Capítulo 21

3 1 0
                                    

Narrado por Carlota a 26 de Septiembre de 2016:


Miro a mi alrededor, la sala de espera está totalmente desierta, y agacho la cabeza entre mis manos derrotada.
Siento como todo se me viene encima y no puedo evitar regodearme en mi propia mierda:

   -Cáncer uno, pelo cero-.

   -¿Carlota?- Me pregunta una voz masculina.

Levanto la cabeza para mirar quién me habla y me viene un flash del muchacho presentándose.

   -Mario-.

Lo debo de pronunciar con demasiado énfasis porque lo veo sonreír y se enrojece. Asiente con la cabeza y pregunta:

   -¿Te has perdido?-.

   -Esa era la intención- Mascullo.

Me mira sin entender nada de lo que he dicho y su cara parece una interrogación enorme pero eso no lo frena y, de pronto, me pregunta feliz:

   -¿En qué habitación estas?-.

No entiendo su entusiasmo estando aquí dentro y, sin quererlo, empiezan a rodar lágrimas por mi cara. La impotencia me puede.
Él cambia totalmente de cara y me abraza. Me aprieta hasta que dejo de gimotear y, sin saber por qué me siento mucho mejor.

   -No quiero quedarme calva-.

Él me suelta y me dice otra vez con una sonrisa:

   -Pero si es lo mejor, no tienes que usar dos toallas, no tienes que peinarte, no usas champoo y no sabes cuanto te ahorras... Y lo puto mejor esta súper suave-.

No puedo evitar reírme y él agarra mi mano para pasársela por la calva y que compruebe lo suave que es.

-Venga va ¿en qué habitación estas?- Me repite la pregunta.

Me seco las lágrimas con cuidado y le contesto:

   -No me han ingresado... He venido a consulta-.

Asiente y me agarra para llevarme allí de nuevo.
Caminamos durante unos minutos pero lo freno tirando de su brazo hacia atrás y me queda mirando esperando a que le explique lo que esta pasando:

   -¿Podemos  no ir a la consulta?-.

Él sonríe y me pregunta:

   -¿A dónde vamos?-.

Le sonrío y tiro de su brazo. Echo a correr y él tiene que ponerse también a correr hasta que comienza a ponerse rojo y para en seco. Lo miro muy asustada y veo como Mario se dobla agotado.

-Ayuda-.

Empiezo a chillar como una loca intentando que nos ayuden cuanto antes y noto como el terror me sube por las venas. Lo agarro por los brazos para intentar mirarle la cara, esta muy roja.
Alguien me empuja y un grupo de personal sanitario lo rodea sin dejarme verle.

   -Mario- Chillo.

Me abro paso hasta Mario que esta sentado en una silla de ruedas y veo como le colocan una mascarilla.

   -¿No sabes que su capacidad pulmonar es reducida? No podéis echaros a correr, sin ninguna razón podría ahogarse en cualquier momento- Me riñe uno de los enfermeros.

¿Ahogarse? Miro a Mario con miedo que me responde con los ojos entrecerrados y me pongo de rodillas a su lado.

   -Lo siento-.

Las lágrimas brotan de mis ojos sin poder detenerlas y solo quiero volver atrás en el tiempo y desechar mi idea de mierda.
De pronto, mi madre me engancha y me echa hacia atrás sin entender lo que esta pasando. Me doy la vuelta dos segundos para intentar explicárselo todo pero al ver que se llevan a Mario echo a andar junto a él. Mi madre me sigue sin decir nada hasta llegar a la sala de pediatría.
Nos dejan en la habitación de Mario y lo enchufan a otra máquina antes de irse.

El BancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora