Parejita feliz

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Dedicado a _claaudiia35_ el primo de ______ se llama Demian, salió en el capítulo "Dulces 21"
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—______—susurraba él. Su mano acariciaba mi espalda desnuda, dejando una agradable sensación a su paso.

—Mmm—mascullo, sin abrir los ojos. Estaba demasiado cómoda en aquella posición.

—Tienes que levantarte—susurra. Suelto un quejido y abro los ojos para mirarlo. Apoyada sobre su torso, mis manos lo abrazan por la cintura. A pesar de que es invierno, no siento frio. Él es como un calefactor personal.

—No quiero—susurro, y hago un puchero. Él se ríe. Saca su mano libre de detrás de su cabeza y acaricia mi mejilla.

—Tienes que hacerlo—susurra con ternura. Podría quedarme todo el día así, observándolo, con sus caricias y su sonrisa.

—Me niego a levantarme—replico, y lo abrazo con más fuerza. Suelta una carcajada, su abdomen se remueve bajo mi cuerpo.

—Vamos, no puedes faltar —susurra, y se inclina para depositar un beso en mi frente.

A regañadientes, me levanto junto a él y me dirijo al baño. Entre los dos ya no había pudor, no teníamos por qué cubrirnos si estábamos desnudos, más que para que no nos tentáramos a encerrarnos nuevamente en esa burbuja y dejáramos nuestros deberes de lado, seducidos por el placer.

Sara llegaría mañana por la mañana, por lo que esta seria nuestra última noche solos. Lamentablemente, tenía que asegurar una de sus pasantías trabajando con el doctor en su laboratorio, razón por la cual no podría pasar año nuevo con su familia.

Cuando terminamos de vestirnos, salimos juntos, muy abrigados, y bajamos a tomar desayuno. Tom no tenía mucho que hacer, pero había insistido en acompañarme a las entrevistas, prefería eso a quedarse aburrido en la residencia, por lo que apenas terminamos de comer nos dirigimos al hospital, que estaba a unas cuadras. Decidimos caminar, ya que aún teníamos tiempo y no estaba tan lejos como para tomar un uber.

A las ocho en punto comenzaron a llegar los pacientes. Era un trabajo tedioso y repetitivo. Al cabo de tres entrevistas, ya me sabía de memoria las preguntas. Aun así, debía estar atenta a las respuestas. Tras dos horas, tenía por fin un receso. Tom me ayudo a separar las entrevistas que entraban en los criterios que buscábamos junto a la doctora Moore, y luego, debíamos repasar los otros criterios y eliminar algunos más que no encajaran.

Para que se hagan una idea: de veintiocho entrevistados, solo diez pasaron la primera etapa, y de esos diez, dos concordaban justamente con lo que buscábamos. Era leer y releer unas mil ochocientas veces para tener certeza de que escogiéramos a los correctos. De ese pequeño porcentaje que cumplía nuestros requisitos, no todos quedarían seleccionados para el muestreo. Allí utilizábamos el azar para escoger a los pacientes. El trabajo preliminar constaba en elegir a veinte pacientes con ELA, y con menos de tres días de entrevistas, ya llevábamos treinta y cuatro candidatos. Aún quedaban dos semanas de entrevistas. Iba a ser difícil decirle que no a algunos, pero lo bueno era que esos quedaban para un segundo muestreo.

—¿Cuánto queda de descanso?—pregunta Tom, apoyando un codo sobre el mesón del escritorio.

—Poco —digo, revisando mi reloj. Suspiro y echo la cabeza hacia atrás.

—Llevas el collar—dice de pronto. Levanto la cabeza y le sonrío.

—Por supuesto. Y también el anillo—le replico, y estiro mi mano mostrándoselo.

—Pensé que no lo usabas cuando estabas trabajando o en clases, por temor a perderlos—dice curioso.

—Así es, pero hoy es un día tranquilo. No tengo que pasearme por todos lados ni sacar a Thor a pasear—replico. Se endereza y se acerca, acariciando mi mejilla.

¿El amor lo puede todo? (Tom Holland & tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora