Alexia
- ¿El qué?- pregunté totalmente desencajada.
- Que fue ese imbécil quien te golpeó.- sonaba tan lleno de rabia que me asustó.
- Ey, Liam, tranquilízate.- Susurré para que Tyler no pudiera oírme.
- No, Alexia. No puedes pedirme que me tranquilice cuando sólo quiero matar a ese capullo. Jodidamente no.- Me reí por lo bajo. Últimamente todo el mundo quería matar a Niall y aunque yo no estaba a favor de eso, escuchar a Liam así... Me calentó el alma. Se me hacía tan protector y dulce...- ¿Te estás riendo?- Preguntó sonando estupefacto.
- No, no, cariño, es solo...- escuché un fuerte sonido a cristales rompiéndose al otro lado del teléfono.
- ¡¿Dónde coño estás?!
- Eh...- Dudé y miré a Tyler, quien tenía su perfecto ceño fruncido para mí.- ¿y tú?
- En la maldita puerta de tu casa, ¡ábreme!- mierda. No sabía cómo salir de ahí, pero si sabía que si le decía a Liam que estaba con Tyler, eso solo le pondría aún más furioso. Un momento...
- No me digas que eso que ha sonado antes ha sido el jarrón chino que hay en la entrada de mi casa...- Liam bufó y entonces supe que sí.- ¡¿Estás malditamente loco, Liam?!- gruñó.
- Es jodidamente feo, Alexia.- Dijo entre dudoso y a la defensiva y yo no pude evitar reír.
- ¡Es el favorito de mi madre!- pero realmente ya no estaba molesta, ahora que estaba hablando con él solo tenía ganas de estar a su lado... Sí, pueden matarme, pero creo que Liam estaba empezando a gustarme demasiado.
- Pues déjame decirte que tu madre tiene un gusto pésimo.- sonaba más tranquilo ahora y yo sonreí al teléfono. Me gustaba el Liam tranquilo. Y el peleón. En realidad me gustaban casi todas sus facetas, menos cuando se mostraba indiferente.- ¿Dónde estás, nena? Estoy sentado en los escalones de tu casa, ábreme, por favor...- sonaba cansado y me sentí verdaderamente mal.- Necesito estar contigo.
- Liam...- tenía las malditas cuerdas vocales hechas un nudo en la garganta, lo juro. Eso que había dicho... Dios, no iba a decir la palabra mágica, pero por un momento creí que sentía algo muy parecido al amor. Ya lo sé, soy ridícula, pero a mi favor debo decir que no es muy común ver rogar a Liam.- No estoy en casa.
- ¿Dónde entonces?- dijo ahora molesto.
- En casa de...- no podía decirlo y sabía que era idiota por sentir como si le estuviera traicionando. No es como si tuviéramos nada.- En una reunión con mis padres.
- ¿Dónde?- insistió.
- En la colina.
- Voy a buscarte.- había determinación en su voz.
- Liam, no...- le frené aunque no sonaba para nada segura. Liam resopló al otro lado de la línea.
- ¿No quieres verme?- bebé...
- Claro que sí, pero...- realmente quería que viniera.- No puedo.- le oí suspirar.
- Ok. Ya nos veremos.- Sonó tan frío.
- Liam...- Comencé a decir, pero él me interrumpió.
- No voy a insistir, Alexia. Entiendo que necesites espacio.- y colgó.
Me quedé mirando el teléfono como una idiota hasta que sentí la gran presencia de Tyler tras mi cuerpo. Carraspeé y me giré, topándome con su traviesa sonrisa.
- ¿Liam?- preguntó alzando las cejas en una insinuación. Me puse tensa al instante y busqué una mentira.
- Un amigo.- eso fue demasiado general.- No le conoces.
- ¿Solo amigo?
- Sí, amigo.- contesté algo molesta.
- Ya, claro.- dijo sonriente mientras se cruzaba de brazos.- Todos somos amigos hasta que nos sorprende un embarazo.- Puse los ojos en blanco, evitando reír. Eso era ridículo, Tyler era ridículo.
- En serio, Tyler, eres idiota.- él solo me miró con suficiencia, como si realmente dijera "lo sé, nena, pero aun así soy adorable" y no mentiría. Llegaba a serlo. A veces.
- ¡Alexia!- Escuché una voz gritar.- ¡Alexia!- esta vez sonó más cerca y miré a Tyler con pánico. Mi padre.
- Mierda, mierda, mierda...- Empecé a susurrar, moviéndome nerviosa de un lado a otro mientras buscaba mi vestido. ¿Dónde narices había soltado ese horrible vestido?
- No sigas buscando, Felipe.- me congelé ante la escalofriante voz de mi madre tras de mí.
Me giré lentamente y me topé con su absoluta cara de asco. Sabía lo que estaba viendo: a su única hija, en ropa interior y completamente empapada junto a un chico en las mismas condiciones.
- Mamá...- Empecé a decir, pero me quedé enteramente de piedra cuando sentí su mano impactar fuertemente contra mi cara.
No se escuchaba nada más, solo su respiración agitada y la mía contenida, sentí como mis ojos se llenaban de lágrimas. No podía haber hecho eso. Tyler me miró estupefacto, él tampoco podía creerlo.
- Alex...- comenzó a decir ella, cuando pareció darse cuenta del numerito que acababa de dar.
- ¡No, mamá! Déjame en paz. ¡Y vete a la maldita mierda!- Grité completamente furiosa y volví a buscar mi vestido. Estaba bajo una hamaca.
- ¿Dónde crees que vas?- insistió ella tras de mí.
- ¡Lejos de ti!- volví a gritar con furia. Ya no tenía frenos.
- ¡No me hables así! ¡No olvides que soy tu madre!- me reí secamente y me giré hasta ella, ya vestida.
- No, tú nunca has sido una madre. Nunca has sido nada más que mi peor enemiga.- le susurré fríamente, llena de rencor y rabia y ella fingió estar ofendida, abriendo sus ojos como platos.
No le di la oportunidad de decir nada más, busqué el camino por el que habíamos llegado y salí de esa horrible fiesta, dispuesta a no volver nunca más. Me sentía rota y dolida. Sola. Completamente sola y abandonada. Realmente siempre había sido así, nunca había podido contar con ella y ni mi peor momento nos unió, pero ahora que lo había dicho, ahora que le había plantado cara, ya no había rabia, ni rencor, ni enfado, ni decepción... Ahora simplemente dolía. Dolía mucho.
- Alexia...
- Necesito estar sola, Tyler.- le contesté fríamente.
- Pero...
- ¡No!- le grité deteniéndole cuando vi que se acercaba a mí.- Por favor, déjame.
Él obedeció y se fue, dejándome ahora de verdad sola y yo rompí a llorar. Decidí sacar el móvil y llamar a la única persona que sabía que podía calmarme ahora y hacerme olvidar de todo.
- ¿Aún sigue en pie lo de venir a buscarme?
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Después me iré
Roman d'amourAlexia Woods se ve obligada a mudarse a Chicago cuando sus padres deciden darle esta segunda "oportunidad". Ha estado perdida mucho tiempo y es hora de reencontrarse, pero lo que no espera es que tal vez en este camino de vuelta, no sólo se encuent...