Un beso amargo

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Dramamometro: nivel 4

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Le doy un último vistazo a mi mejor amigo antes de que el coche arranque. Era extraño, y a la vez triste, ver que no estaría con él nuevamente. Extrañaba nuestras charlas hasta la madrugada, nuestras teorías, nuestras maratones de Marvel...

Era algo extraño conversar con él, debido a lo ocurrido con Zendaya, estaba distinto, era como si se hubiese "apagado". Su corazón se había roto y tardaría en sanar. Lo que más lamentaba, es que no estaría ahí para apoyarlo.

Volteo a mirar a Tom. Ayer, luego de lo ocurrido con los paparazis, estaba distante, y aquello me angustiaba. Quería aprovechar nuestra última noche juntos, en cambio, se limitó a quedarse en silencio y dormir junto a mí, sin abrazarme ni nada.

Y ahora seguía casi igual, no hablaba, no me miraba, nada. Era frustrante. Sabía que se sentía responsable por lo ocurrido, pero ¿Cómo podía hacerlo entender que no, si no me dirigía la palabra?

—Tom —le llamo. Voltea a mirarme.

—Si.

Abro la boca y luego la cierro. Estaba cansada de que me tratara así, estaba cansada de que se encerrara para sí mismo. Cojo su rostro entre mis manos y lo beso. Lo beso con desesperación. Le necesito, le extraño. Desabrocho mi cinturón de seguridad y me siento a horcajadas sobre él, sin importarme que a un metro este el chofer del coche. Suerte que existe aquella ventanilla polarizada.

Me empuja de los hombros y me aleja de él. Me mira intensamente. Pienso que me alejara, pero tarda solo unos segundos en volver a besarme. Su boca, al igual que yo, busca en la mía algo que no existe. Es como si quisiera transmitir todo lo que con palabras no puede.

El tiempo se detiene, mientras mis manos recorren su nuca, su cuello y sus hombros. Sus dedos trazan un camino de cosquillas en mi espalda y cintura. No era deseo lo que sentía, era algo más. Algo que nunca había sentido. Era una combinación entre lo mucho que lo extrañaba, lo mucho que lo amaba y lo mucho que lo necesitaba.

Olvidé por completo el lugar en el que estaba, olvidé el tiempo y hasta que hacía allí. Solo una cosa importaba: él.

Mis manos comenzaron a bajar por el cuello de su camisa, siguiendo el borde y luchando contra los botones. Sus manos se paralizan, y sus besos se detienen. No me importa, nada más que él me importa. Se separa de mí, pero lo ignoro y comienzo a atacar su cuello.

—______—dice, con voz sofocada. No me detengo.—Llegamos.

—¿Qué?—pregunto sin entender. Me separo lo suficiente de él y miro por la ventana.—Mierda.

Había olvidado que íbamos al aeropuerto y que estábamos en un coche. Él se ríe ante mi despistado comentario. Me siento en el asiento y miro el suelo, con las mejillas muy sonrojadas.

El coche se detiene y al poco rato, el chofer nos abre la puerta. Ruego al cielo que no haya escuchado como nos besábamos. Tom baja mi pequeña maleta y caminamos presurosos al interior del aeropuerto.

El llegar allí fue como una bofetada en la cara. Era hora de irse, y no habíamos tenido una buena última noche. ¿Cuánto tiempo pasaría antes de que volviera a verlo?

Cuando termine de recuperar mi pasaje de avión, nos encaminamos al lounge privado en que Tom tenia privilegios. Me mantuve en silencio, incapaz de procesar todo lo que mi mente sentía. Era extraño. Jamás nos habíamos despedido de esta manera, sintiéndome tan distante de él. Incluso cuando peleábamos, había sentimientos. Pero ahora era como si él estuviese ausente, y aquello me asustaba. Prefería mil veces oírlo discutir que ese silencio.

Cuando llaman a mi vuelo, Tom se levanta y me tiende la mano. Lo miro a él y luego a su mano. Dudosa, la cojo y me levanto.

—Tom—le llamo cabizbaja.

—¿Si?—pregunta. Muerdo mi labio y levanto la cabeza.

—Tu... lo de ayer no fue tu culpa ¿lo sabes, no?

Me mira en silencio. Por supuesto que se estaba culpando, lo podía notar en su rostro.

—Indirectamente, si lo es—dice finalmente. Resoplo frustrada.

—Tom...—comienzo a decir, preparada para rebatirlo, pero levanta la mano, haciéndome callar.

—Vas a perder tu vuelo—sentencia. Coloca una mano en mi mejilla y acaricia con el pulgar la comisura de mis labios.—Nos veremos pronto.

Se inclina y me besa. Un beso dulce pero a la vez no. La despedida no es lo único que me hace sentir mal respecto a este beso, sino también el hecho de que se siente responsable por lo ocurrido. Como si él le hubiese entregado los papeles, como si el hiciera que los paparazis nos siguieran.

Pero no puedo hacerlo entrar en razón, no en este momento, y eso es lo que más me molesta. Con la mirada segada por la culpa, me deja ir en silencio, sin siquiera intentar esbozar una sonrisa.

***

Tom

Otra vez. Otra vez debo dejarla ir, otra vez debo cargar con la responsabilidad de lo que he provocado. Otra vez la vida me ha demostrado que tal vez estar juntos no sea lo mejor para ella.

Parecía como si cada vez que estuviese decidido a dar el siguiente paso, algo ocurriese, impidiéndomelo. Tal vez tenía razón. Tal vez debería hacer caso de aquellas señales. Pero no encontraba el coraje para dejarla. Era un cobarde. Cobarde porque no avanzaba, pero tampoco la dejaba ir. No hacía nada al respecto. De nuevo.

¿Por qué continuaba haciéndolo? Sabía que le hacía daño, sabía que no estaba bien, y aun así, no podía decidirme por hacer una u otra cosa. Y temía mucho el día en que la balanza se inclinara hacia el lado que más dolía, temía tener la fuerza suficiente para hacerlo, porque no me creía capaz de vivir sin ella en mi vida.

¿Entonces, que hacía? ¿En que quedaba todo?

Con un nudo en el estómago, y habiendo perdido de vista su larga cabellera, saco mi teléfono y marco a la segunda persona más cercana que podría ayudarme: Zendaya.

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Quedan 22 capítulos para el final. No me maten 🙄 búnker sellado

Tengo un nuevo juego, dejen una teoría de lo que ocurrió entre Martin y Zendaya, y la teoría maaas lejana de la realidad (es decir, la teoría mas payasa) recibirá dedicatoria ajajja

¿Tienes una pregunta? ¡Déjala acá!

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¿El amor lo puede todo? (Tom Holland & tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora