Alexia
De vuelta a casa en el bus de la escuela, no pude parar de pensar en sus palabras. Y en su contacto. Amé cada segundo en el que su caliente cuerpo tocaba el mío en los puntos exactos para que me costara mantener mi atención. Era tan jodidamente sexy y guapo. Tanto que parecía mentira. Tanto que daba asco. Mentirosa. De esa clase de belleza que parece imposible, que está compuesta por pequeños defectos que se ven eclipsados por las virtudes. ¡Y tenía muchas! Como esos perfectísimos ojos claros. Y ese cuerpo duro y cálido. Moría de ganas por pasar mis uñas por su espalda, por pasar mi lengua por sus carnosos labios, por acariciar con mis dedos su... Basta, idiota. Esto se estaba volviendo un poco loco.
"Ya quisieras tú poder comprobarlo" había dicho y creo que jamás podré estar más de acuerdo con él. Pero odiaba la gente prepotente y él lo era, mucho. Aunque hubiera fingido indiferencia cuando salí de ese pabellón, juro que habría pateado sus pelotas sin descanso. ¿Quién coño se creía? Se había reído en mi cara y estaba jodidamente enfadada con él. Pero más conmigo por no parar de pensar como hubiera sido besar sus labios. Estúpida.
Decidí dejar de pensar en él, alguien tan idiota no merecía ni un segundo más de mi tiempo. Miré a mi alrededor, seguía siendo el punto de mira del resto, por más callada que anduviera o por más uniforme que llevara. ¡Era como si fuera con un maldito chaleco reflectante!
Anna también iba en el autobús, me di cuenta hace dos días cuando entró a las prisas. Seguíamos compartiendo árbol por más estúpido que sonara eso y aunque nunca nos habláramos, ella era de ese tipo de persona con las que puedes estar en silencio. Con las que no sientes la incomodidad rasgándote mientras buscas cualquier estúpidez que decir, no, con ella era simplemente fácil. Y si era sincera, ahora que la veía estaba más tranquila. No es que me preocupara por ella o nada parecido, me daba completamente igual si la veía o no, pero al ver que hoy no aparecía en el almuerzo me había extrañado. Incluso pensé que al fin se había cansado de mí y se había alejado, total, a estas alturas todos sabíamos que no era la persona más buena en mantener a la gente cerca. Pero ahora estaba ahí, en la otra punta del bus, también sola y devolviéndome la mirada. Pasamos unos cuantos segundos más mirándonos, pero como siempre, ninguna de las dos dijo nada.
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Después me iré
RomanceAlexia Woods se ve obligada a mudarse a Chicago cuando sus padres deciden darle esta segunda "oportunidad". Ha estado perdida mucho tiempo y es hora de reencontrarse, pero lo que no espera es que tal vez en este camino de vuelta, no sólo se encuent...