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Agustin miró a Carolina asombrado.

—¿Q-Qué dijiste?—pregunto para confirmar que había escuchado mal.

—Agus, no... Basta.—dijo cansada.

—Carolina... —se puso frente a ella—Vas a tirar todo a la mierda solo por esto y no me dejes que te explique...

—¿¡Solo por esto?! ¿¡Me hablas enserio?!—gritó—¡Estas besando a otra chica!

—¡Pero me tomó por sorpresa!—agarro las manos de Carolina pero ella se deshizo de inmediato de ellas—Carolina... Yo sería incapaz de engañarte, te amo.

—¡Basta Agustin! Ahora entiendo todo... tu actitud después del beso.—suspiró.

—¿Que actitud Carolina? ¿¡Que puta actitud tenía?!—gritó tan fuerte que asustó a la morocha.

Ella no contestó.

—¿No tienes respuesta? ¡Simplemente porque ese beso no provocó nada en mi! Yo te amo y siempre te amé, ¿cuando lo vas a entender?—dijo lo último en un hilo de voz.

Carolina limpio las lágrimas que caían por sus mejillas y por fin miró los ojos de Agustin que también estaban brillantes.

—No sé que pensar.

Agustin miró el sobre en las manos de Carolina y lo agarró.—¿Quien te dio esto?—pregunto confundido.

—¿Eso importa mucho?

—¿¡Quien te dio esto Carolina?!—gritó otra vez.

—No sé, pero estas fotos muestren lo que muestren. Quédate con ellas... Me voy a hacer mis maletas.—desapareció del lugar y Agustin golpeó la mesa con su mano lo que le dolió, pero nada le podía doler más que perder a Carolina.

Y la estaba perdiendo, la estaba perdiendo y no podía hacer nada. Ella estaba decidida, no quería verlo más y haciendo sus maletas miró su anillo, el hombre que iba a ser su esposo dentro de meses resultaba ser su peor desilusión. Otra vez por la misma razón, otra vez por la misma chica. La historia se repetía, pero su amor seguía. Y si, porque se amaban, nunca amaron tanto a otra persona pero su destino quizás era separarse.

Carolina lloraba mientras hacía sus maletas y cuando Agustin entró a su habitación, hizo de cuenta que estaba todo bien y limpio cada rastro de lagrima.

—Caro... —se acercó a ella y le tocó la espalda pero ella se volteó tan rápido que no lo dejó ni un segundo tocarla.

—Déjame.

—¿No pienses que esto es demasiado? Caro, hablemos...

—No quiero.—se volteó a hacer sus maletas de nuevo.

—Te amo Carolina.—lo dijo con tanto sentimiento que la chica dejó de doblar su ropa y miró los ojos del chico que pensó que era el amor de su vida.

—Si tanto me amas, déjame ir.—dijo y una lágrima salió de sus ojos.

Agustin la limpio con su pulgar y ella cerró fuerte los ojos sabiendo que quizás era el último roce de parte de el hacia ella.

—No te voy a dejar ir, sos el amor de mi vida.—ella apartó su mano y lo alejo.

—No quieres entender que quiero estar sola, lo necesito. Déjame.—y el Agustin entendió, entendió que había hecho todo mal, estaba haciendo sufrir la persona que más amaba en este mundo : Carolina.

Entonces, decidió dejarla ir. Obvio que no iba a dejar de luchar por ella, pero si ella quería estar sola, lo respetaba porque la amaba demasiado para obligarla a quedarse cuando ella no quería.

—Tranquila, quédate en el departamento. Yo me voy.—dijo y antes de que agarre su maleta ella habló.

—No, al final este departamento es tuyo.—dijo la chica cerrando su maleta.

—¿Y vos dónde vas a ir?—pregunto preocupado por ella.

—Yo sé encargarme de mi misma.—bajo la maleta de la cama y salió de la habitación.

El siguió su paso, no podía creer que realmente estaba pasando. Carolina se estaba saliendo de su vida nuevamente.

Ella agarró su chaqueta y se la puso.

—Dime solo adonde vas a ir.—se puso frente a la puerta para obligarla a que le diga lo que el quería escuchar.

—Al hotel cerca del centro. Ahora déjame ir.—entonces el se aparto y ella abrió la puerta.

Le dedico una última mirada y el agarró su mano.—Nunca voy a dejar de amarte.

Ella quiso llorar de nuevo, miraba ese chico que amaba tanto pero que tenía que dejar.

—Adiós Agustin.—y cerró la puerta.

El se dejó caer al suelo y se recostó en la puerta, maldiciéndose una y mil veces por todo lo que había hecho. Por no haber cuidado su relación con Carolina como hubiera querido hacerlo.

Y lloro, dejo caer esas lagrimas que tanto querían salir. Lloraba descontrolado, la había perdido de nuevo. Cuando pensó que todo iba a salir bien, resultó salir peor que antes.

Pero se puso a pensar, ¿quien podía haberle dejado eso? Y no era muy difícil en realidad, era muy simple de entender quien estaba detrás de todo eso. El hombre que estaba obsesionado con Carolina, y ahora ella estaba sola y el se iba a aprovechar de eso para hacerle quien sabe qué.

No podía dejarla ir, tenía que protegerla pero sabía que si el lo hacía, ella iba a desconfiar.

Entonces llamo a Ruggero, sabía que con el, ella no iba a desconfiar.

Limpio sus lágrimas y tomó bocanadas de aire antes de llamarlo.

—¿Hola?—contestó el italiano y Agustin sintió una cierta paz al escuchar la voz de su mejor amigo.

—Rugge...

—¿Que pasó? Tienes una voz...

—De una persona que acaba de llorar, si.—lo interrumpió y terminó su frase.

—¿Que pasó?—volvió a preguntar pero con un tono de voz más preocupado.

—Carolina, me dejó.

—¿Cómo?—preguntó, no podía siquiera imaginar a Agustin y Carolina separados.

—Lo que escuchaste.

—Explícame que pasó.—ordenó y Agustin lo hizo, explicó todo y llegó a la parte que Carolina podía estar en peligro y que necesitaba a su amigo para cuidarla.

—¿Al hotel cerca del centro?—preguntó de nuevo.

—Si, ella me dijo que iba allá. Por favor, cuídala por mi. No sé que hacer, estoy desesperado.

—Tranquilo ok, voy para allá pero vos quédate en casa, te llamo luego.

(...)

Carolina llegó al hotel y pidió un cuarto, después de obtener ayuda para sus maletas, se dejó caer en la cama y lloro de nuevo.

No podía más cargar todo ese peso que tenía en el pecho, necesitaba soltar todo.

Lloro tanto que se quedó dormida por unas horas.

Hasta que dos golpes en la puerta la despertaron. Se levantó y fue a abrir, se encontró con un chico grande y morocho.

—Hola, perdón que te moleste pero, ¿tendrías una toalla a más?—pregunto tímido y con una leve sonrisa.

—No sé, déjame buscar.—le dedico una pequeña sonrisa y fue a buscar en el baño, ahí estaba una toalla más y le dio a su ¿vecino de cuarto?

—Muchas gracias, me estas salvando... —buscó su nombre pero claro no lo sabía.

—Carolina.—completó su frase.

—Encantado, yo soy Manu.

Holaaa! Sabía que necesitaban este capítulo entonces aquí está 🥰

Sam🌸

Carolina (1T) | Aguslina [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora