Capítulo 9

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Detrás de mí estaba el chico de la clase de gimnasia mirándome con gesto divertido.

- Yo...- dije extrañada, fijándome en que estaba sin camisa. Parpadeé un par de veces, intentando apartar mi mirada de los tatuajes de su pecho. Carraspeó.- Trabajo aquí.- Afirmé mirando sus oscuros ojos. Eran completamente negros ahora que me fijaba bien, haciendo imposible distinguir la pupila de su iris.

Él se rió, se rió con ganas. Debía tener un poema de cara, así que le fruncí el ceño molesta.

- Tranquila, mujer, lo supuse.- Dijo poniéndose un polo negro de manga corta igual al mío. Le miré aún más extrañada.- ¿Así que tú eres la nueva?

Odiaba escuchar eso.

- Sí, eso parece.- dije mirando a todos lados menos a él, no me apetecía corresponder a su mirada curiosa. Pero él buscó mis ojos y cuando los encontró extendió su mano.

- Jamal Reynolds.- Se presentó con una gran sonrisa blanca. Pestañeé cansada antes de apretar su mano.

- Alexia Woods.- Siseé.

- Más conocida como la Dama de Hielo.- Bromeó con otra risa y en vez de molestarme me reí también con él, negando con la cabeza.

Me caía bien, este chico con la risa más bonita que había oído en mi vida, me caía bien. Aunque doliera oírle reír, aunque sintiera un pinchazo en el pecho cuando nuestras risas se juntaban. Me caía bien y no sabía por qué.

- Reconozco ser algo fría.- Concedí.- Y estoy bien con ello.- Dije amenazante, pero él ni se inmutó.

- ¿Algo? Bien, mujer, eso es ser bastante generoso.- Siguió con la broma y yo negué con la cabeza. ¿Podía ser mi vida más absurda? No sabía cuál fue el momento exacto dentro de esos horribles días en el que decidí dar esta imagen de mí, pero estaba segura de que mi yo del pasado estaría totalmente satisfecha. Aunque no le gustaría ver como este chico empezaba a derretir el hielo con su estúpida risa. Debía alejarme de él.

Pero no es que él me lo pusiera demasiado fácil, ya que me siguió cuando me metí dentro de la barra.

- ¿No tienes nada que hacer?- Le pregunté mordaz. Este chico debía saber que no podía permanecer a mi lado.

- Sí, ayudar a la chica nueva a incorporarse. Y da la casualidad de que eres tú.- Dijo mirándome fijamente, de brazos cruzados. Parecía que era la primera vez que alguien me estaba observando, porque la verdad es que no paraba de recorrer mi cara con sus ojos hasta que me crucé de brazos yo también y vi que había cometido un error cuando miró mis pechos igual de serio. Bufé.

- Bien. Ya puedes decirme qué hacer.- Cedí.

- Pensé que te caía bien, Alexia.- Dijo burlón.

- Pensaste mal.

- Pero por ahora puedo decir que soy el único de la escuela que sabe como se escucha tu voz.- Puse los ojos en blanco y él me dedicó una pequeña sonrisa antes de girarse.

Eran casi la 1.00 a.m. y Jamal no me había dejado descansar ni un solo segundo. Me había paseado de un lado a otro, enseñándome cada parte del local y luego había pasado casi una hora enseñándome lo que ya sabía, pero no dije nada. Era gracioso verle tan serio y entregado en su explicación. Luego me había susurrado que tomaba cada uno de los clientes habituales que iban llegando y aunque eran bastantes, por suerte tenía buena memoria.

- Lo haces bastante bien, Freezelexia.- Susurró a mis espaldas mientras yo le servía una tercera caña al mismo cliente.

Este chico definitivamente estaba volcado en hacerme saber lo fría que pensaba que era. Bien, no entraría en su juego. Tampoco es que me molestara si era franca.

El fin de semana pasó rápido y sin incidentes. Cada vez que Jamal intentaba acercarse yo me alejaba, y él volvía con más fuerza. Se estaba convirtiendo en una costumbre y he de decir que empezaba a divertirme. Pero eso él no tenía por qué saberlo.

El domingo trabajé de tarde en lugar de noche, y por primera vez en todo el fin de semana el jefe entró en el bar.

- ¿Qué tal lo está haciendo mi chica?- Dijo él, pasando su blanco brazo por mis hombros.

Me hizo sentir incómoda, auténticamente incómoda, pero no era como si pudiera decir algo.

- Genial.- contestó Jamal muy serio, mirando su brazo sobre mí.

Le miré fijamente, esperando que me ayudara a quitarme a este hombre de encima, pero no era buena pidiendo ayuda. Él se cruzó de brazos y me miró divertido cuando creo que notó mis intenciones.

- Creo que hiciste un buen fichaje, Johnny. Además, los clientes no paran de hablar de lo guapa y amable que es ella.- exageró alargando el momento y provocando que John me apretara aún más fuerte contra su costado. Maldito, me las pagaría.

- ¿Es eso cierto, cariño?- Me dijo el viejo con su cara demasiado cerca de la mía.

Me alejé un poco, fingiendo querer verle mejor y me encongí de hombros.

- Creo que Jamal exagera.

- No seas modesta. Estoy seguro de que dice la verdad... Solo hay que verte.- Dijo dedicándome una asquerosa mirada con la que recorría todo mi cuerpo.

Jamal pareció reaccionar y me sacó de sus brazos, atrayéndome a su costado.

- Es una buena chica, y su turno ya ha acabado.- Sentenció.- Así que voy a llevarla a casa.

Y con eso me arrastró hasta la puerta, sin darme tiempo apenas a despedirme de mi jefe. Bufé intentando zafarme de su agarre una vez que estuvimos fuera.

- Tú no me llevas a ningún lado.- Dije revolviéndome.- No necesito los favores de nadie.

Y en ese momento él me soltó, poniendo los brazos en jarra y sonriendo como un imbécil. Tenía ganas de abofetearle.

- Hace un momento no parecía eso.

- Engreído.- Le solté bruscamente, pero lo cierto es que en mi voz no había ni una pizca de enfado.

- No soy un caballero ni intentaré parecerlo, así que hasta mañana Alexia.- Dijo y yo comencé a alejarme sintiendo su atenta mirada pegada a mi espalda.

Después me iréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora