Capítulo 49

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Liam

A veces el tiempo pasa demasiado lento y este es un claro ejemplo de ello... Desde ese horrible día en el que Alexia decidió terminar conmigo; no, mejor dicho acabar con lo que sea que no llegamos a empezar; el tiempo para mí había dejado de pasar. Sí, por más dramático o nenaza que me arriesgaba a sonar, lo cierto es que me había quedado estancado en ese puto preciso momento.

Aún no terminaba de asumir que ella, quien siempre di por hecho que terminaría sufriendo por esto, me estuviera haciendo sufrir a mí. Porque la quería. Maldita sea si no lo hacía. La quería más de lo que jamás había querido a mi ahora esposa Nancy, la quería de una manera que me descontrolaba y dolía... No digo que estuviese enamorado, ni siquiera creo saber qué significa eso, pero sí que la quería. Para mí, conmigo... no lejos. Y no sabía si era por eso o porque realmente me jodía saber que era yo el que había perdido, pero me mantenía completamente furioso y fuera de lugar desde ese momento. Porque volviendo a arriesgarme a sonar cursi, he de decir que ahora solo sentía que mi lugar en el mundo estaba con ella, cuando me tenía dentro.

Y no pensaba dejarla ir tan fácilmente, yo no era así. Liam Reeds nunca había sido un cobarde y no empezaría a serlo ahora. Así que si tenía pensado dejarme atrás, con un simple adiós no le bastaría. Tenía que darme más, tenía que darme unos jodidos buenos motivos. Porque, mierda, no podía imaginarme lo que debe ser estar en su sitio, mantener una relación con alguien casado, pero ella no sabía nada, no sabía lo que era estar en el mío. Y tenía que decírselo. Estaba dispuesto a decírselo.

Decirle que yo no quería a Nancy, que yo solo había suspirado por una única mujer en mi vida... Y esa mujer era ella, mi pequeña Alexia. Tenía que decirle que no sabía por qué, pero que la necesitaba en mi vida. Que se había metido bajo piel. Que no sabía cuando lo había hecho. Que consiguió llegarme con esa tierna manera que tenía de resistirse a mí mientras caía. Que ahora no podía imaginar nada más que su sonrisa... Que si pudiera hacerlo, yo a Nancy la dejaría. Pero no podía. No podía porque durante mi vida yo ya había defraudado a demasiadas personas, pero sobre todo a mis padres, y no podía hacerles esto ahora. No podía romper de nuevo mis promesas y hacerles ver que era el mismo crío inmaduro y cabrón que hace tantos años. Que lo seguía siendo, porque no iba ser un hipócrita conmigo mismo y negarlo, pero eso ellos no lo sabían ni tenían por qué saberlo. Que no podía perderles de nuevo, no después de todo lo que tuve que cambiar para volver a tenerlos.

Así que no sabía que coño iba a decirle ahora que me encontraba frente a la entrada de su casa, pero esperaba que fuera lo que fuese que saliera por mi boca, sonara lo suficientemente convincente como para volver a tenerla a mi lado. Porque sí, era un mierda egoísta, pero la quería... Conmigo.

- ¿Qué?- gritó ella de mala manera mientras abría la puerta de un tirón cuando el timbre sonó por quinta vez.

Su rostro palideció cuando se dio cuenta de que era yo y vi como las lágrimas empezaban a arremolinarse tras sus preciosos ojos verdes. Verla ahí, un poco más delgada aún que la última vez, descuidada y abatida, me destrozó el alma. Mi pequeña... Le habían roto el corazón. Y esta vez había sido yo.

- Nena.- fue lo único que pude decir antes de arrastrarla hasta mis brazos y rodearla con ellos aún en la entrada de su casa, importándome una mierda quién pudiera vernos.- Lo siento tanto, Alexia.- susurré y besé su pelo. Me sentía un jodido monstruo y ese sentimiento aumentó cuando ella empezó a sollozar sin control.

Había sido un puto ciego, no me había dado cuenta en todo este tiempo. Si bien al principio lo había sido, ahora no era solo sexo. Ahora sabía que si esto que estaba sintiendo mientras la veía derrumbarse entre mis brazos no era amor, era lo más parecido a eso que había sentido en la vida.

Después me iréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora