La verdad del corazón

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Tom

Vestido como si en cualquier momento me fuese a ir a Marte, y usando por una vez mi fama a mi favor, me acerco a la habitación de ______. Me quedo paralizado cuando veo su espalda al descubierto, con pequeños tubos conectados a unas bolsas, y Aidan sosteniéndola, acariciándole el cabello. Alguien llora, pero con este traje digno de una película espacial, no escucho bien.

Tuwaine tenía razón. Ella ya no era asunto mío. Puede que ella y Aidan ya no estén juntos, pero definitivamente yo no tenía nada que hacer allí.

Derrotado, con el corazón roto, me largo antes de que me eche a llorar en pleno pasillo. Cuando salgo del hospital, comienzo a vagar por las calles desiertas. Estúpido e iluso, así me sentía. No puedo creer que la haya perdido y por mi propia culpa. Y ya no tenía como arreglarlo.

Tras varios minutos, entro a la residencia con decisión. Tenía que decirle a Harrison que me iba. Cogería el coche, o sino, podría esperar a que Harry o Tuwaine vinieran a buscarme. No importaba como, debía largarme de allí.

Toco la puerta de la habitación de Sara. Harrison estaría allí, con el mismo traje ridículo que yo tenía puesto.

—Pase —escucho que dice Sara.

Abro la puerta. Harrison está en la cama de ______, aparentemente Sara no lo deja acercarse. Ambos me miran sorprendidos, por supuesto, ellos esperaban que me quedara allí, no que volviera. Sara, sentada con las piernas cruzadas sobre su cama y los ojos llorosos, me observa sin entender nada.

—¿Qué haces aquí? —me pregunta. Suspiro y miro a Harrison.

—Tuwaine tenía razón. Debo irme, ______ siguió adelante y no está bien que no respete eso —le digo a Harrison.

—¿De qué mierda estás hablando? ¿No la viste? —pregunta él.

—Estaba con Aidan, abrazados —replico, encogiéndome de hombros. Harrison mira a Sara.

—Hazza tu amigo es un idiota —le dice Sara frunzo el ceño y la miro.— Sin ofender.

—Me ofende un poco —le recrimino.

—¿Ni siquiera entraste? —pregunta Harrison. Niego con la cabeza.

—Estaba muy bien abrazando a Aidan —me defiendo. Sara suelta un bufido.

—Claro que no. ¿Es que Zendaya no te ha contado? —pregunta ella.

—¿Qué cosa? No he sacado mi teléfono, lo deje en mi pantalón —replico.

No me parecía buena idea sacar mi teléfono en un hospital lleno de coronavirus, sabía que se me olvidaría limpiarlo.

La expresión de Sara cambia de inmediato y mira a Harrison.

—No lo sabe —susurra ella.

—¿Qué coño no se? —pregunto ya exasperado. Los observo a ambos.

—El padre de ______ —responde Harrison, hace una mueca.— Murió. Aidan le dijo a Sara y Martin.

Mierda. Por eso estaba abrazándola. La estaba consolando. Murió, y ella aquí, sin poder hacer nada. Con el riesgo de correr la misma suerte que su padre. Mierda, mierda, mierda.

Salgo pitando antes de que puedan decir algo. Es que yo me he ganado el premio a los idiotas. Mi traje es similar al de muchos trabajadores por lo que paso desapercibido. Vuelvo al piso en que ______ estaba. Los sollozos que escuche... eran de ella. ¿Cómo puedo ser tan idiota?

Me detengo en seco en el marco de la puerta. Le han quitado los tubos de la espalda, ahora esta recostada, de espalda a la puerta. Su piel es más pálida de lo normal, y por la apertura de la bata logro ver como se le marcan las costillas cada vez que respira. Aidan está junto a ella, mirándola concentrado. La quiere mucho, lo noto en sus ojos. Esta con un buzo y una sudadera de manga larga. Sé que también está enfermo, aunque él se ve como siempre.

¿El amor lo puede todo? (Tom Holland & tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora