Capítulo 1

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Narrado por Carlota a 1 de agosto de 2016:


Entreabro los ojos y ya me quiero morir. Estoy muy cansada, los nervios me han jugado malas pasadas por la noche y apenas he podido dormir.
Me doy la vuelta lo más delicadamente posible para no despertar a Abril pero duerme como un tronco, haciendo esos pequeños soniditos que ella dice que no llegan a ser ronquidos. Petarda.

Miro ahora con la poca claridad que entra por la ventana a una pequeña libreta que hay sobre la mesita de noche.
Es mi diario.
Lo abro casi por el principio y busco un día muy concreto, ese día se removió algo en mi interior.

Leo para mí una de las frases: "Hoy Marco ha traído a un amigo que ha hecho nuevo. Es rubio y de ojos verdes, es guapísimo. Que pena que no sepa ni como me llamo."

Sonrío para mis adentros, ahora ya sabe mi nombre.

   -¿Con qué fantaseas ahora, eh? Cenicienta- Me pregunta Abril intentando ver lo que leo por encima de mi hombro.

Cierro la libreta de inmediato y la meto en un cajón de la mesita. Me doy la vuelta y me hago la interesante negando con la cabeza. Abril rueda los ojos en respuesta a mi gesto y yo me pienso seriamente decírselo.

   -¿Hoy por la tarde quedaste con Brais, verdad?- Me pregunta sacándome de mi ensimismamiento.

   -Si- Le contesto firmemente y tras dos segundos me tiro al agua- y... ¿Tú me podrías ayudar a peinarme?-.

Me mira incrédula y yo pienso en mil formas de dar marcha atrás para que lo olvide. Pero es tarde.

   -Carlota, creo que no entiendes bien para lo que habéis quedado...- Me dice siendo totalmente explícita con las manos.

   -A ver, Abril, no solo vamos a hacerlo. Hablaremos, tomaremos algo y, ya después...- Le digo sonando como una niña inocente.

Hasta yo me he dado cuenta que parecía tonta mientras hablaba pero eso es lo que me provoca Brais.
Abril me mira todavía más incrédula y eso no es bueno. Eso significa charla y de las buenas.
Cierro los ojos como si fuese a darme una bofetada literal y no en sentido figurado pero cuando los vuelvo a abrir, la veo con cara de preocupación.

   -Yo te peino pero no va a ser un cuento de hadas- Me aclara.

Abril no deja de remover el café, hay algo que le preocupa... Engancho una palmerita de chocolate y la engullo creyendo no ser vista.

   -Carlota ¿tú no se supone que no comes dulces para mantenerte?- Me pregunta sin ni si quiera mirarme.

Mierda.

Sonrío nerviosa por el ridículo que he hecho y pienso en cómo contestarle.
Bueno, no sé a quién quiero engañar, soy nefasta para estas cosas.

   -¿Qué sientes por Brais?- Me pregunta muy seria.

No debí de decirle nada, no quiero que se preocupe.

   -Abril, sé lo que hago, sé como es Brais. No siento nada. Tú estate tranquila- La intento tranquilizar.

Seamos sinceros, ni yo misma me he creído lo que he dicho.
Abril pone mala cara pero no dice nada, ella solo sigue dándole vueltas al café con la cuchara.

Pasan unos segundos hasta que interrumpe advirtiéndome:

   -Carlota, si quieres que te peine dúchate cuanto antes porque tengo que ir a ayudarle a mi madre con la tienda-.

Miro la hora en el móvil y aprovecho a mirar si Brais ha escrito algo pero no lo ha hecho. Guardo el móvil en la cinturilla del pantalón del pijama y acabo mi café.

   -Voy a ducharme- Anuncio.

Abril no hace nada por detenerme, así que, me encamino al baño. Cierro la puerta cuando estoy dentro y me desnudo. Camino hasta el espejo y me observo. Mi piel blanquecina casi brilla y hace que se realce más el tatuaje. Fue una de las mejores decisiones que he tomado.

Abro los grifos de la bañera para que se llene un poco pero no consigo regular el agua caliente. Detesto que quiera agua caliente y solo salga fría. Decido dejarla correr durante un rato y vuelvo al espejo.

Me pregunto si será suficiente lo que veo para hacer que Brais se enamore... En realidad, no creo ni que sea especial para él, ya habrá pasado por ello mil veces aunque para mí sea la primera vez.

Vuelvo a comprobar el agua pero sigue saliendo fría.

   -Abril- La llamo.

Espero su contestación pero no llega y decido salir para ver que pasa. Me pongo la toalla rodeando mi cuerpo y salgo del baño. Recorro el pasillo pero cuando entro en la cocina me quedo sin palabras.

Abril me mira desconcertada pero, a mí quien me importa es Brais, que me mira boquiabierto.

Mierda.

Abril se tapa la cara con la mano para que no le vea su sonrisa de oreja a oreja, esta a punto de reírse a carcajada limpia. Espero que no lo haga, esto no tiene ninguna gracia.
Sigo sin moverme, totalmente paralizada.

   -Carlota iba a ducharse justo ahora ¿la esperas aquí?- Le pregunta Abril a Brais.

   -Claro- Contesta con una sonrisa.

Que guapo es.

Abril me empuja hasta sacarme de la cocina y me mete en el baño. Veo como ella pega media vuelta para irse y le suplico:

   -Por favor, no te vayas-.

Ella cierra la puerta sin piedad y yo me dirijo hacia la bañera. Las piernas me tiemblan pero no desisto en mi intento de ducharme. El agua no está del todo caliente como a mí me gusta pero me doy prisa.

La puerta se abre y yo le digo a Abril:

   -Gracias por volver, no sé cómo hacer con Brais ¿cómo lo hago? ¿qué le digo?-.

Escucho una sonrisita y sé que no es Abril.
Mierda, joder Carlota, no dejas de meter la pata.

   -Abril me ha dejado solo, tenía que marchar pero me ha hecho jurar que no te haría nada. Parece que esos cuentos de que eres una estrecha son realidad- Dice riendo.

Su suposición hace que me dé una ligera punzada al corazón y suspiro resignada. ¿Qué voy a hacer?
Se va a dar cuenta de que nunca lo he hecho y se lo va a contar a todo el mundo.

   -¿Carlota estas bien?-.

Su pregunta, tras unos segundos de silencio por mi parte no puedo dejar de contestarla:

   -Si, pásame la toalla-.

Él me da la toalla y me envuelvo en ella. Le hago un gesto para que me dé la espalda y se da la vuelta. Espero que no haya visto demasiado.

   -Va Carli, déjame verte. No hay nada que no haya visto ya- Insiste.

¿Ya te has acostado con más chicas? Claro, qué pregunta es esa. Si esta buenísimo, cómo no va a haberse acostado con nadie.
No sé qué hacer.
Camino hasta el espejo y dejo caer la toalla sobre el suelo. Me doy cuenta de que mi aureola está muy agrietada y me quedo perpleja.

-Carli esto es una tontería...- Dice dándose la vuelta.

Estoy pálida y él se da cuenta. Corre hacia mí y mira lo mismo que estoy mirando. Él también se pone nervioso y me dice:

   -Vístete, nos vamos al médico-.

Lo miro a los ojos con miedo y el me abraza. Tengo entre frío y miedo.

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