Capítulo 30

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Alexia

Liam pareció dudar si responder, pero fue solo un segundo, porque rápidamente soltó todo el aire de sus pulmones y clavó en mí sus azules ojos.

- Es complicado. Muy complicado, Alexia.- Y parecía sincero, pero sabía que no debía bastarme. No podía ser tan fácil.

- ¿Qué es complicado?

- ¿Desde cuándo nos pedimos explicaciones?- su respuesta me pilló totalmente por sorpresa.- Estoy contigo. Aquí, ahora.- contestó con seguridad, mirándome con fiereza.- Eso debería ser suficiente.

Y moría por decirle que no, que no lo era. Pero lo cierto es que con Liam, por poco que me diese, ya era suficiente. Y le odiaba por eso. Odiaba que me pueda tanto. Me odiaba a mí misma por ser tan débil a veces. Si él no quisiera estar contigo, no lo haría. Tampoco eres para tanto.

- No puedo darte más, nena. Lo que hay es lo que ves...- parecía desesperado y sincero. Suspiré y le miré.

Liam

Realmente había dudado si mentirle, si decirle que estaba siendo tan paranoica y celosa... Pero estúpidamente una parte de mí sentía que eso no sería correcto y aunque no le dije ni podía decirle la verdad, la oculté, evitando mentirle. Porque era lo suficientemente egoísta como para no querer perder esto que teníamos. Porque no sabía lo que era, pero sí sabía que esta cría que tenía ante mis ojos, conseguía trastocarme por completo. Y yo odiaba y amaba eso.

- Alexia... Di algo. Por favor.- Yo no era de suplicar, con Nancy ni ninguna otra lo había sido, pero con Alexia todo era tan distinto...

Ella me miró aún sin decir nada, como si realmente no estuviera segura de lo que quería, y yo estaba cada vez más nervioso. Luego suspiró, subió los escalones de su casa y se giró hacia mí. Entonces supe que por esta vez había ganado, aunque la pequeña victoria no supo tan bien.

- Pasa.- Dijo abriendo la puerta.- Te creo.- Lo susurró muy bajito, pero lo suficientemente fuerte como para hacerme sentir un traidor.

Una vez dentro, me lancé hacia ella devorando su boca, tratando de aligerar la presión que sentía en mi pecho. Alexia gimió dándome paso y yo aproveché para alzarla por las nalgas y hacer que enredara sus piernas en mi cintura. No pude evitar gruñir cuando sentí su pelvis resbalar sobre la mía y me encaminé rápidamente hacia su habitación. Había estado antes aquí, así que no necesité que me indicara el camino. Cuando llegamos, separé nuestros labios y solté su excitante cuerpo sobre la cama. Me empapé de ella, tratando de grabar su imagen en mi cabeza. Es preciosa.

- Te he echado de menos.- Dije lanzándome hacia ella, ansioso por enterrarme en su cálido cuerpo. Alexia gimió y yo descendí con besos por su cuello.

- No llamaste.- me fijé en sus claros ojos verdes, parecía dolida y eso estúpidamente me dolió. ¿Qué diablos me estaba pasando? Yo no era un blando.

- Lo siento, nena.- Siseé aún mirándola. No me gustaba tener que disculparme, pero sabía que debía hacerlo. Alexia me sonrió, consiguiendo derretirme.- no puedo esperar para estar dentro de ti... Hace mucho tiempo.- Gruñí ansioso contra la piel de su cuello.

- Estás tardando.- Contestó juguetona y yo sentí mi entrepierna prácticamente calcinada.

- Mierda, nena, no sé qué haces conmigo, pero consigues volverme loco.- aseguré mientras alejaba la ropa de trabajo de su cuerpo con la misma emoción de un niño desenvolviendo un regalo.- Joder, Alexia, eres un regalo.- Joder, Liam, cierra la puta boca. ¿Desde cuando era tan malditamente ñoño?

Después me iréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora