¿El amor lo puede todo? (Tom Holland & tu)

Feliz navidad: parte 2

Dedicado a Love4Holland y si no han ido a leer sus novelas, yo no sé que están haciendo con sus vidas ah

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El sonido de las patitas de Thor sobre el piso de madera me hace reír. Es como si supiera que se viene la caballería encima. Pasa junto a nosotros y sale disparado al patio. A los pocos segundos, aparece Tessa, que al igual que Thor, no repara en nosotros y va directo al exterior. Se ven adorables jugando.

—Hazza va a tener que cuidarse, parece que a Thor también le gusta Tessa—bromeo. Estoy junto a Tom y Paddy sentada en el sillón.

—En realidad, creo que Thor perdió primero—replica Tom, y me da una mirada cómplice.

—Yo creo que Harrison se quedó con Sara porque Thor lo rechazo—comenta Paddy. Lo miramos.— ¿Qué?

—¿Y tú qué sabes de Hazza y Sara?—le pregunta Tom.

—Escuche como lo molestaban el otro día—replica, encogiéndose de hombros. Me rio por lo bajo.

—Eres un chismoso, Paddy—le regaña Tom.

—No es mi culpa que hablen cuando yo estoy pasando—dice él, despreocupado.

—En eso tiene razón—le digo a Tom. Me mira como diciendo "no lo ayudes". Vuelvo a reír.

—No está bien escuchar conversaciones ajenas, Paddy—le regaña Tom, como el hermano mayor que es.

—¿No eras tú el que intentaba escuchar la conversación de Sam el otro día?—le pregunta Paddy. El color abandona el rostro de Tom.

—Paddy, tu definitivamente eres de los míos—le digo, chocamos puños.

El timbre de la cocina sonó y nos levantamos. Había decidido hacer pavo con la receta de mi abuela, y por el aroma que salía del horno, creo que había quedado delicioso.

Abro la puerta del horno y Tom saca la bandeja. El aroma era embriagador. Ya quería hincar el diente y probarlo, pero tenía que asegurarme de que estuviera cocido. Me acerco con un cuchillo y lo entierro en el medio. Tom me mira algo asustado.

—El pavo ya está muerto ¿lo sabes no?—bromea. Volteo a mirarlo y sonrío.

—Muy gracioso—le digo, y ruedo los ojos.

Remuevo el cuchillo, se supone que si está bien, se debería sentir suave, si estuviese crudo, se sentiría congelado. Saco el cuchillo y lo observo. Tom envuelve mi cintura con sus brazos y me besa en el cuello, haciéndome estremecer.

—Ya sé que dije que puedes besar a la cocinera—digo, controlando mi voz lo mejor que puedo.—Pero no puedes distraerme, Tom.

El ríe contra mi cuello, erizando mi piel. Observo la punta del cuchillo. Si sale un jugo ligoso, esta crudo, si por el contrario, salen pequeños trocitos de pavo seco, está bien. Sonrío, está perfecto.

—Está listo—le digo. Deposito el cuchillo en la encimera y giro entre sus brazos para mirarlo.

—Aún falta algo—sentencia el. Frunzo el ceño.

—Ya tengo el postre listo, las papas, el pavo, los gemelos colocaron la mesa... ¿Qué falta?—pregunto. Tom sonríe travieso.

—Esto.

Sin previo aviso me besa con una pasión que me quita el aliento. Todo mi sentido común se va al carajo, y reacciono instintivamente. Rodeo su cuello con mis brazos, me coloco de puntillas profundizando el beso, y él me estrecha contra su cuerpo, como si no quisiera dejar ni un hueco entre nosotros. Camino de espaldas hasta chocar con una superficie lisa y helada, creo que es el refrigerador.