Capítulo 3

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No me hagas reír

Pasó el tiempo, pero yo seguía encerrada en esta habitación, si no salía de aquí jamás iba a encontrar el dinero y no podría seguir con mi plan de escape.

Estaba dando vueltas en la habitación mientras pensaba qué hacer cuando la puerta se abrió por Agnes, se veía un poco mayor de cómo la recordaba, traía una bandeja con comida, ello solo me miro y me dio una cálida sonrisa.

-Hola niña Zoe, no sé si me recuerde, soy la nana del niño Adrien y del niño Alexander- me acerqué a ella y le quité la charola de las manos depositándola en una mesita que había en la habitación y la abrace.

-Claro que me acuerdo de ti Agnes, ¿Sigues haciendo los más deliciosos pasteles que he probado en este mundo? - ella solo río y asintió con la cabeza.

-El día que quieras hacemos uno juntas- me contestó y sentí como un foco en mi cerebro se encendía y mis dos neuronas se ponían en marcha. Esto era justamente lo que necesitaba para salir de aquí.

- ¿Crees que podamos hacerlo hoy mismo? - ella pareció dudarlo un segundo, pero luego asintió.

-Sí, pero tienes que acabarte todo tu desayuno primero y yo me quedaré aquí acompañándote- yo asentí con una sonrisa y comencé a comer mientras platicaba con ella.

Se lo que quizá estén pensando en este momento, ¿Porque a ella si la tratas bien? Bueno la realidad es que Agnes siempre fue buena conmigo, aparte de que ella solo trabaja como nana de Adrien y Alexander, ella no está metida en todo eso de la subasta ni nada por el estilo.

-El niño Adrien está muy feliz de que estés aquí niña- su comentario hizo que casi me atragantara con el jugo de naranja que estaba tomando.

- ¿De qué hablas Agnes? - le dije con curiosidad.

-Bueno Zoe, él estuvo bastante deprimido cuando se tuvo que ir de Los Ángeles, porque se tuvo que ir de tu lado, así que qué tú estés aquí le devolvió la felicidad que perdió ese día- mi cara pasó a ser neutra y tuve que bajar mi mirada al suelo para que Agnes no se diera cuenta de que mis ojos se cristalizaron.

-Si tanto le dolió, ¿Porque no se despidió tan siquiera de mí? - mi voz sonó como un susurro, por un momento pensé que quizá Agnes no me escucho, pero ella me contestó.

-Eso es algo que solamente puede decirte él niña- mis ojos se clavaron en los suyos y suspiré volviendo a comer, ella pareció entender mi silencio por lo que cambiamos de tema, comenzó a hablarme un poco sobre cómo era Alemania y esas cosas.

***

-Zoe deja de comerte el relleno y pónselo al pastel- escuche que Agnes me regañaba, pero era imposible no comerme el relleno es de chocolate y sabe cómo la gloria.

-Ya voy- dije cumpliendo mi palabra, mientras ella preparaba la cobertura y trituraba unas nueces.

Estaba tan concentrada poniendo el relleno que no me di cuenta de que alguien entro a la cocina hasta que esa persona habló.

- ¿Zoe? ¿Zoe Leblanc? - eleve mi mirada para toparme con los ojos cafés de un chico de 15 años que conocía muy bien.

-Alexander! - dije emocionada mientras iba a abrazarlo.

-No puedo creer que estés aquí- dijo devolviéndome el abrazo.

- ¿Dejaste de jugar con carritos y te pusiste a jugar con pesas? ¿O consumiste chochos? - le dije divertida, realmente no quedaba nada de ese pequeño niño de 12 años con corte de hongo. Ahora veía a un chico de 15 años bastante alto y con más músculo de lo normal.

Vendida a mi exDonde viven las historias. Descúbrelo ahora