malas influencias? Mamá son niños con cáncer como yo. No son ninguna mala influencia-.

Mi madre empieza a reírse a gritos y me amenaza muy seriamente:

   -Obedece porque sino...-.

-Sino ¿qué? Bastantes plumas me ha quemado esta enfermedad como para que vengas tú con intención de cortarme las alas y matarme en vida joder- Le levanto la voz acercándome a ella.

Me asienta una bofetada en cuanto termino de gritarle y me pongo la mano sobre mi mejilla. Me doy la vuelta y me voy dolida. Alba parece seguirme porque mi madre comienza a llamarla gritándole.
Me meto en mi habitación sin cerrar la puerta y dejo que Alba entre.
Me mira llorando y ahogo mis ganas de echarme a llorar con ella. La hundo entre mis brazos y la aprieto muy fuerte.
Perdóname Alba.
Nunca he necesitado tanto a mi hermana y, siendo tan pequeña, siento que me apoya tantísimo.

Escucho la puerta de la entrada y apuesto a que es papá. Miro el reloj extrañada, se me hace muy raro que papá llegue tan tarde pero le resto importancia.
Parece que la tranquilidad que reinaba tras la bronca con mamá se acaba porque los gritos comienzan de nuevo.

Alba me mira asustada y decido meterla en mi cama. Le doy unos auriculares y le pongo dibujos en mi móvil para tranquilizarla. Parece que funciona, se acomoda y yo me pongo en pie.
Los gritos de mi madre se me hacen espesos y mi padre parece mantener el tono más bajo. Es todo muy raro, hasta que cesan los gritos y la curiosidad me mata, ya no entiendo lo que dicen. Me pongo en pie y con una mirada le ordeno a Alba no levantarse. Me acerco a la puerta con sigilo y la abro intentando hacer el menor ruido posible.

   -Basta ya. Esto se te está yendo de las manos ¿te parecen horas?-.

   -A ti no tengo más explicaciones que darte- Le dice mi padre muy seco.

Todo esto es muy raro, si que discuten a veces pero no así.

   -Carlota esta pasando un momento difícil ¿tanto te cuesta subirte la bragueta?-.

Abro los ojos de par en par y camino hacia atrás hasta meterme en mi habitación.

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