Capítulo 36

4 1 0
                                    

Narrado por Amanda a 10 de Octubre de 2016:


Me despierto por toda la calor que siento a mi espalda pero al abrir los ojos me doy cuenta de que no estoy en mi casa y eso me hace intentar averiguar donde estoy. Al moverme para conseguir ver quien es la persona que tengo detrás, esta me pone el brazo por encima para evitar que me mueva y tengo que empezar a recordar para saberlo.
Un dolor de cabeza me estanca y no soy capaz de pensar con claridad.

   -Joder-.

Murmuro muy bajito pero la persona que está detrás mía se mueve, cierro los ojos instintivamente como si pudiera verme y siento como se aparta de mí rápidamente.
Creo que se maldice en bajito, igual que yo y, entonces, sé quién es. Carlota.

Me viene un pequeño recuerdo de un beso pero Carlota se levanta y me distrae. Agudizo el oido para intentar descifrar lo que hace y solo escucho como camina de un lado al otro. Dejo de oír sus pasos y sé que se ha parado delante de mí por la brisa de su respiración.

   -¿Por qué me llevaste ayer a ese sitio? ¿Por qué te portas tan bien conmigo? Amanda estoy muy confundida- Susurra con aparente dulzura.

Porque me gustas Carlota.

Me muevo un poco y ella se asusta y se cae al suelo.
Abro los ojos de inmediato y la veo allí tirada, tiene una expresión de dolor pero cuando me ve con los ojos abiertos se echa a reír.
Le pido con la mano que baje el volumen, el dolor de cabeza que estoy teniendo me va a partir el cerebro en dos si no para.

Me pide perdón y me señala una caja de pastillas que hay sobre la mesita de mi lado. Saco una para mí y le ofrezco otra a ella.
De pronto su semblante cambia de forma drástica y echa a correr a fuera. Me levanto y voy detrás de ella, me la encuentro en la cocina sosteniendo una nota.
Se pone la mano en la frente y se echa a reír de nuevo pero al verme cesa su peculiar tortura.

   -Bueno... ¿Quieres desayunar?-.

Me pregunta pero no deja de mirarme de arriba a abajo con nerviosismo. Me miro yo también y me doy cuenta de que estoy desnuda. Me intento tapar y vuelvo a la habitación.
Descubro que toda nuestra ropa está por el suelo tirada y me pregunto si... No, eso no pasó.

Recojo la ropa del suelo y me visto intentando estirar un poco las arrugas de esta.
No hemos hablado casi nada así que no sé si se acuerda de algo de lo que ha pasado o le pasa como a mí que no consigo saber muy bien que son recuerdos y que no lo son. Me pregunto si será buena idea hablar del tema o no.
Asoma la cabeza por el umbral de la puerta y me dice que ya está el desayuno hecho. Le sonrío y la sigo hasta la cocina.
Nos sentamos una en frente a la otra y me da una taza con café. Comemos en silencio hasta que ella resopla.

   -¿Qué?-.

Acompaño mi pregunta con una sonrisa y un toque de cabeza y ella me contesta:

   -Ayer me besaste... ¿Eso lo sueles hacer con tus amigas?-.

Su voz es dulce, como la de una niña y me entra la risa floja. Ella frunce el ceño para mostrarme que no le hace ninguna gracia y acabo por explicárselo.

   -Carlota... A mí me gustan las chicas por eso te besé, porque me gustas-.

Ella abre los ojos y se queda quieta. Espero unos segundos a que reaccione pero no lo hace y acerco mi mano para tocarla.

   -No me toques- Dice alejando la mano y me pregunta- ¿cuándo me lo ibas a decir?-.

Parece que me lo esta reprochando y me quedo quieta. No sé qué decirle y ella se impaciente.

   -Amanda ¿que cuándo me lo ibas a decir?-.

Me siento herida y, de pronto noto como se acrecenta el enfado en mí.

   -No tenía pensado hacerlo porque no me di cuenta hasta que te besé pero creo que tú no te opusiste así que no te hagas tanto la hetero-.

Estoy muy disgustada con como se cabrea mas ante mis palabras y me pongo de pie. Ella también lo hace y me grita:

   -¿Que no me opuse? ¿Cómo iba a oponerme si estaba pedo?- hace una pausa como si se hubiese dado cuenta de algo- claro... Me emborrachaste para que te fuese más fácil, ahora lo entiendo todo-.

No me puedo creer que haya dicho que lo tenía todo planeado y lanzo la taza al suelo furiosa.

   -¿Cómo iba a saber que saldríamos de fiesta Carlota? No lo sabía, me apetecía besarte y lo hice, me gustas y no me avergüenza. Cuando puedas decir lo mismo avísame-.

Me doy la vuelta y salgo del piso. Estoy que echo fuego.
Cierro la puerta de la entrada con toda la rabia y camino hasta mi casa sin apenas darme cuenta de lo que estoy haciendo.
Al llegar a casa miro a mi alrededor y hay una pequeña caja de bombones con una nota encima. Niego con la cabeza como una gilipollas y miro el móvil. Hay llamadas de Carlota pero no de mi hermana, quiero no hacerle caso a las llamadas de Carlota pero aun así las cuento. Siete llamadas en diez minutos.
Dejo el móvil en la mesa y cojo la nota. "Las notas se te dan mejor que el teléfono, así que haya voy, hemos tenido que volver a Londres, lo siento". Siento una punzada en el corazón como la primera vez y pienso en sí de verdad me podré acostumbrar a que ella no esté.
Miro el rincón que Carlota y yo preparamos para Adolfito y pienso también en él, supongo que ya no volverá aquí.

Me siento en el sofá desquiciada y me tiro del pelo. Me duele la cabeza pero si me tomo otra pastilla me adormilará y bastante tengo con la resaca para ir a trabajar.
El móvil se enciende y veo su nombre.
No quiero hablar contigo Carlota.

   -¿Cómo has podido pensar que te emborraché para aprovecharme de ti?-.

Le chillo al móvil como si ella pudiera oírme pero, aún así, deja de sonar la música de llamada y suena una notificación.
Es ella... Tiene que ser ella.
Agarro el teléfono a toda prisa y veo un mensaje de ella: "Sé que no está bien lo que he hecho y probablemente me haya equivocado pero Amanda es muy raro lo que ha pasado".
¿Es muy raro que una mujer bese a otra mujer? Menuda imbécil.

Suelto el móvil de nuevo en la mesita y echo la cabeza hacia atrás.

   -Menuda imbécil soy creyendo que Carlota iba a ser diferente-.

El móvil vuelve a sonar y lo apago.
Estoy un poco harta.
Me dirijo a la cocina para ver qué hora es y decido coger una manzana para comer mientras camino al trabajo.
Voy a la habitación y me cambio de ropa. Con la manzana y una riñonera me dispongo a salir cuando caigo en la cuenta de que no llevo el móvil, lo recojo y salgo.
Camino bordeando el parque y antes de llegar enciendo el móvil y veo otro mensaje de Carlota: "Por favor Amanda, cógelo. Tenemos que hablar".

   -Yo no tengo nada que hablar con alguien que es incapaz a entender lo que es un sentimiento-.

Apago el móvil de nuevo y entro al veinticuatro para empezar a trabajar.

El BancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora