En el almuerzo realmente no tenía nada de hambre ni me apetecía meterme en medio de una cafetería abarrotada de estúpidos mimados, enfundados en sus caros uniformes y mirándome raro. Sí, para mi colmo yo no llevaba uniforme, así que podrás imaginar como debía verme vestida con mis pitillos gastados y mi sudadera negra en medio de esa marea de estudiantes uniformados.
Salí por lo que supuse era la parte trasera del instituto y me acerqué al árbol más alejado que vi. Me senté apoyada en él y me puse mi música.
Me había acostumbrado a estar sola y ya lo único que necesitaba era un poco de paz, un sitio aislado donde poder estar sola, como me gustaba. No voy a mentir y decir que nunca fui sociable, en mi antiguo instituto tenía buena relación con prácticamente todo el mundo, pero cuando pasó... Simplemente no quería saber nada de nadie, y con mi mal carácter no me costó mucho que así fuera. Odiaba que me miraran con pena y rápidamente todos entendieron que no me interesaba ni su compasión ni ellos. Supongo que también ayudó el hecho de que creían que me había vuelto loca. Y quizás sí, quizás lo estaba, pero me daba igual.
- Hola.- me sorprendió una aguda voz a mi lado.
Era una chica con el pelo corto oscuro y las puntas azules. Me miraba fijamente desde arriba, como esperando que dijera algo. Puse los ojos en blanco, no quería sociabilizar aún, ni siquiera sabía si querría alguna vez.
- Hola.- contesté hoscamente.- Realmente agradezco tu intento, pero no me apetece hablar.
- Ni a mi tampoco, pero estás en mi sitio.- me soltó fríamente.
Me fijé mejor. Llevaba el uniforme de la escuela a su manera. Con la camisa fuera de la falda, las medias prácticamente por los tobillos y las dobleces de la falda deshilachados.
- No sabía que ahora los árboles tenían dueño.
Se rió suavemente mientras se sentaba al otro costado del árbol, cerca de mí, pero guardando las distancias.
- Toma.- me dijo dándome la mitad de su bocadillo. Negué con la cabeza, pero ella rápidamente respondió.- ¿Sabes? No tengo necesidad de alimentar a ninguna niñita malcriada, pero no soportaría verte dentro de un mes como cualquiera de esas plásticas completamente sin formas. Este instituto necesita gente normal.- me espetó mordaz y por primera vez en todo el día me reí.
Me gustaba esta tía, su carácter directo y su manera de no titubear con lo que decía.
- Gracias.- le solté con una mueca que pretendía ser una sonrisa.- No te he visto antes.
- Bueno, si realmente dejaras de mirarte con el profesor y te fijaras en el resto, lo hubieras hecho.- Le miré mal y ella suspiró.- Soy Anna y estoy contigo en Historia.
- Yo soy...- comencé a decir.
- Sí, Alexia Woods. Ya se encargó el estúpido de Niall de hacerlo saber.- No pude evitar cerrar los ojos un momento al escuchar su nombre.- Un consejo, y no quiero que por esto creas que podemos ser amigas- dijo acercándose a mí-, aléjate de ese imbécil. Tiene la cabeza hueca.
- No me dices nada nuevo.- le aseguré devolviendo mis auriculares a mis orejas y mirando al frente.
Cuando acabaron las clases, volví a "casa" en el autobús de la escuela donde todos me miraban como si yo no fuera a darme cuenta. Estúpidos.
Al llegar a la puerta de la que era mi nueva casa, respiré profundo mirando la gran fachada. Era enorme y ahora solo para mí. Suspiré entrando al vacío hall y yendo directa al salón para tirarme en el sofá y encender la televisión.
Era un buen lugar, lujoso y con todo tipo de comodidades, pero aun así no quería estar aquí. Prefería mi casa, la de siempre, y mi habitación con las paredes ya sin fotos. Prefería todos los lugares que me recordaran a él, aunque al principio deseara solo alejarme. Pero ahora lo sabía, mi hogar estaba allí donde él hubiera estado.
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Después me iré
RomantikAlexia Woods se ve obligada a mudarse a Chicago cuando sus padres deciden darle esta segunda "oportunidad". Ha estado perdida mucho tiempo y es hora de reencontrarse, pero lo que no espera es que tal vez en este camino de vuelta, no sólo se encuent...