Capítulo 34

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Narrado por Amanda a 9 de Octubre de 2016:


Llego a casa un poco cansada y corro con las pocas fuerzas que me quedan hasta mi habitación.
Por fin.
Me había dejado el móvil por la mañana y no sé si Carlota me habrá hablado.
Enciendo el móvil y veo diez llamadas perdidas de ella y un mensaje de mi hermana en el que me pide que compre el pan.
Escucho un ruido tras de mí y me giro de inmediato. Mi hermana me inspecciona de arriba a abajo buscando el pan y acabo por explicarle que me he dejado el móvil.
Ella parece decepcionada pero mi móvil vuelve a sonar y la echo de buenas maneras de mi habitación. Creo que ya no le afecta porque se ha acostumbrado.

   -Dime que puedes comer hoy conmigo, por favor-.

Su voz suena demasiado tensa y de pronto, la de un hombre entra en acción.

   -¿Quién es ese chico?-.

La verdad es que no entiendo por qué me importa pero me está desquiciando la voz de ese chico.

   -Es un amigo, estoy en su casa viviendo con Alba-.

Esta vez, su voz es temblorosa y quiero decirle que si puedo ir a comer con ella pero ella me interrumpe de nuevo:

   -Amanda por favor, necesito verte-.

Sus súplicas me crean un nudo en la garganta y acepto de inmediato.

   -A las dos debo de ir a buscar a Alba al colegio, acércate y trae a Adolfito. La llevaremos a casa de Marco y la dejaremos allí con el perro mientras nosotras vamos a comer. Marco me ha dicho que él se encarga-.

Su voz es decidida, como si lo hubiese estado ensayando y lo dice de carrerilla, quizás tenga miedo a que la interrumpa. Le respondo a todo con un si y quedamos en el colegio de Alba a las dos menos diez.
Dejo el móvil de nuevo en la cama y salgo en busca de mi hermana.
Ella y Lucas están en salón con Adolfito en el medio tan pancho.

   -Recordad que no es nuestro-.

Amelia me mira mal pero no hago mucho caso, sin embargo, Lucas no parece disgustado con mi comentario, creo que no le gusta la presencia del perro. Supongo que él cree que a Amelia se le antojará tener uno y esa idea es la que no le acaba de gustar.

   -A mí no me engañas con lo de tu amiga, es un remplazo de mí- Dice poniéndome morros.

   -Me voy a comprar el pan, no sueñes tanto-.

Salgo de la casa y camino hasta una panadería cercana. Está en la misma calle que mi casa pero como mi casa está entre dos edificios casi no alcanzo ni a ver la puerta del jardín. Recuerdo que mi madre tenía que salir de la parcela para verme cuando iba a por pan.
Quiero darme la vuelta de nuevo para ver si está allí pero sé de sobra que no esta.

   -¿Eres la última?-.

La ternura con la que me lo pregunta hace que le sonría de inmediato y me gire para verla. Es una anciana de pelo trenzado con una blusa y falda azul.
Asiento y ella se para detrás de mí.

Espero mi turno sin más sobresaltos y me voy con la barra bajo mi brazo.
Camino despacio mirando hacia atrás para despedirme de la señora y de la dependienta, que ya son las únicas que quedan en la tienda. Por la hora supongo.
Al girar la cabeza me quedo petrificada, la escena que contemplo no la entiendo demasiado bien. Mi hermana está abrazando con fuerza a Tamara y esta le acaricia la nuca.

Tengo el impulso de esconderme detrás de un pequeño quiosco para seguir apreciando la escena.
Mi hermana mira hacia aquí como si estuviese vigilando si llegaba y Tamara se despide.

Siento como se me clava algo en el corazón, siento una grave traición por parte de mi hermana al verla con Tamara pero espero a que vuelva a la casa para seguir mi camino. No quiero encontrarme con ella ni fuera ni dentro.

Miro el reloj esperando que sea la hora de ir a por Alba al colegio pero aún falta una hora y media.
Me entra un poco de agobio pero intento calmarme antes de llegar a casa. No me gustaría que mi hermana me viera así y se diese cuenta de que la vi. No quiero tener ningún tipo de conversación sobre Támara.

Abro con cuidado la puerta y dejo el pan sin ser vista en el salón. Recojo del sofá a Adolfito y me lo llevo a mi habitación.
Cierro por dentro con llave, que no es lo habitual, pero evitará que mi hermana entre y me entretengo jugando con el perro.
Un mensaje de Carlota me avisa de que ya va de camino y yo me pongo de pie. Visto un pequeño chaleco a Adolfito y cojo una chaqueta para mí.
Lo cojo en brazos y por suerte salimos sin ser vistos.

Al llegar al parque veo a Carlota allí esperando entre un montón de madres.
La observo desde la lejanía, noto su preocupación desde aquí y me acerco a ella por detrás para abrazarla. Se deja abrazar hasta que ve a su hermana y se aparta.
La coge en brazos y me la acerca. La niña salta a mis brazos y la bajo para subirla a mi espalda.

Caminamos guiadas por Carlota mientras Alba relata todo lo que le ha pasado durante el día. Al llegar al piso de su amigo Alba mira a Carlota y le pregunta por sus padres.
Carlota se pone a su altura tras yo bajarla y le dice apretando la mandíbula para no echarse a llorar:

   -Papá y mamá tienen que entender que somos pequeñas para que nos estén metiendo en sus problemas-.

Miro a Carlota sin entender nada pero ella no dice nada más. Solo camina empujando un poco a su hermana para entrar y subir hasta el piso. Parece que estar muerta de miedo pero ese caparazón que se gasta me complica saber lo que hay debajo realmente.
Saca una llave y abre la puerta.

Igual su amigo no es su amigo, igual es su novio.

Agacho la cabeza al verlo, es un chico de más o menos la edad de Carlota. Muy guapo. Luce el pelo un poco más largo de lo normal estereotipado en el instituto pero le queda muy bien, oscuro como sus ojos y un tremendo físico.

Alba va corriendo hasta él y se abrazan. Parece que se conozcan bien, debe de ser su novio de siempre.

Por un momento me quiero ir pero decido desechar la idea porque si Carlota me ha llamado a mí en vez de estar con su novio debe de ser por algo.
Mientras yo pensaba Carlota le estuvo explicando algo sobre Alba y ahora me coge la correa del perro para dársela.

   -Si pasa algo llámame y Alba pórtate bien, Tato esta haciéndonos un favor cuidándote recuérdalo-.

Alba se abraza a la pierna de Marco y le da las gracias antes de despedirnos.

Salimos cerrando la puerta y mi boca me traiciona:

   -¿Es tu novio?-.

Carlota abre los ojos con sorpresa y niega riéndose a carcajadas.

   -¿Marco mi novio? No tía, es mi mejor amigo desde que era así- Se explica haciendo un gesto con la mano.

Un alivio inunda todo mi ser y ella vuelve a hablar.

   -Gracias por hacer que me ría, de verdad que lo necesitaba-.

Su voz ahora me resulta otra vez preocupada, aunque esta vez parece agradecida. La verdad es que en ningún momento era un chiste pero está bien que lo piense así, no tendré que dar ninguna explicación.

   -Puedes desahogarte si quieres-.

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