CAPITULO 4

817 52 7
                                    

CARLA

Samuel sigue parado frente mí como un idiota, maldigo el momento cuando decidí hacer ese comentario, sabía que no iba detenerse hasta que descubre que hay detrás de todo eso.

La verdad es que yo también estaba borracha pero él estaba drogado también, de todos modos sabíamos lo que hacíamos. Esa no es la razón por la que lo odio, lo odio por otras cosas...

-¿No recuerdas nada, verdad?

Samuel sigue callado, no entiende nada o quizás está tratando recordar cualquier cosa que ocurrió en la fiesta. Yo no le culpo, no hico nada malo, lo único que me molesta es que no recuerda nada.

-Te juro que no recuerdo.

-No importa, querías saber lo que paso, pues ahora lo sabes.

Di vuelta, queriendo volver a mi habitación para poner algo de ropa, me di cuenta que estaba en mi pijama pero de pronto siento mano de Samuel en mi brazo. Lo que me sorprendió es que lo hico de manera suave, no pretende maltratarme o hacerme daño.

-¿Te hice algo? – pregunta preocupado

-¿Cómo?

-Digo, ¿hicimos algo que tu no querías hacer?

-Samuel, yo no perdí mi virginidad contigo, no te preocupes de eso. Además, hicimos lo que los dos queríamos hacer, no te preocupes.

Samuel me suelta pero sigue analizándome con mucha preocupación.

-No sé cómo pude ser tan irresponsable.

-El hecho de que no recuerdas no significa nada.

-Para mí sí.

-Prometí a mi padre que iba pasar por su oficina.

-¿Quieres que te lleve?

-No.

-Carla, necesito que me das una oportunidad para demostrarte que yo no sigo siendo ese Samuel que conociste entonces.

-Yo no necesito que me demuestras nada, a mi no me importas.

-¿Es porque follamos y yo no lo recuerdo?

-No, hay otras cosas que me hacen no soportarte, nada va cambiar, necesitamos soportar estos tres años juntos y luego cada uno sigue con su camino.

-¿Tan fácilmente?

-Si.

Así es, solamente unos tres años hasta final de esta puta pesadilla... ¿Qué hago para seguir soportándolo durante ese largo tiempo?

Para mi es mas como treinta años que tres anos, realmente... días se me hacen más largos, me estoy volviendo loca. Yo entiendo que Samuel sigue siendo imbécil y ese chico de antes pero a mí eso no me importa, yo sigo siendo fría y calculadora como siempre.

Me fui a visitar a mi padre, de todos modos es su culpa que yo tenga que estar viviendo con Samuel, me siento muy mal, a mi padre nunca le importe suficiente como para preguntarme que quiero hacer con mi vida y con quien quiero estar.

De hecho no había tenido muchas relaciones serias así que me siento bien estando en una relación que ni siquiera es relación sino una puta farsa.

-Hola, cariño. – me dice, abrazándome

-Hola, papa.

-¿Has comido algo?

-No tengo hambre.

Ambos sentamos por la mesa.

-Papa, vine aquí para hablar contigo seriamente.

-¿Qué es lo que sucede?

-Quiero volver a mi vida normal, no sé si podría soportar a Samuel unos tres años, es demasiado para mí y mis nervios.

Mi papa me mira muy serio, ya sabía que no voy poder convencerlo de dejar todo esto atrás, es demasiado importante para él y sus negocios. No entiendo como a Samuel no le molesta todo esto, el tampoco me soporta a mí.

-Cariño, tú sabes que eso no va poder ser posible.

-¿Por qué no?

-No podemos hacer eso, mucho menos ahora.

-Tú no entiendes como es vivir con ese.

-Vas a ir acostumbrándote poco a poco, quizás un día despiertas y te das cuenta que tomamos la mejor decisión posible, el amor llega con el tiempo.

¿Quién era este hombre y que hico con mi padre?

Yo jamás me voy a enamorar de Samuel, mucho menos ahora que se que ni siquiera recuerda que nos habíamos acostado juntos cuando estaba drogado... eso es nada, no me hico daño, yo también quería hacerlo. Debo confesar que quizás me atrae ese look de chico malo y un chico decidido a hacer cualquier cosa sin importarle consecuencias, romper reglas... pero eso no significa nada.

-De eso nada. – respondo

Conversación con mi padre no paso de la mejor manera posible, el seguía convenciéndome de que todo podría cambiar en tres anos, pues ya veremos.

Cuando regrese a casa ya eran las ocho por la noche, tarde un poco porque decidí pasear y distraer mi mente. Al entrar en casa vi a Samuel acercándose a mí, espero que no estuviera esperándome todo el día.

-Volviste. – dice con tono alegre

Cierre las puertas con la llave, dándole espalda, quería hacerlo lo más lento posible pero no es tan posible cuando lo único que tienes que hacer es cerrar las puertas con un pequeño llave, la única llave.

-Pues sí, esta es mi casa también. – digo, enfrentándolo

Samuel se acerca a mí, sonriéndose.

¿Por qué hace eso?

-Estaba preocupado todo el día.

-Samuel, ya te dije lo que paso, no necesitas hacerte el rol de chico arrepentido porque no te hace nada bien. Tú no puedes ni matar una mosca, lo que paso fue producto de borrachera de ambos.

-De todos modos me arrepiento.

-No quiero volver a hablar sobre la puta fiesta, de hecho no quiero volver hablar contigo de todos modos. ¿Podríamos volver a ser como antes?

-¿Antes?

-Si, no hablar y dejar estos tres anos pasar lo más rápido posible.

-Lamentablemente, si.

Esa es la respuesta que quería oír.

-Después de que comes. – dice

-¿A ver, tu cocinaste?

-Si, digo lo único que se cocinar son macarrones pero eso también es buena comida. ¿Quieres macarrones?

Sonrió sin querer, me tomaba por sorpresa, no sabía que el cocina.

-Vale. ¿Pero mañana volvamos ser dos desconocidos de nuevo?

-Si, te lo prometo.

Los dos entramos a cocina, Samuel nos sirve dos platos de macarrones, quería beber un poco de vino pero eso podría hacer que llegamos hablar y hablar y luego darnos cuenta de que no vamos a poder parar de hablar... yo lo único que quiero es ignorarlo y luego empezar una nueva vida en otro lugar.

Lo que si necesito confesar es que macarrones son muy ricos.

Alma gemela | CARMUEL|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora