Promise

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Dedicado a todas ustedes queridas lectoras, llegue a los mil seguidores :OOO

Muchas gracias siempre por su apoyo, las adoro, ustedes son las que me motivan a seguir escribiendo y a mejorarme en esto. Las adoro <3

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Termino de colocarle la máscara de pestañas y me observo en el espejo. Mi piel se ve lisa (he ocultado la única espinilla que sigue insistentemente en mi frente), me he puesto una delicada sombre brillante en poca cantidad, delineado solo un poco por arriba, y en mis labios, solo un bálsamo labial. Con el hermoso enterito que Tom me regalo, y lleve en mi maleta por si acaso, unos tacones negros de terciopelo, los aros de rosa que me regalo y mi cabello largo en pequeñas ondas que cae por mi espalda, salgo de la habitación y busco con la mirada a Tom en la sala. Esta sentado junto a Harrison. Ambos abren los ojos como platos y se levantan al verme.

-Wow, ______, te ves...-comienza a decir Harrison.

-Hermosa-termina Tom. Me sonrojo de sobremanera, y desvió la mirada hacia un lado.

-Gracias-digo aun avergonzada. Tom carraspea, da unos pasos hacia mí y me ofrece su mano.

-Señorita-dice en español, y me rio.

-Pásenla muy bien-nos dice Harrison. Le doy una sonrisa.- Pero no tan bien, ya saben, algunos queremos dormir.

-Hazza, cierra el pico-le digo sintiendo como mis mejillas se ruborizan aún más. Tom sacude la cabeza y rueda los ojos.

-Duerman temprano, mañana es un día largo-le dice Tom, y salimos de la suite.

Caminamos por el pasillo desierto hasta los ascensores, y mientras esperamos que suba, Tom coloca un mechón de cabello tras mi oreja y me da una sonrisa ladeada, que hace que mi corazón lata más deprisa.

-Espero que tengas hambre, porque he escogido un lugar maravilloso-dice en voz baja. Sonrío.

-¿Pasta?-pregunto. El frunce el ceño y arquea una ceja.

-¿Cómo...?

Las puertas del elevador se abren y entramos. Tom marca el botón del primer piso y las puertas se cierran.

-Digamos que estar acá, en Los Angeles, a casi un año de cuando nos conocimos, trae muchísimos recuerdos-sentencio.- ¿He adivinado?

-¿Tan obvio soy?-pregunta. Sonrío y niego con la cabeza.

-Te conozco-le digo. Sus ojos brillan y sonríe.

-Más de lo que pensaba, aparentemente.

Las puertas se abren y nos bajamos. El vestíbulo tiene un poco gente, algunos que están anotándose en recepción, probablemente recién llegados, otros hablando en los sitiales que tienen a un costado, y otros viendo la pequeña mesita que dice "recomendaciones" y que está repleto de revistas y panfletos de paseos  tours que se pueden hacer por la ciudad. La gente nos mira de reojo, con cuidado de que no sea mucho tiempo. Aprecio el cuidado que tienen por nuestra privacidad. Cuando salimos, unos tres paparazis se precipitan sobre nosotros, pero con agilidad (por parte de Tom, porque yo no puedo dar un paso sin pensarlo antes con estos tacones), nos subimos a un hermoso auto negro de vidrios polarizados, con asientos de cuero en su interior. Apenas Tom cierra la puerta, el coche arranca y me acerco a la ventana para observar el exterior, con las luces titilando por la ciudad. Tom toma mi mano y entrelaza nuestras manos y volteo a mirarlo.

Unos cuantos minutos después el coche se detiene. Logro divisar una cuadra llena de lujosas edificaciones, y en el ambiente se siente un rico aroma a especias. El chofer abre la puerta de Tom, quien se baja primero, y luego me ayuda a mí a bajar. No hay paparazis ni prensa ni nada. Una alfombra roja oscura indica el camino a la entrada de unas puertas de vidrio, con un hombre de pantalones negros y chaqueta verde oscuro aterciopelada nos la abre. Le damos las gracias y entramos al lugar.

¿El amor lo puede todo? (Tom Holland & tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora