Capítulo 46: Lo bello y lo triste

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Era extraño sentir como los días pasaban, y nada sucedía. Unos a otros se asemejaban los días, y perdían el sentido, extendiéndose, mientras sentían que estaban en el mismo lugar. Era como una especie de tormenta enorme, que no se iba, con el aguacero cayendo encima.

Los días en la oficina se trataban de arreglar situaciones, de apagar lo que había sucedido, con una mirada vacía, distante. Jumin se concentraba en su trabajo solo para evitar pensar, pero lo inevitable sucedía cuando llegaba a casa. Lo reconfortaba encontrar a V, con quien se quedaba bebiendo una copa de vino, todos los días. Solo una o dos, le había dicho su amigo. Entendía las ganas de distraerse, pero no quería encontrarlo en el estado de la última vez que bebió, o que Jumin se desatara a la bebida, a pesar de que bebían juntos una botella el fin de semana.

Elizabeth III también era una compañía agradable que se paseaba entre los dos con sus suaves patitas. Se notaba que quería a V, pero a veces maullaba, distantemente, buscando algo.

- ¿Tú también la extrañas? - le preguntó Jumin, tomándola entre sus brazos, mientras se aferraba a ella para llorar.

Había días buenos y malos, y ese no había sido el mejor.

Crystal trataba de estar atenta a todo lo que le contaba Melissa de la empresa, de lo nuevo que hacía. Conversaba con Amín cuando Melissa no estaba, o cuidaba de Melocotón. Extrañaba a Jumin y a Elizabeth III, pero el acariciar el suave pelaje de Melocotón también la tranquilizaba.

Ayudaba a Melissa en lo que podía, pero continuaba estando abatida. Cada día que pasaba, sentía que estaba más lejos de que Jumin la perdonara. Tenía muchísimo miedo de perderlo de verdad, y que todo se volviera irremediable.

Tenía ganas de hablar con él, de saber de su vida, pero no podía. No se atrevía a preguntarle a Melissa, porque sentía que quizás la podría reprender de alguna forma. Crystal se sentía absolutamente perdida, queriendo regresar el tiempo como fuese, o que todo se solucionara tan rápido que no diera espacio a más incertidumbre. Pero no era así, la vida no era de esta forma, y por más que Melissa estuviese trabajando para encontrar la verdad, o más bien pruebas de ella, nada aseguraba que finalmente lo hiciera.

Jumin miraba su celular. A pesar de que había bloqueado las llamadas de Crystal, seguía apareciendo una notificación cada vez que ella lo hacía. Y eso sucedía todos los días. A veces una, o dos veces al día. Tenía incluso su buzón de voz repleto de mensajes que no se atrevía a escuchar, pero que tampoco se atrevía a eliminar. ¿Temía hacer lo inevitable? No, no temía. El amor no se va en un par de semanas, pero tampoco se recupera en tan poco tiempo. Seguía sin comprender a Crystal ni lo que hizo. Seguía sin poder perdonar su traición, por más que su razón luchaba contra su corazón. La extrañaba tanto que le dolía, que ardía su interior, que deseaba llamarla, volver a abrazarla, y que todo fuese como antes. Pero la daga clavada por su traición seguía ahí, y por más que hiciera diez mil llamadas, esa daga no desaparecía.

- ¡Hasta que al fin contestas! - le dijo Zen a Crystal del otro lado del teléfono.

- Sí, he estado un poco incomunicada. - dijo Crystal, sin demasiado ánimo.

- Un poco bastante, es entendible, pero de todas formas estaba preocupado. - respondió Zen. Solo recibió un suspiro como respuesta. - ¿Dónde te estás quedando?

- En casa de una amiga. - respondió Crystal.

- ¿No quieres venir a quedarte acá o quieres que vaya a verte?

- No, no es necesario. Aquí estoy bien. - respondió ella. En realidad, quería seguir quedándose con Melissa no solo porque ahí estaba bien y se sentía bien con ella, sino porque quería saber los avances de la misión lo más pronto que pudiese.

De sudor y ternura «Mystic Messenger» [Jumin/MC] [Parte I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora