Don't give me up

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—Auch—susurro.

—Lo siento, pero tengo que dejarla en esta posición para colocar el yeso—explica el enfermero. Respiro hondo y asiento.

—Descuida—digo. Levanto la cabeza y miro a Tom, que está en la camilla contigua. Tiene un rasmillón en la mejilla y le están revisando el hombro, que recibió un fuerte golpe.

—Señor Holland—le dice un hombre alto, de tez oscura y vestido con traje y corbata. Creo que es su abogado.—Hemos interpuestos las denuncias correspondientes. Creo prudente realizar un comunicado de prensa.

—¿Comunicado de prensa? Pero si fue la prensa la que provoco que nos atropellaran—replica Tom molesto.

—Tom—le llamo.—Él no tiene la culpa de lo que nos pasó.

Tom me mira un largo rato y finalmente suspira. No dice nada y asiente con la cabeza, dándole a entender al abogado que está de acuerdo.

Ha sido una suerte que el auto alcanzara a disminuir la velocidad, cuando nos chocó, caímos hacia atrás, Tom se golpeó de lleno en el hombro izquierdo y yo me apoye en la mano izquierda para no golpearme en la cabeza. Tomando en cuenta que la mayoría de las veces las personas salen volando a varios metros de distancia, una fractura de muñeca era un pequeño precio a pagar, en comparación con lo que podría haber llegado a ser.

Y todo por los estúpidos paparazis. Lo peor de todo fue que, cuando nos atropellaron, en vez de ayudar, los muy asquerosos nos sacaron fotos. La conductora del coche, que bajo inmediatamente a vernos, los golpeo con su cartera cuando notó lo que hacían, después de llamar a una ambulancia, claramente. La mujer, que debía tener como mucho treinta años, estaba muy arrepentida. No era su culpa. Ella estaba manejando despacio debido a la lluvia, nosotros tuvimos que cruzar sin mirar por culpa de esas aves de rapiña.

—De acuerdo, no tienes fractura, pero tienes una disyunción acromio clavicular—le informa el doctor, mientras ve en la pantalla del computador los exámenes que le han hecho.

—¿Qué?—pregunta el molesto.

—Los ligamentos que unen tu clavícula al humero se han roto—le explico. El doctor me mira y asiente.

—Así es... ¿es médico?—pregunta el doctor, mirándome. Niego con la cabeza.

—Estudio medicina—le replico. El doctor asiente y vuelve a mirar a Tom.

—Como dice su prometida, unos ligamentos que mantiene a su hombro unido se han roto—dice el médico. Ambos lo miramos.

—¿Cómo?—pregunta Tom.

—No soy su prometida—digo al mismo tiempo. El doctor sonríe disculpándose.

—Lo siento, es que vi el anillo y pensé...—el doctor se queda en silencio, avergonzado.

—Descuide—le digo, incomoda con la situación.

—Tiene una disyunción tipo dos, lo que significa que no necesitará cirugía. Tendrá que usar un inmovilizador por dos semanas, además de aplicar frio en la zona 6 veces al día por diez minutos—explica el doctor. Tom asiente. Él no lo sabe, pero realmente hemos tenido mucha, muchísima suerte.

—¿Qué hay de ______?—pregunta Tom preocupado. Le sonrío.

—Tienes una fractura de escafoides—me informa el doctor, yo asiento.—Tendrás que utilizar un yeso por varias semanas, al menos seis.

—¡¿Seis?!—pregunta Tom. Yo suspiro, me esperaba varias semanas con yeso.

—O más—le dice el doctor.

¿El amor lo puede todo? (Tom Holland & tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora