Capítulo 15

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Narrado por Carlota a 17 de septiembre de 2016:


Entra una enfermera sonriente y Marco y yo nos miramos. Es la hora.
La muchacha nos mira con dulzura y me pide el brazo para quitarme la vía. Miro el reloj nerviosa, mi madre ya tenía que estar aquí. No noto nada de lo que hace hasta que presiona la gasa y suelto un pequeño quijido. Ella se asusta y Marco me regaña con la mirada.

   -Ahora pasas por aquí que tengo que darte unas recomendaciones y pautas para seguir- Me dice el médico.

   -Es que...-.

Intento inventar algo pero mi madre irrumpe en la habitación haciendo que todos nos quedemos mirándola.
Menos mal.
Asiento con la cabeza y me levanto para seguirlos. Marco me acaricia el brazo y le echo una sonrisa falsa que ni si quiera lo tranquiliza.
Caminamos durante unos segundos hasta llegar a la consulta del hombre y este nos hace sentarnos. Saca un par de papeles y comienza a explicarnos poco a poco los que dice en cada papel. Dietas, hábitos saludables, medicación... Siento que la cabeza me va a explotar y necesito un respiro. Desconecto de todo ello y me pongo a pensar en todo lo que me va a rodear de ahora en adelante. En las prohibiciones constantes, en las ordenes,... ¿Y tendré que dejar el instituto?
Cierro los ojos abatida y el doctor me hace volver a la realidad:

   -Tranquila, es solo paciencia y constancia y te aseguro que todo irá requetebien-.

Asiento con otra sonrisa falsa, que esta vez si se la creen, y vuelvo a desconectar. Paciencia y constancia, que risa. Si sé lo que significan porque soy lo contrario a ellas. Esto se le hubiese dado mejor a Marco, con su tranquilidad para todo, con su paciencia y aguante de la situación, y sobretodo con su constancia para tener mil rutinas y acordarse de todo. Aún así no se lo desearía a nadie y menos a él.

Mi madre se levanta y el médico hace lo mismo, con lo cual yo intento hacer lo mismo pero me frena una sensación de cansancio. Se me pasa enseguida pero mi madre ya esta encima mía.

   -Mamá ya esta, estoy bien- Le digo.

El médico empieza a advertirla de que esto que me ha pasado hace unos segundos es parte de mi nueva vida. Me levanto apartando a mi madre como puedo y salgo para fuera para intentar tranquilizarme. Marco al verme corre hacia mí pero guarda distancia para no agobiarme hasta que yo doy el paso y me abrazo a él.
Mi madre y el médico salen de la consulta y se nos acercan.

   -Todo esto es por tu bien-.

Aborrezco esa frase ya porque sé de más que va a ser su frase favorita para esta nueva y aterradora etapa.

   -Tu madre y yo hemos estado hablando de los grupos de apoyo- El médico hace una pequeña pausa para evaluar mi expresión y prosigue- en este mismo hospital, una de nuestras psicólogas da unas charlas motivacionales y luego hace como asambleas para que habléis unos con otros, para que os apoyéis-.

Lo miro con mala cara pero al girar la cabeza para ver a mi madre y negarme, me doy cuenta de que no va a haber forma posible de hacerlo. Me agarro al brazo de Marco y me despido:

   -Bueno, es hora de irse-.

Miro a Marco y a mi madre que me miran un poco pérdidos, debo de haberlos dejado así por mi rápido adiós pero sinceramente lo único que quiero es salir de aquí.

   -Si, es mejor que descanses, aquí no habrás podido hacerlo- Me secunda el médico.

Mi madre asiente como dándole la razón y yo tiro de Marco para irnos.
Caminamos en silencio por los pasillos hasta llegar al garaje, montamos en el coche de mi tía y nos volvemos a casa.
Mi madre pone la radio para calmar el ambiente pero cuando ella empieza a sentirse cómoda me las comienza a soltar:

   -Cuando tú estés lista ¿no crees que sería una buena idea ir a esas charlas?-.

   -No- Le contesto.

Mi madre gira unos segundos la cabeza para mirarme mal pero se contiene y sigue en el mismo tono:

   -Dale una oportunidad, quizás no sea tan malo y conozcas gente especial-.

Pongo los ojos en blanco pero no digo nada más, sería inútil.

   -Ya ha hecho amigos- Interviene Marco.

Suelto una carcajada y miro a mi madre que mira por el retrovisor a Marco sin entender nada.
Llegamos al piso sin hablar mucho más y soy la primera en bajarme. Tengo muchas ganas de ver a Abril.
Espero a que Marco abra la puerta para subir corriendo las escaleras y encontrarme que ella no esta.

   -Marco ¿dónde esta Abril?-.

Las palabras salen de mí como alma que lleva al diablo y espero que haya una buena razón detrás de esto. Él me mira inexpresivo hasta que termina de pensar y, entonces, me contesta:

   -Esta con Hugo, en su casa, me avisó antes-.

Me come la furia y, cogiendo una chaqueta del perchero, me doy media vuelta. Bajo las escaleras lo más deprisa que puedo sin que ni mi madre ni Marco me consigan frenar y salgo a la calle. Sé que Marco no ha salido detrás de mí porque esta reteniendo a mi madre y se lo agradezco.
Cuando me quiero dar cuenta, me encuentro frente al colegio de mi hermana viendo los niños jugar. Intento divisar a mi hermana pero no soy capaz y decido sentarme en un banco cercano para verlos.
La madera esta congelada y siento que me estoy quedando helada, la chaqueta es demasiado fina.
Giro la cabeza hacia el caminito de tierra y entre la gente que pasea veo a una chica con un mayot y un tutú rosa. Se me hace raro verla así vestida con el frío que hace pero no puedo apartar la mirada de ella, se la ve tan guapa con su pelo moreno y largo. Ella me mira también y, cuando consigo apartar la mirada, me doy cuenta de que me esta viniendo a toda velocidad una pelota pero no puedo esquivarla.
Siento como la pelota impacta en mi cara y me tira al suelo. Nadie parece inmutarse hasta que noto unas manos que me ayudan a levantarme.

   -¿Estas bien?- Me pregunta la chica.

Enrojezco sin ápice de dolor por la vergüenza e intento apartar su ayuda y levantarme sola pero no puedo así que acabo cediendo a sus brazos. Tiene fuerza la muchacha.

   -¿Estas bien? ¿Me escuchas?- Me repite la pregunta.

Asiento avergonzada por no responder antes. Ella me levanta hasta sentarme de nuevo y se sienta a mi lado. Sujeta mi cabeza con sus manos mientras parpadeo torpemente.

   -Carlota- Digo avergonzada.

Ella duda unos segundos pero acaba presentándose:

   -Amanda-.

Sonrío e intento controlar lo que me esta pasando pero no consigo entender nada.
Se saca la mochila y me tiende un termo, supongo que para darme un respiro.

   -Creo que tú lo necesitas más-.

Tiene una voz dulce que es maravillosa.

-Carlota- Grita mi madre desesperada.

La miro con miedo y la chica me da el termo antes de huir.

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