Solo pude ver una maliciosa sonrisa en sus labios antes de que prácticamente me arrastrara hasta dejarme tumbada boca arriba en la cama. Él, con una rodilla clavada en el colchón y sus manos a ambos lados de mi cuerpo, no paraba de besarme. Sentía como si fuera una maldita invasión, reclamando cada parte de mí y tomando toda mi fuerza de voluntad no terminar entregándolo todo. Asume que es solo un polvo, joder. Esto no volverá a pasar, así que deja de fastidiar el momento. Me repetía mentalmente cuando Liam se enderezó un poco. Era tan alto que hacía parecer pequeño el lugar.
¿Me ha tocado la lotería? Pensé cuando le vi sacarse rápidamente la camisa de encima. Ma-dre-mí-a. ¿cómo coño podía ser real? Era malditamente perfecto. Y yo moría de ganas por acariciar su cuerpo. No eran normales los estragos que causaba en mí y sabía que después de él, mi listón para hombres se iba a ver seriamente removido, pero maldita sea si no era el hombre más sexy que había visto en mi vida. Ni si quiera...
Pero su boca llegó a mí justo a tiempo, haciendo que mi mente quedara completamente en blanco cuando empezó a besar con suavidad mi cuello, descendiendo por él mientras desabrochaba su cinturón. Luego sentí su lengua seguir el borde de mi sujetador mientras que con sus pulgares acariciaba suavemente mis pezones a través del fino encaje. No imaginas cuánto me alegré de haberme puesto raramente un conjunto de ropa interior a juego ese día. Y aunque no era el más sexy que tenía, al menos era bonito. Gemí cuando sus fríos dedos entraron en contacto directo con la cálida piel de mis senos, colándose por debajo del aro de mi sujetador. El contraste de temperaturas era exquisito y en lugar de enfriarme, conseguía calentarme cada vez más. Retiró suavemente el encaje y atrapó mi pecho izquierdo con su boca mientras que con su pulgar derecho mimaba al otro.
- ¡Liam!- casi grité cuando mi vientre se encogió del placer.
Él succionaba con fuerza uno de mis pezones, como si estuviera mamando, mientras que sus manos descendían suavemente por piel, dejándola erizada a su paso, bordeando mi ombligo y finalmente perfilando la tirilla de mis bragas.
Me sorprendió uno de sus largos dedos adentrándose en mí y atrapando mi esencia, para luego salir de nuevo y acariciar lentamente los labios de mi vagina, humedeciéndome, tentándome. Quería gritarle que me follara como había prometido, pero no sabía donde había dejado mi voz. Solo podía gemir, gruñir y revolverme bajo el leve peso de su cuerpo.
- Muero de ganas por probarte.- dijo con voz ronca en mi oído y yo alcé mis caderas hasta las suyas, aún enfundas en sus vaqueros, dejando esa juguetona mano que tenía atrapada entre nuestros cuerpos, provocándome un placer bestial.
No podía resistirlo más, prácticamente me estaba follando a sus dedos y él se dejaba hacer sin rechistar.
- Dios...- Gemí con la voz empañada de deseo.- tengo tantas ganas de sentirte...
Pero no me dejó terminar cuando apartó de un rápido movimiento lo que quedaba de mi ropa interior y atizó con energía mis pliegues con su lengua. Comenzó a chupar, succionar y acariciar mi clítoris con su lengua, mientras dos de sus dedos bombeaban dentro y fuera de mí. Me estaba matando, me sentía como un caramelo entre sus labios y noté el orgasmo cada vez más y más cerca. Apreté mis músculos alrededor de su cara y dedos cuando estaba a punto de venirme, pero de pronto todo se vino abajo cuando él paró súbitamente. Podía sentir sus dedos y labios en mi centro aún, pero permanecían estáticos. Gruñí y él rió suavemente.
- Aún es pronto, pequeña Alexia. Tendrás que tener más paciencia.- dijo mientras ascendía por mi cuerpo, dejando un reguero de besos por mi piel.- Sabes tan jodidamente bien, nena. Podría pasarme la vida entera entre tus piernas.- Ronroneó pícaramente contra mi oído cuando llegó a él, luego mordió el lóbulo de mi oreja provocándome un escalofrío. Definitivamente se había propuesto matarme.
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Después me iré
RomanceAlexia Woods se ve obligada a mudarse a Chicago cuando sus padres deciden darle esta segunda "oportunidad". Ha estado perdida mucho tiempo y es hora de reencontrarse, pero lo que no espera es que tal vez en este camino de vuelta, no sólo se encuent...