Capítulo 43

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Narrado por Carlota a 22 de Octubre de 2016:


La habitación está oscura y me hayo sentada con las piernas cruzadas en el suelo. Hace bastante frío.
La luz se enciende y trato de acostumbrarme a ella.
Las paredes son grises, de cemento puntiagudo y algún que otro ladrillo y una puerta de acero está justo en frente a mí.
¿Dónde estoy?
Me pongo en pie para ir hacia ella pero una luz roja parpadeante me hace retroceder.

Dos hombres entran en la habitación con una sonrisa aterradora y me lanzan contra la pared que hay tras de mí sin tocarme. Siento un dolor por todo mi cuerpo paralizante y como mis pulmones se cierran sin dejarme respirar.
Ellos se acercan a mí sin yo poder hacer nada y me vuelven a sentar en el suelo.
Comienzan a agarrar mechones de mi pelo y a tirar de ellos, generándome un gran dolor.

   -Parad por favor- Chillo pero sus tirones no cesan.

Sigo gritando hasta que de pronto cierro los ojos y los vuelvo a abrir.
Amanda tiene sus brazos sobre los míos y me abraza con ternura.

   -Estaban...-.

No soy capaz a explicarle lo que esos hombres me hacían pero ella me abraza y me susurra:

   -Tranquila, ha sido una pesadilla-.

Sus palabras me relajan pero no dejo de sentir como todo mi cuerpo está todavía en tensión.
Me doy la vuelta para mirar la almohada y veo algún que otro mechón. Amanda también se gira y los ve.

   -Tengo que pedir cita con la peluquera... Jenni me lo avisó-.

Amanda vuelve a abrazarme por detrás y siento su respiración en mi cuello.

   -Mi hermana es peluquera, ven a mi casa, ella puede hacerlo-.

Agradezco su oferta pero mi estómago ruge con fiereza.
Amanda sonríe y me tiende la mano para ponernos en marcha.
Vamos hasta la cocina y vemos en el mostrador un surtido de galletas, cereales y tortitas.

   -Abril no se anda con medias tintas-.

Admiro su obra y me deja impactada su dedicación. Es la mejor, sin duda.
Cojo mi teléfono y le mando un mensaje de agradecimiento.
Comenzamos a comer y me doy cuenta de que me he olvidado de avisar a mi madre.
Cojo el teléfono y marco el número de mamá.

   -Ya era hora-.

Me levanto de la mesa y me voy hacia el pasillo sonriéndole a Amanda para que no sospeche. Mentirle no me hace sentirme mejor pero sé que se preocupará y eso si me tensa.

   -Carlota hija... Últimamente estas tan desaparecida. Sé que no es un buen momento para ti pero no lo es para nadie-.

Su sermón me deja traspuesta y no sé qué decirle.

   -¿Carlota?-.

Los silencios a mi madre no le gustan nada, siempre fuerza la conversación preguntándome si sigo ahí.

   -Iré para comer-.

   -Eso espero, no olvides que esta tarde tenemos una cita con Mónica, tu médica-.

Parece que se ha tranquilizado y me despido de ella.
Vuelvo a la cocina y observo como Amanda acaba el último sorbo de café antes de que yo si quiera haya empezado.

   -Gracias que la que tenía hambre era yo-.

Parece no entenderlo como una broma porque baja la cabeza y pierde la sonrisa. Me acerco para besarla pero ella recobra la sonrisa y me planta una tortita en la boca.
Abro los ojos y me la quito para dejarla en el plato.
Amanda se intenta poner de pie pero yo agarro una servilleta y se la pongo en la mano.

   -¡Límpiame!-.

   -Límpiame por...-.

Espera a que yo acabe la frase pero no lo hago.

   -¿Dónde está tu educación?-.

Ella se resigna y tira de mí. Me quedo pegada a ella y me empieza a dar pequeños lametazos y mordiscos por donde tengo el sirope estendido.
No me puedo resistir y la beso.

   -Aún no había acabado- Se queja entre beso y beso.

Aprovecho su despiste para rebozar mi cara contra la suya y ponerla perdida de chocolate.

   -Carlota-.

Me alejo corriendo tras su grito y ella se echa detrás de mí pero me coge enseguida.
Comienza a morderme el cuello y echo la cabeza hacia atrás para darle mejor acceso. Ella baja sus manos desde mi abdomen hasta mi entrepierna y salto hacia delante. Me doy la vuelta y niego con la cabeza. Amanda me mira sorprendida y se intenta acercar a mí pero no la dejo.

   -Quieta ahí, ya sé como acaban tus besos en el cuello... Y quiero desayunar y que tu hermana me corte el pelo-.

Amanda se da la vuelta y camina hacia la cocina. Corro detrás de ella nerviosa por si se ha podido enfadar y la encuentro haciendo un sándwich de tortitas y sirope de chocolate.
Sonrío y me lo tiende.
Lo envuelvo en una servilleta y me lo llevo a la habitación.
Doy gracias a haber dejado gran parte de mi ropa aquí.
Me visto con unas mayas y una sudadera y, por encima, una chaqueta vaquera.
Mientras yo me peino, Amanda se prueba la ropa que le he dejado y, cuando acabo, voy a ver cómo está.
Amanda lleva unos vaqueros y una sudadera holgada que no es mía, supongo que será de Marco.

   -¿Vamos?-.

Amanda me agarra la mano y salimos del piso. Caminamos hasta su casa mientras hablamos un poco de su hermana y me termino el desayuno.
Me cuenta que su sueño siempre ha sido la peluquería y que almacena miles de pelucas en su habitación.
Al llegar me suelta la mano un momento para abrir la puerta pero me la vuelve a coger antes de entrar. Ese simple gesto me tranquiliza.

   -Amelia-.

No contesta pero al adentrarnos la vemos en la cocina, desayunando junto a un hombre.
Amelia se levanta con una sonrisa preciosa y me abraza.

   -Él es Lucas, el novio de Amelia-.

La presentación de Amanda me hace caer en que Amelia ya me habló de él la noche que la conocí.

   -El amor de mi vida quiso decir- La corrige Amelia guiñándome un ojo.

Suelto una minúscula carcajada y miro a Amanda un poco incómoda.

   -Amelia, necesitamos tu ayuda-.

   -Si quieres la mano de mi hermana, es toda tuya. Una buena aliada siendo la novia de mi hermana nunca esta de más-.

¿Novia? Eso nunca lo había pensado.
Enrojezco por completo y tiene que intervenir Amanda porque me quedo totalmente callada:

   -Amelia no seas burra... Carlota quiere que la rapes-.

Amelia me mira sorprendida e intenta disuadirme, lo que cabrea a Amanda que la manda callar.

   -No discutais... Por favor- Intercedo y hago una pequeña pausa- Amelia, tengo cáncer y ya he recibo quimioterapia varias veces... El pelo se me va a caer pero me han dicho que es mejor que me anticipe-.

Amelia me mira con pena y tristeza y asiente.
Sale de nuestra vista unos segundos y vuelve con una maquinilla.
Nos guía hasta el baño y me prepara para cortarme el pelo. Me sienta en un taburete y le da la maquinilla a Amanda.

   -Creo que deberías hacerlo tú-.

   -Amelia, no he cortado el pelo de nadie en mi vida-.

   -Es algo muy íntimo, tú la conoces mejor que yo sin duda... Además, si algo sale mal la retoco luego-.

Amanda me mira para saber que opino de que lo haga ella y asiento.
Amelia sale de la habitación y nos deja solas.
Amanda agarra la maquinilla con fuerza, tanta que sus dedos se ponen blancos y la enciende.
El ruido me hace temblar pero me contengo. Dejo que Amanda se acerque a mi cabeza y se deshaga de mi pelo mientras las lágrimas cubren mi rostro.
Levanto la cabeza cuando dejó de escuchar la maquinilla y la miro.
Se siente muy culpable lo veo en sus ojos, ni si quiera es capaz de mirarme a la cara. Me levanto a toda prisa y la abrazo con cariño.

   -Teníamos que hacerlo-.

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